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21/02/2023 Sin categoría

Manejo de la ansiedad por Coronavirus. Pacific Medical Training

Cuando comenzó la pandemia en 2020, una de las mayores problemáticas era la inmensa carga laboral y mental para el personal sanitario que atendía a los pacientes enfermos de COVID-19. Los médicos de primera línea estaban abrumados de atender a tantos pacientes enfermos y muchos de ellos carecían del equipo de protección adecuado para hacer su trabajo. Es por esto, que una proporción significativa de los trabajadores de la salud que tratan a pacientes enfermos de COVID-19 experimentan algún trastorno mental, según muestran las diversas investigaciones.

En una encuesta realizada en 2020, la mitad de los participantes reportaron síntomas de depresión, casi la mitad reportaron ansiedad, un tercio experimentó insomnio, y el 72% reportó angustia psicológica (fuente). Es crítico apoyar su salud mental y mejorar su calidad laboral durante la pandemia. Este artículo proporcionará los elementos necesarios para apoyar a pacientes o personal sanitario que enfrentan insomnio, signos y síntomas de depresión y ansiedad.

Revise Fuentes Confiables

Leer información alarmante e inexacta es una causa común de ansiedad. Es importante que revise fuentes confiables sobre el virus ya que es bastante fácil encontrar información errónea. Los sitios que lea deben estar basado en opiniones de expertos que publican ciencia basada en evidencia de revistas reconocidas. Las siguientes son fuentes confiables de información para el lector:

Si le preocupa presentar síntomas similares a los de COVID19, la CDC proporciona una herramienta para autoevaluación de síntomas. Leer frecuentemente noticias/datos negativos o falsos sobre el coronavirus puede causar una ansiedad excesiva, sin embargo, es crucial evitar la sobrecarga de información.

Asociación Mexicana de Psicología y Desarrollo Comunitario — Visite este sitio para encontrar un equipo de psicólogos que brindan servicios las 24 horas del día, los 7 días de la semana para ayudar a las personas a enfrentar situaciones de ansiedad, pérdida y depresión.

Insomnio

Si alguna vez ha tenido una noche difícil, sabe lo frustrante que puede ser no poder conciliar el sueño. A En el caso de los trabajadores de la salud, se sabe que sufren de insomnio debido a la carga de trabajo y a los turnos fluctuantes. La Academia Americana de la Medicina del Sueño emitió una declaración con respecto a la importancia del sueño entre los médicos para disminuir el agotamiento (fuente). El insomnio relacionado con el estrés puede ocasionar una serie de problemas en su vida personal y profesional.

Las personas que presentan insomnio leve a moderado deben considerar la posibilidad de mejorar su higiene del sueño. Acuéstese y despiértese a la misma hora todas las mañanas (incluso los fines de semana). Sea constante. Mantenga su dormitorio oscuro, tranquilo y relajante. Retire todos los dispositivos electrónicos como la televisión, la computadora y el celular. Ingiera comidas pequeñas, evite la cafeína y el alcohol antes de acostarse. Si hace ejercicio durante el día, puede reducir el estrés y mejorar el sueño (fuente).

Depresión y Ansiedad

Algunas personas tienen diagnóstico de depresión y ansiedad desde antes de la pandemia. Sin embargo, en estos tiempos donde han surgido brotes o rebrotes de diversas enfermedades afecta numerosos aspectos de la vida personal, laboral, social y emocional. Debido a esto, sentirse ansioso o deprimido es más común.

La depresión puede derivar de sentirse desesperado ante lo desconocido… ¿Cuándo disminuirán los casos de coronavirus? La depresión es más que un día triste, es un diagnóstico clínico para aquellos que experimentan un sentimiento persistente de tristeza o pérdida de interés. Puede obtener ayuda para reducir la ansiedad leyendo artículos útiles aquí.

Hable con su médico de cabecera para que le hagan pruebas de deficiencia de vitamina D o de enfermedad tiroidea. El suplemento de vitamina D puede disminuir los síntomas de tristeza (fuente). Los pacientes con tiroiditis autoinmune muestran un mayor riesgo de depresión y ansiedad (fuente). Tratando ambas condiciones, puede aliviar algunos de los síntomas.

Si usted tiene un diagnóstico clínico de depresión o ansiedad, acuda a su terapeuta y continúe con su tratamiento. Sin embargo, si cree que su tristeza o angustia están cruzando sus límites y afectan su vida diaria, acuda a un profesional capacitado. Cualquier pensamiento que incluya lastimarse o hacerse daño debe ser atendido inmediatamente llamando a la línea telefónica que proporciona ayuda al suicida.

Recursos para la Ansiedad y Depresión

Tanto la depresión como la ansiedad pueden ser exacerbadas por situaciones estresantes y falta de autocuidado. Si busca métodos holísticos para manejarlo, puede considerar los siguientes métodos para aliviar el estrés.

  1. Yoga: ¿No es un yogui? Ahora es un gran momento para empezar. Considere ver videos, transmisiones de yoga o aplicaciones para móviles para obtener una experiencia completa y reducir interacciones cercanas de persona a persona que aumente el riesgo de transmisión. Se ha demostrado que el yoga disminuye el estrés y mejora el estado de ánimo (fuente).
  2. Medite: La meditación consiste en el uso de la atención para calmarse y reducir al mínimo sus pensamientos o sentimientos que lo distraen o causan tensión. Headspaceofrece diversas ofertas debido a la actual situación por la pandemia a los trabajadores de la salud. Además, existen otro tipo de aplicaciones móviles como Calm para obtener beneficios similares.
  3. Respiración: El tipo de respiraciones que se realizan durante el yoga tiene beneficios increíbles. Para realizarlo correctamente primero siéntese derecho y extienda su columna vertebral. Prolongue la inhalación y exhale hasta cinco veces. Estas respiraciones controladas pueden relajar su mente y su cuerpo.
  4. Ríase: Esto lo puede hacer leyendo un libro o viendo una comedia.
  5. Ame: Conéctese con sus seres queridos a través de video chat o conferencia.
  6. Salga: Es importante que salga a pasear con su perro o a pasear en la naturaleza y tome un poco de vitamina D.
  7. Realice actividad física: Manténgase en forma. Salga a correr o saque sus pesas

Si todavía se siente mal, haga una cita con un terapeuta. No está solo, hay muchos terapeutas que están haciendo asesoramiento virtual o distanciamiento social durante este tiempo.

Dese un tiempo, deje de ser tan duro consigo mismo. Si no se cuida a si mismo, entonces ¿Cómo puede cuidar a los demás?

Resiliencia

Ser resiliente es importante ante una crisis. La resiliencia es la habilidad de una persona para enfrentar una urgencia y volver al estado anterior a la crisis, esto significa que la persona es capaza de considerar los problemas como circunstancias aceptables o problemas que pueden ser cambiados. Existen ciertas medidas que puede considerar para ser más resiliente:

  • Acepte que su pensamiento es un pensamiento, y su sentimiento es un sentimiento, evite luchar contra él y simplemente acéptelo y déjelo pasar.
  • Manténgase presente a cada momento con los cinco sentidos. Esta herramienta es muy útil en los casos de ataques de pánico, que consiste en decir una cosa que pueda ver, una cosa que pueda oír, una cosa que pueda tocar, una cosa que pueda oler y una cosa que pueda tocar (por ejemplo, las hojas verdes revoloteando en la rama, el sonido de los coches en mi calle, la cabeza de mi bebé y mi taza de té).
  • Sea comprometido. Concéntrese en sus valores y en lo que es importante para usted.
  • Practique la gratitud y busque las cosas buenas en su vida. Agradezca a su cuerpo. Practique la gratitud hacia usted mismo y hacia el mundo.
  • • Trátese con compasión y el respeto que se merece, siendo más consciente de sí mismo (fuente).

La resiliencia aumenta con la experiencia clínica. Ser competente es esencial para los cuidados de la salud. Siendo un profesional, hábil y teniendo la actitud correcta, le dará a los pacientes la confianza necesaria para obtener mejores resultados. Para ayudarle a mejorar sus habilidades, tome el curso en Soporte Vital Cardíaco Avanzado con el ACLS del Pacífico.

Última revisión y actualización por Elizabeth González Cueto el 13 de junio de 2022

Es médica general y trabaja en un laboratorio de virología e inmunovirología, buscando la respuesta arboviral en modelos celulares.

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La persona con ideación suicida.

Es importante entender que aquellas personas que recurren al suicidio, o han realizado un intento de ello, lo han visto como una posible solución radical para poder poner fin a un nivel de sufrimiento psicológico intolerable.

No obstante, se han encontrado dos tipos de pensamientos distorsionados (erróneos) que suelen poseer aquellas personas con ideación suicida:

1- Pensamientos relacionados con el sentimiento de desesperanza: Creen que van a seguir sufriendo igual indefinidamente y que no existe solución a su situación.

2- No atribuyen su perdida a un gran sufrimiento de sus seres queridos, algunos, incluso, piensan que su muerte puede llegar a ser un favor que les hace a los demás.

 

ALGUNAS SEÑALES A TENER EN CUENTA:

Existen algunos indicios que nos permiten advertir si una persona está pensando en el suicidio, estos son:

  1. Manifestaciones verbales. La persona ha expresado oralmente su deseo de quitarse la vida. Suele haber diferentes grados de expresarlo, yendo de más a menos explícito (sin un planteamiento de la acción, planteado pero sin un método determinado, con un método específico pero sin planearlo o con un plan suicida concreto).
  2. Manifestaciones no verbales. Otras veces, la persona no llega a comunicarlo de forma oral, pero si manifiesta otras señales determinadas que pueden ponernos alerta.

Se puede reflejar en comportamientos como:

  • identificándose (directa o indirectamente) con una persona conocida que se ha suicidado anteriormente o comparando su situación actual con la del/la fallecido/a,
  • tras un momento de agitación y angustia, cesa con una sensación de paz y tranquilidad interna, reflejando un conflicto ya resuelto entre los deseos de vivir y los deseos de morir, a favor de estos últimos,
  • tras preguntar directamente pueden emerger conductas no verbales que apuntan a esta ideación; el llanto sin pronunciar palabra alguna, estar cabizbajo/a mirando al suelo, un silencio repentino motivado por la propia pregunta, agitación o intranquilidad, etc.,
  • regalar sus posesiones más preciadas, correr riesgos innecesarios, cerrar asuntos, tener escondido el futuro método para llevar a cabo el suicidio, etc., son algunos indicios de la existencia de un plan suicida.

Además, las personas que se encuentran en esta tesitura suelen tener algunos pensamientos que también podemos considerar como señales de alerta, entre ellos:

Se sienten incapaces de:

  • Superar el dolor
  • Pensar claramente
  • Tomar decisiones
  • Ver alternativas
  • Dormir, comer o trabajar
  • Salir de la depresión
  • Escapar de la tristeza
  • Imaginar un futuro sin sufrimiento
  • Valorarse a sí mismas
  • Controlar la situación
  • Encontrar a alguien que les preste atención

Es importante observar estas señales dentro de un contexto, no alarmándonos por observarlas en algún momento determinado de nuestra vida  o en la de  otros. No obstante, en ciertos grupos de riesgo, o tras un tiempo prolongado, es conveniente atender a estas conductas verbales y/o no verbales. Ante la duda, es recomendable hablar con un profesional.

 

CÓMO PUEDO ACTUAR SI…

Tengo a alguien cercano con pensamientos suicidas:

  • Hable las cosas de forma clara y abierta acerca del suicidio.
  • Exprese su preocupación.
  • Actúe dispuesto/a a escuchar y deje a la persona expresarse libremente, sin juzgarle, sin dar sermones sobre el valor de la vida.
  • Muéstrese disponible y cercano/a, demostrando interés real y apoyo.
  • No le desafíe a cometerlo.
  • Tranquilice a esta persona.
  • No prometa confidencialidad, será conveniente buscar ayuda entre sus familiares y personas más allegadas.
  • Explíquele otras alternativas disponibles, pero sin caer en consejos fáciles.
  • Adopte medidas prácticas (controle o retire todos aquellos elementos que puedan suponer un riesgo).
  • Intente no dejar a esa persona sola, pero sin llegar a una situación de excesivo control.
  • Busque ayuda profesional e informe de si existe algún antecedente familiar de suicidio.

 

Soy yo quien tiene pensamientos suicidas:

  • No olvides que no estás solo/a. Busca ayuda a algún familiar, amigo/a y/o terapeuta y coméntale tus preocupaciones. No mantengas en secreto tus pensamientos sobre el suicidio. Ábrete a los demás, comunícate con personas en las que confía.
  • Aunque en este momento no lo parezca, los pensamientos suicidas suelen estar asociados con problemas que pueden resolverse. Que no veas ahora la solución no significa que esta no exista.
  • La crisis de suicidio suelen ser pasajeras. Todo es pasajero y esto también, a pesar de que ahora mismo lo sientas diferente.
  • No actúes de forma impulsiva.
  • Consulta con un profesional de la salud.
  • Conoce los servicios de urgencia 24h que puedan atenderle en momentos de crisis (se expondrán al final del texto)*.
  • Tome distancia de cualquier medio con el que pueda hacerse daño.
  • Evite el consumo de alcohol u otras drogas.
  • En momentos de crisis o muy bajo estado de ánimo, evite realizar aquellas actividades que no suelen salirle bien o encuentra difícil.
  • Planifique actividades diarias, relaciónese con otras personas.
  • Manténgase activo/a y ocupado/a.

 

En resumen, ante este tipo de situaciones, es conveniente:

  • Involucrar a otras personas significativas que puedan contribuir a superar esta situación.
  • Contar con el apoyo de un profesional experto, que les podrá guiar y ayudar en esta situación.

 

Ante una crisis, pueden contactar con los siguientes números de emergencias 24h:

  • Número de emergencia; 112
  • Teléfono de la esperanza; 717 003 717
  • Teléfono de la esperanza, provincia de Jaén; 953 260 931

Como propuesta futura, el gobierno ha lanzado un número gratuito contra el suicidio, el 024, no disponible en la fecha de esta publicación.

 

REFERENCIAS:

Asociación Internacional Teléfono de la Esperanza. (2019). Cómo prevenir y actuar ante el suicidio. Guía para afectados, familiares, docentes y supervivientes. https://www.telefonodelaesperanza.org/assets/Guia%20del%20suicidio.pdf

Comunidad de Madrid. (2016). ¡No estás solo! Enséñales a vivir. Guía para la prevención de la conducta suicida dirigida a docentes. http://www.madrid.org/bvirtual/BVCM017853.pdf

De la Torre Martí, M. (2013). Protocolo para la detección y manejo inicial de la ideación suicida. Guía desarrollada por el Centro de Psicología Aplicada de la Universidad de Madrid. https://psicologosemergenciasbaleares.files.wordpress.com/2018/01/protocolo_ideacion_suicida.pdf

Generalitat Valenciana. (2017). Vivir es la salida. Plan de prevención del suicidio y manejo de la conducta suicida de la Comunidad Valenciana. http://www.prevenciodelsuicidi.san.gva.es/documents/7217942/7267322/GU%C3%8DA+SUICIDIO+%C3%81MBITO+SANITARIO.pdf

INE – Instituto Nacional de Estadística. (2021a). Instituto Nacional de Estadística. (National Statistics Institute). https://www.ine.es/dynt3/inebase/index.htm?padre=8272&capsel=8272

INE – Instituto Nacional de Estadística. (2021b). Tasas estandarizadas de mortalidad por causa de muerte (causas más frecuentes de cada grupo de edad), sexo, nivel de estudio y edad. 25 y más años. INE. https://www.ine.es/jaxiT3/Tabla.htm?tpx=48308

Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses. Ministerio de Justicia. (2021). Epidemiología y toxicología de las muertes por suicidio en España. Memoria 2019. https://www.mjusticia.gob.es/es/AreaTematica/DocumentacionPublicaciones/InstListDownload/Memoria_Suicidios_INTCF_2019.pdf

Pérez Barrero, S. A. (2005). Los mitos sobre el suicidio. La importancia de conocerlos. Revista Colombiana de Psiquiatría, 3(34), 386–394.

Servicio Andaluz de Salud. Consejería de Salud. (2010). Guía sobre la prevención del suicidio para personas con ideación suicida y familiares. https://www.sspa.juntadeandalucia.es/servicioandaluzdesalud/sites/default/files/sincfiles/wsas-media-pdf_publicacion/2021/guia_prevencionsuicidio.pdf


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El Suicidio: prevalencia y mitos.

El suicidio, entendido como ese acto deliberado de quitarse la propia vida, un acto tan atroz que muchas veces se convierte en tabú, ignorándolo como si fuese un acontecimiento de baja probabilidad de ocurrencia o como si el mero hecho de hablarlo pudiera desembocar en ello, pero ¿qué dicen los datos? ¿Son casos aislados los casos de suicidio?

PREVALENCIA

Atendiendo al último estudio presentado en el año 2021 por el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF), se recogieron, en 2019, un total de 1.822 casos relacionados con el suicidio. Esto supone un 37,2% de todas las muertes violentas en España, recogidas por dicha institución.

Basándonos en los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el suicidio se ha convertido en  la primera causa de muerte en personas con edades comprendidas entre 25 y 44 años, seguido de los accidentes.

Así, el suicidio en España se convierte en la primera causa de muerte producida por factores externos, con una mayor prevalencia en hombres que en mujeres, una cifra que ha ido aumentando a lo largo de los años.

Además, centrándonos en datos más concretos y en la prevalencia según las distintas CC.AA. recogidas por el INTCF;  en el caso de Andalucía, se posiciona como la CC.AA. con mayor tasa de suicidios frente a otras (el 39% de los casos recibidos en 2019).

Su alta prevalencia refleja la necesidad de hablar de ello, conocer y desmontar sus mitos y saber cómo actuar ante determinadas situaciones que se pudieran dar.

 

MITOS RESPECTO AL SUICIDIO vs CRITERIO CIENTÍFICO

Son muchas las creencias populares que giran en torno al suicidio,  siendo muchas de ellas erróneas. Conocerlas y compararlas con información basada en datos reales nos puede ayudar a cambiar nuestra manera de actuar y pensar, darnos cuenta de señales y prevenir futuros intentos de suicidios. A continuación se exponen algunos mitos más populares encontrados en la literatura:

  • La persona que se quiere matar no lo dice y quien lo dice no lo hace.
    • Realmente, 9 de cada 10 personas que se suicidan manifestaron claramente sus intenciones o dejaron entreverla. Si bien, todo el que se suicida expresó lo que ocurriría con palabras, amenazas, gestos o cambios de conductas. Por esto, es importante conocer los signos de advertencia y tenerlos presente.
  • Las personas que intentan el suicidio solo quieren llamar la atención.
    • Las personas que han intentado el suicidio son aquellas a las cuales no les ha servido sus mecanismos de adaptación y afrontamientos a los problemas, por lo que no encuentran alternativas, excepto intentar ir contra su propia vida.
  • Si de verdad se hubiera querido matar, hubiera intentado otro método más mortal.
    • Toda persona que se suicida se encuentra en una ambivalencia entre morir o seguir viviendo. No obstante, el método elegido no refleja estos deseos de morir.
  • La persona que se repone de una crisis suicida no corre peligro de recaer.
    • Según los datos, casi la mitad de los que atravesaron por una crisis suicida y consumaron el suicidio, lo llevaron a cabo después de los tres primeros meses tras la crisis emocional, cuando todos creían que el peligro había pasado. Ocurre que cuando la persona mejora, sus movimientos se hacen más ágiles, está en condiciones de llevar a vías de hecho las ideas suicidas que aún persisten, y antes, debido a la inactividad e incapacidad de movimientos ágiles, no podía hacerlo.
  • La persona que intenta el suicidio estará en ese peligro toda la vida.
    • El mayor riesgo de suicidio suele ser a corto plazo y específico según la situación. Aunque los pensamientos suicidas pueden regresar, no son permanentes, y quien haya tenido pensamientos e intentos suicidas puede llevar después una larga vida.
  • Toda persona que se suicida está deprimida o es un enfermo mental.
    • El comportamiento suicida indica una infelicidad profunda, pero no necesariamente un trastorno mental. Muchas personas que viven con trastornos mentales no están afectadas por el comportamiento suicida y no todas las personas que se quitan la vida tiene un trastorno mental.
  • No se puede prevenir porque ocurre por impulso.
    • Antes de intentar suicidarse, toda persona evidencia varios síntomas consistentes en constricción de los sentimientos y el intelecto, inhibición de la agresividad (la cual ya no es dirigida hacia otras personas y se reserva para sí) y existencia de fantasías suicidas, todo lo cual se puede detectar a su debido tiempo, a fin de evitar que esta persona lleve a cabo sus propósitos.
  • Hablar sobre suicidio con una persona en riesgo puede incitar a que lo realice.
    • Está demostrado que hablar sobre el suicidio con una persona en tal riesgo, en vez de incitar, provocar o introducir en su cabeza esa idea, reduce el peligro de cometerlo y puede ser la única posibilidad que ofrezca el sujeto para el análisis de sus propósitos autodestructivos.
  • Una persona que se va a suicidar no emite señales de lo que va a hacer.
    • Todo el que se suicida expresó con palabras, amenazas, gestos o cambios de conducta lo que ocurriría.
  • El/la suicida realmente desea morir.
    • Como se mencionó anteriormente, quien se suicida está en una posición ambivalente, es decir, desea morir si su vida continúa de la misma manera y desea vivir si se produjeran pequeños cambios en ella. Con una buena prevención y detección a tiempo podría inclinarse la balanza hacia la vida.
  • Los/as niños/as no se suicidan.
    • El suicidio no es una cuestión de edad o etapa de la vida, aunque es cierto que existe mayor prevalencia en algunas edad que en otras. Sin embargo, después que un/a niño/a adquiere el concepto de muerte puede cometer el suicidio y, de hecho, ellos toman decisiones de este tipo a estas edades.
  • Si se reta a un suicida, este no lo intenta.
    • Retar al suicida es un acto irresponsable, pues se está frente a una persona
    • vulnerable, en situación de crisis, cuyos mecanismos de adaptación han fracasado, predominando precisamente los deseos de autodestruirse.

REFERENCIAS:

Asociación Internacional Teléfono de la Esperanza. (2019). Cómo prevenir y actuar ante el suicidio. Guía para afectados, familiares, docentes y supervivientes. https://www.telefonodelaesperanza.org/assets/Guia%20del%20suicidio.pdf

Comunidad de Madrid. (2016). ¡No estás solo! Enséñales a vivir. Guía para la prevención de la conducta suicida dirigida a docentes. http://www.madrid.org/bvirtual/BVCM017853.pdf

De la Torre Martí, M. (2013). Protocolo para la detección y manejo inicial de la ideación suicida. Guía desarrollada por el Centro de Psicología Aplicada de la Universidad de Madrid. https://psicologosemergenciasbaleares.files.wordpress.com/2018/01/protocolo_ideacion_suicida.pdf

Generalitat Valenciana. (2017). Vivir es la salida. Plan de prevención del suicidio y manejo de la conducta suicida de la Comunidad Valenciana. http://www.prevenciodelsuicidi.san.gva.es/documents/7217942/7267322/GU%C3%8DA+SUICIDIO+%C3%81MBITO+SANITARIO.pdf

INE – Instituto Nacional de Estadística. (2021a). Instituto Nacional de Estadística. (National Statistics Institute). https://www.ine.es/dynt3/inebase/index.htm?padre=8272&capsel=8272

INE – Instituto Nacional de Estadística. (2021b). Tasas estandarizadas de mortalidad por causa de muerte (causas más frecuentes de cada grupo de edad), sexo, nivel de estudio y edad. 25 y más años. INE. https://www.ine.es/jaxiT3/Tabla.htm?tpx=48308

Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses. Ministerio de Justicia. (2021). Epidemiología y toxicología de las muertes por suicidio en España. Memoria 2019. https://www.mjusticia.gob.es/es/AreaTematica/DocumentacionPublicaciones/InstListDownload/Memoria_Suicidios_INTCF_2019.pdf

Pérez Barrero, S. A. (2005). Los mitos sobre el suicidio. La importancia de conocerlos. Revista Colombiana de Psiquiatría, 3(34), 386–394.

Servicio Andaluz de Salud. Consejería de Salud. (2010). Guía sobre la prevención del suicidio para personas con ideación suicida y familiares. https://www.sspa.juntadeandalucia.es/servicioandaluzdesalud/sites/default/files/sincfiles/wsas-media-pdf_publicacion/2021/guia_prevencionsuicidio.pdf


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Ya se pueden solicitar las Becas de Educación Especial (Ayudas para el alumnado con necesidad específica de apoyo educativo) para el curso 2020-2021, el plazo finaliza el próximo 30 de septiembre.
Como es habitual, Albanta Logopedia y Psicología se ofrece a dar la información y a cumplimentar las solicitudes de forma GRATUITA a todos/as aquellos/as que puedan acogerse a dicha ayuda. Llámenos al 953 60 26 27, 953 88 00 09, 626 02 08 30 ó al 607 18 42 22 y le atenderemos encantados.


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25/08/2019 Sin categoría

A lo largo del día el ser humano experimenta multitud de emociones las cuales condicionan cómo se encuentra en cada instante, constituyendo un papel muy importante en el comportamiento, aprendizaje, creatividad e interacción social … (Ortega, 2010)

Es por ello, que según Bisquerra (2004, p. 243) la educación emocional debe ser entendida como “un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo emocional como elemento indispensable del desarrollo cognitivo, construyendo ambos los elementos esenciales del desarrollo de la persona integral […]. Se propone el desarrollo de conocimientos y habilidades sobre las emociones con objeto de capacitar al individuo para afrontar mejor los retos que se plantean en la vida cotidiana. Todo ello tiene como finalidad aumentar el bienestar personal y social”.

La educación emocional está estrechamente relacionada con el concepto de inteligencia emocional, el cual fue descrito por primera vez en 1990 por Peter Solovey y John Mayer. Sin embargo, fue con el libro de Inteligencia Emocional (1996) de Daniel Goleman cuando el concepto tomó gran relevancia. Para Goleman la inteligencia emocional consiste en:

  1. Conocer las propias emociones.
  2. Manejar las emociones.
  3. Motivarse a sí mismo
  4. Reconocer las emociones de los demás.
  5. Establecer relaciones buenas con los demás.

Ser conscientes de nuestras emociones y de las de los demás nos permite construir cerebros más sanos, lo cual ayuda a tener un mayor nivel de bienestar y felicidad. El mundo emocional de los niños es complejo, debemos ofrecerles herramientas que les ayuden a identificar qué siente y cómo les afecta a través de la escucha activa, el diálogo, el desarrollo de la empatía, la comunicación no verbal, reaccionar sin violencia etc. (De Andrés, 2005).

Es por ello, que en los últimos años se está reclamando cambios en Educación con respecto a este tema, ya que tradicionalmente se han centrado en el desarrollo cognitivo olvidando la dimensión emocional. De esta forma se quiere preparar al alumnado de una forma integral.

Entre los motivos que justifican la necesidad de desarrollar la inteligencia emocional desde edades tempranas están (Elía, Tobías y Friedlander, 2003):

  • Las competencias socio-emocionales son un aspecto básico del desarrollo humano y de la preparación para la
  • Los medios de comunicación transmiten contenidos con una elevada carga emocional, que el receptor debe aprender a
  • La necesidad de aprender a regular las emociones negativas para prevenir comportamientos de
  • La necesidad de preparar a los niños en estrategias de afrontamiento para enfrentarse a situaciones adversas con mayores probabilidades de éxito.

Como cualquier otro tipo de inteligencia se puede desarrollar con la práctica. A continuación, se exponen algunas estrategias para estimular la inteligencia emocional entre los más pequeños:

  1. Dejar que los menores expresen sus emociones y sentimientos y, como guías de ellos, escucharlos y expresar las propias. El autoconocimiento y la autoconciencia son fundamentales para el desarrollo de la inteligencia emocional.
  2. Mostrarle que son importantes.
  3. Hacerles entender que en la vida no siempre se puede tener lo que se quiere y que en ocasiones conseguir un objetivo cuesta esfuerzo y trabajo.
  4. Enseñarles que cuando se presenta un problema, lo primero que hay que hacer es reflexionar y posteriormente actuar de una forma pacífica, sin lastimar a nadie.
  5. Enseñarles a ver las cosas desde una perspectiva optimista.
  6. Dar ejemplo en que la mejor manera de solucionar los conflictos es conversando.
  7. Resaltar los aspectos positivos por encima de los negativos, así como aplaudir los avances que se produzcan.

Referencias:

  • Bisquerra, R. (2004). Diseño, aplicación y evaluación de programas de educación emocional. En M. J. Iglesias, C. Hué y A. Couce (Eds.), El reto de la educación emocional en nuestra sociedad (pp. 121-161). A Coruña: Universidad de A Coruña.
  • De Andrés, C. (2005). La educación emocional en edades tempranas y el interés de su aplicación en la escuela. Tendencias pedagógicas, 10, 107-124. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1407971
  • Elía, Tobías y Friedlander (2003). Educar con inteligencia emocional. Cómo conseguir que nuestros hijos sean sociables, felices y responsables. Barcelona: Plaza y Janés.
  • Goleman, D. (1996). Inteligencia Emocional. Barcelona:
  • Ortega, M. C. (2010). La educación emocional y sus implicaciones en la salud. Revista Española de Orientación y Psicopedagogía, 21(2), 462-470. Recuperado de http://revistas.uned.es/index.php/reop/article/view/11559

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02/12/2018 Sin categoría

Trastorno de Pánico con o sin Agorafobia:  Criterios diagnósticos según DSM-V y tratamientos basados en la evidencia empírica (TBE).

 

La característica principal de los Trastornos de Pánico (TP) es la aparición de crisis de angustia o ataques de pánico recurrentes. A continuación, se explicarán las principales características del ataque de pánico, la agorafobia y el trastorno de pánico tomando como referencia las aportaciones de la última versión del Manual Diagnostico y Estadístico de los trastornos mentales, comúnmente conocido como DSM-V.

El Ataque de Pánico (AP) según el DSM-V se caracteriza por la presencia temporal o aislada de miedo o de malestar intenso, acompañado al menos de cuatro de los siguientes síntomas físicos y cognitivos: 1) Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardíaca; 2) Sudoración; 3) Temblor o sacudidas; 4) Sensación de dificultad para respirar o de asfixia; 5) Sensación de ahogo; 6) Dolor o molestias en el tórax; 7) Náuseas o malestar abdominal; 8) Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo; 9) Escalofríos o sensación de calor; 10) Parestesias (sensación de entumecimiento o de hormigueo); 11) Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (separarse de uno mismo); 12) Miedo a perder el control o de “volverse loco”; 13) Miedo a morir.

Los Ataques de Pánico (AP) se pueden producir en el contexto de cualquier trastorno de ansiedad, así como en otros trastornos mentales y en algunas afecciones médicas. Por ello que es necesario anotarlo como un especificador. Por el contrario, el diagnóstico del Trastorno de Pánico no se utiliza como especificador ya que la presencia de un ataque de pánico esta englobada en los criterios para el trastorno.

Siguiendo con las consideraciones del DSM-V en torno al Ataque de Pánico (AP) hay que mencionar que este está definido como: la aparición súbita de miedo intenso o de malestar intenso que alcanza su máxima expresión en minutos y durante ese tiempo se producen al menos 4 de los síntomas mencionados en párrafos superiores. Además, añade la nota de que “La aparición súbita se puede producir desde un estado de calma o desde un estado de ansiedad”. Otra novedad de DSM-V con respecto al anterior manual es que tiene una mayor consideración sobre los aspectos culturales.

Criterios Diagnósticos para el especificador de Ataque de Pánico:

Nota: Los síntomas se presentan con el propósito de identificar un ataque de pánico. El ataque de pánico no es un trastorno mental y no se puede codificar. Los ataques de pánico se pueden producir en el contexto de cualquier trastorno de ansiedad, así como en otros trastornos mentales y en algunas afecciones médicas. Cuando se identifica la presencia de un ataque de pánico, se ha de anotar como un especificador (p.ej. “trastornos de estrés postraumático con ataque de pánico”). En el Trastorno de pánico la presencia de un ataque de pánico está contenida en los criterios para el trastorno y el ataque de pánico no se utiliza como un especificador.

La aparición súbita de miedo intenso o de malestar intenso que alcanza su máxima expresión en minutos y durante este tiempo se producen cuatro (o más) de los síntomas siguientes:

Nota: la aparición súbita se puede producir desde un estado de calma o desde un estado de ansiedad.

  1. Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardiaca.
  2. Sudoración.
  3. Temblor o sacudidas.
  4. Sensación de dificultad para respirar o de asfixia.
  5. Sensación de ahogo.
  6. Dolor o molestias en el tórax.
  7. Náuseas o malestar abdominal.
  8. Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo.
  9. Escalofríos o sensación de calor.
  10. Parestesias (sensación de entumecimiento o de hormigueo).
  11. Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (separarse de uno mismo).
  12. Miedo a perder el control o a “volverse loco.”
  13. Miedo a morir.

Nota: se pueden observar síntomas específicos de la cultura. Estos síntomas no se cuentan como uno de los cuatro síntomas requeridos.

Por su parte la Agorafobia es otro trastorno que tradicionalmente ha estado muy relacionado con el Trastorno de Pánico (TP). Este trastorno se caracteriza por la ocurrencia de ansiedad al encontrarse en situaciones en la que escapar resulta muy difícil o podría no disponer de ayuda si aparecieran los síntomas del Trastorno de Pánico. Una novedad del DSM-V es que la agorafobia se ha eliminado como síndrome y se ha establecido como trastorno.

 

Criterios Diagnósticos para la Agorafobia:

  1. Miedo o ansiedad intensa acerca de dos (o más) de las cinco situaciones siguientes:
  2. Uso del transporte público (p. ej., automóviles, autobuses, trenes, barcos, aviones).
  3. Estar en espacios abiertos (p. ej., zonas de estacionamiento, mercados, puentes).
  4. Estar en sitios cerrados (p. ej., tiendas, teatros, cines).
  5. Hacer cola o estar en medio de una multitud.
  6. Estar fuera de casa solo.
  7. El individuo teme o evita estas situaciones debido a la idea de que escapar podría ser difícil o podría no disponer de ayuda si aparecen síntomas tipo pánico u otros síntomas incapacitantes o embarazosos (p. ej., miedo a caerse en las personas de edad avanzada; miedo a la incontinencia).
  8. Las situaciones agorafóbicas casi siempre provocan miedo o ansiedad.
  9. Las situaciones agorafóbicas se evitan activamente, requieren la presencia de un acompañante o se resisten con miedo o ansiedad intensa.
  10. El miedo o la ansiedad es desproporcionado al peligro real que plantean las situaciones agorafóbicas y al contexto sociocultural.
  11. El miedo, la ansiedad o la evitación es continuo, y dura típicamente seis o más meses.
  12. El miedo, la ansiedad o la evitación causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
  13. Si existe otra afección médica (p. ej., enfermedad intestinal inflamatoria, enfermedad de Parkinson), el miedo, la ansiedad o la evitación es claramente excesiva.
  14. El miedo, la ansiedad o la evitación no se explica mejor por los síntomas de otro trastorno mental, por ejemplo, los síntomas no se limitan a la fobia específica, a la situación; no implican únicamente situaciones sociales (como en el trastorno de ansiedad social) y no están exclusivamente relacionados con las obsesiones (como en el trastorno obsesivo compulsivo), defectos o imperfecciones percibidos en el aspecto físico (como en el trastorno dismórfico corporal), recuerdo de sucesos traumáticos (como en el trastorno de estrés postraumático) o miedo a la separación (como en el trastorno de ansiedad por separación).

Nota: se diagnostica agorafobia independientemente de la presencia de trastorno de pánico. Si la presentación en un individuo cumple los criterios para el trastorno de pánico y agorafobia, se asignarán ambos diagnósticos.

Ambos trastornos no están relacionados en el DSM-V como ocurría en el DSM-IV TR, sino que son dos diagnósticos distintos, con criterios separados. Este cambio pone de manifiesto que muchas personas con agorafobia no tienen síntomas de pánico. Por lo que la agorafobia ha quedado como un trastorno que puede o no ser comórbido con el Trastorno de Pánico (TP). En los nuevos criterios del DSM-V aparece una nota que plantea que, si una persona cumple los criterios para el trastorno de pánico y agorafobia, se asignaran los dos diagnósticos diferenciados.

Si nos centramos en el Trastorno de Pánico (TP), tal como hemos comentado unas líneas más arriba, en el DSM-5 desaparecen los diagnósticos de TP con agorafobia y TP sin agorafobia.

 

Criterios Diagnósticos del Trastorno de Pánico:

  1. Ataques de pánico imprevistos recurrentes. Un ataque de pánico es la aparición súbita de miedo intenso o de malestar intenso que alcanza su máxima expresión en minutos y durante este tiempo se producen cuatro (o más) de los síntomas siguientes:

Nota: La aparición súbita se puede producir desde un estado de calma o desde un estado de ansiedad.

  1. Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardiaca.
  2. Sudoración.
  3. Temblor o sacudidas.
  4. Sensación de dificultad para respirar o de asfixia.
  5. Sensación de ahogo.
  6. Dolor o molestias en el tórax.
  7. Náuseas o malestar abdominal.
  8. Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo.
  9. Escalofríos o sensación de calor.
  10. Parestesias (sensación de entumecimiento o de hormigueo).
  11. Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (separarse de uno mismo).
  12. Miedo a perder el control o de “volverse loco.”
  13. Miedo a morir.
  14. Al menos a uno de los ataques le ha seguido un mes (o más) de uno o los dos hechos siguientes:
  15. Inquietud o preocupación continua acerca de otros ataques de pánico o de sus consecuencias (p. ej., pérdida de control, tener un ataque de corazón, “volverse loco”).
  16. Un cambio significativo de mala adaptación en el comportamiento relacionado con los ataques (p. ej., comportamientos destinados a evitar los ataques de pánico, como evitación del ejercicio o de las situaciones no familiares).
  17. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) ni a otra afección médica (p. ej., hipertiroidismo, trastornos cardiopulmonares).
  18. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental (p. ej., los ataques de pánico no se producen únicamente en respuesta a situaciones sociales temidas, como en el trastorno de ansiedad social; en repuesta a objetos o situaciones fóbicas concretos, como en la fobia específica; en respuesta a obsesiones, como en el trastorno obsesivo-compulsivo; en respuesta a recuerdos de sucesos traumáticos, como en el trastorno de estrés postraumático; o en respuesta a la separación de figuras de apego, como en el trastorno de ansiedad por separación).

 

Tratamientos basados en la evidencia empírica (TBE) para este trastorno:

La mayor evidencia empírica de la que disponemos en cuanto a tratamientos para el Trastorno de Pánico es la Terapia Cognitivo Conductual (TCC), además hay otras formas de psicoterapia como la Terapia Psicodinámica, Terapia de Apoyo, Psicoeducación y enfoques basados en Mindfulness. Además, contamos con varios protocolos diseñados específicamente para el TP, como el Programa de Tratamiento del Control del Pánico (TCP) del grupo de Barlow y el Programa de Terapia Cognitiva (TC) del grupo de Clark, ambos están validados empíricamente por la American Psychological Association.

Sin entrar en demasiado detalle, de forma general se podrá trabajar distintos aspectos, como, por ejemplo:

  • Llevar a cabo una buena psicoeducación, donde se abordarán aspectos tales como en que consiste el Trastorno de Pánico y Trastorno de Agorafobia junto con los Ataques de Pánico, explicación sobre los síntomas fisiológicos que el paciente experimenta, etc.
  • Relajación muscular, invitar al paciente a comprender la importancia de llevar a cabo una buena relajación muscular, entrenar al paciente en los ejercicios requeridos para llevar a término dicha relajación, etc.
  • Respiración antipánico, explicarle el sentido de la respiración antipánico y entrenamiento de la misma para que el paciente pueda ponerla en práctica antes un posible ataque de pánico.
  • Intervención cognitiva, se trabaja con los pensamientos del paciente, pensamientos anticipatorios al ataque de pánico, pensamientos rumiativos, etc.
  • Exposición interoceptiva, en este paso se trabaja con el paciente la exposición a los síntomas que normalmente experimenta ante un ataque de pánico tales como sudoración, aumento del ritmo cardiaco, sensación de mareo, de ahogo. El paciente se expone mediante unos ejercicios llevados a cabo en consulta que provocan las mismas sensaciones que las que el paciente tiene cuando manifiesta tener un ataque de pánico.
  • Exposición a situaciones agorafóbicas, en este caso se expondría al paciente a situaciones o lugares que le provoque miedo, como pueden ser ir en un trasporte público (autobús o metro), hacer cola en un supermercado, los espacios abiertos, los espacios cerrados.

 

Referencias Bibliográficas

American Psychiatric Association., Kupfer, D. J., Regier, D. A., Arango López, C., Ayuso-Mateos, J. L., Vieta Pascual, E., & Bagney Lifante, A. (2014). DSM-5: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (5a ed.).

Barlow, D. H., & Cerny, J. A. (1988). Psychological treatment of panic. Guilford Press.

Barlow, D. H. (2004). Psychological treatments. American psychologist, 59(9), 869.

Barlow, D. H. (2013). Anxiety and its disorders: The nature and treatment of anxiety and panic. Guilford Publications.

López, A. B. (2001). Tratamientos psicológicos eficaces para la agorafobia. Psicothema, 13(3), 453-464.



Tal y como recogen diversos medios estos días, los problemas de ansiedad y depresión constituyen uno de los principales motivos de consulta en Atención Primaria. La situación actual de crisis económica ha agravado notablemente la prevalencia de estos trastornos, de tal manera que los expertos advierten que en el 2020 constituirán la primera causa de discapacidad en el mundo.

Recientemente, en el marco de un congreso nacional sobre ansiedad y trastornos comórbidos, profesionales de la medicina han reconocido que los tratamientos farmacológicos actuales resultan insatisfactorios en estos casos, ya que sólo son efectivos en la mitad de los pacientes y su administración no elimina cierta patología residual que se mantiene en el tiempo.
En contrapartida, y si tenemos en consideración la evidencia científica de los últimos años, la terapia psicológica y, específicamente, la terapia cognitivo-conductual, ha demostrado ser una alternativa más eficaz y económica que los fármacos para el tratamiento de la ansiedad y de la depresión y, a diferencia del tratamiento farmacológico, no supone ningún riesgo para la salud y no presenta ningún efecto secundario adverso.
Además de reducir los síntomas de ansiedad y depresión y mantener estos cambios terapéuticos a largo plazo, el tratamiento psicológico proporciona otros beneficios en comparación con el tratamiento farmacológico, tales como una mayor adherencia al tratamiento, una disminución significativa del riesgo de recaídas y una elevada tasa de recuperación (es decir, a diferencia de los fármacos, no deja ninguna “patología residual”), evitando la cronificación del trastorno y disminuyendo, consiguientemente, el número de visitas al médico y los días de hospitalización.
De hecho, las principales guías de práctica clínica basadas en la evidencia científica, tanto internacionales como nacionales (como la del National Institute for Health and Clinical Excellence –NICE-), recomiendan la terapia cognitivo-conductual como el tratamiento de primera elección para el trastorno depresivo leve y moderado, el trastorno de angustia, el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno de ansiedad generalizada y las fobias específicas.
Asimismo, el tratamiento psicológico es aconsejable por encima del farmacológico cuando el problema de salud mental que presenta el paciente está complicado por otras condiciones médicas, como abuso de alcohol o drogas, o problemas crónicos de salud física, así como en el caso de niños, adolescentes y mujeres embarazadas, debido al riesgo elevado para la salud que supone el consumo de psicofármacos en estos grupos de pacientes. Sólo en los casos severos se recomienda el uso de medicación, pero siempre en combinación con tratamiento cognitivo-conductual, e informando al paciente sobre los objetivos terapéuticos, la duración del tratamiento farmacológico, los posibles efectos secundarios y los riesgos que conlleva una interrupción brusca de la medicación.

Por todos estos motivos, numerosos organismos competentes en materia de salud -como la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Instituto Nacional para la Salud y la Excelencia Clínica del Reino Unido (NICE) o la Federación Mundial de la Salud Mental (WFMH)- señalan las ventajas económicas y psicosociales de la implementación de terapias psicológicas en los servicios de Atención Primaria, así como la necesidad de los ciudadanos de recibir otro tipo de atención sanitaria menos medicalizada, más humanizada y, sobre todo, más ajustada a sus necesidades.
Fuente Infocop Online


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