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El mutismo selectivo es la dificultad que presentan algunos niños para comunicarse verbalmente en entornos y situaciones sociales poco familiares y/o con personas poco conocidas.

El mutismo selectivo conlleva altos niveles de sufrimiento personal, además de importantes problemas de adaptación al entorno. Puede dificultar el desarrollo afectivo-emocional y repercutir negativamente (en función de su gravedad y del grado de generalización del rechazo a hablar) en el desarrollo social, personal y académico del niño. Además estos alumnos  tienen algunos rasgos de personalidad característicos como timidez, retraimiento social, dependencia, perfeccionismo, etc, que pueden agudizar el problema o contribuir a su consolidación.

Las causas del mutismo son psicológicas, principalmente asociadas a la ansiedad. El niño con mutismo selectivo experimenta ansiedad ante determinadas situaciones sociales, que interpreta como amenazantes. En ese escenario aparece el miedo a ser juzgado por los demás o el temor a no dar la respuesta adecuada, que hacen que la situación sea vivida por el pequeño como una auténtica amenaza, y le produzca el bloqueo o inhibición del habla.

 

SÍNTOMAS DEL MUTISMO SELECTIVO INFANTIL

  • Síntomas físicos: mutismo, dolor de estómago, náuseas, vómitos, dolores en las articulaciones, dolores de cabeza, dolor en el pecho, dificultad para respirar, diarrea…
  • Emocional: cuando el niño es pequeño, puede que no parezca molesto por el mutismo ya que los compañeros lo aceptan más. A medida que los niños crecen, la confusión interna comienza a aparecer junto con aspectos negativos de la ansiedad.
  • Demoras en el desarrollo: una proporción de niños con mutismo selectivo tiene retrasos en el desarrollo. Algunos tienen retrasos múltiples y presentan el diagnostico de un trastorno del espectro autista, como el trastorno generalizado del desarrollo, Asperger o Autismo. Los retrasos incluyen el desarrollo motor, de comunicación y/o social.
  • Síntomas comunes: quisquilloso, sensible a las multitudes, luces, sonidos, tacto, es decir, tiene los sentidos intensificados y ciertas dificultades de autorregulación.
  • Comportamentales: son niños inflexibles y obstinados, malhumorados, mandones, asertivos y dominantes en casa. También pueden presentar cambios de humor dramáticos, episodios de llanto, abstinencia, evasión y negación. Estos niños necesitan un control interno, orden y estructura, y pueden tener dificultades con los cambios o transiciones. Algunos pueden actuar de forma tonta o negativa ya sea en la escuela, en fiestas… Esto se debe a que han desarrollado mecanismos de adaptación inadecuados para combatir su ansiedad.
  • Dificultades de comunicación: algunos niños pueden tener dificultad para responder de forma no verbal a los demás, es decir, no pueden señalar o asentir en respuesta a una pregunta de los profesores o contestar gracias. Para muchos decir hola o adiós es muy difícil. Pero esto es situacional. Un mismo niño puede responder de forma verbal y adecuada cuando está cómodo. Estos problemas de comunicación se traducen en grandes dificultades en las interacciones sociales.

 

DIAGNÓSTICO

Criterios diagnósticos

  • El mutismo selectivo es descrito en el DSM-5 como un fracaso constante para hablar en situaciones específicas (p.ej., escuela, situaciones sociales) a pesar de hacerlo en otras situaciones (p.ej., hogar) (Asociación Americana de Psiquiatría, 2013)
  • El DSM-5 especifica que, para establecer el diagnóstico, la ausencia específica del habla debe estar presente por lo menos durante un mes. Esto no aplica al primer mes de escuela, debido a que muchos niños se tornan silenciosos cuando enfrentan una situación nueva, como lo es el ingresar a la escuela
  • El fracaso para hablar no se puede atribuir a la falta de conocimientos o a la incomodidad con el lenguaje hablado necesario en la situación social
  • La alteración no es explicada mejor por un trastorno de la comunicación (p.ej., trastorno de fluidez de inicio en la infancia o tartamudeo) y no se produce exclusivamente durante el curso de un trastorno del espectro del autismo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico

 

TRATAMIENTO

Puede ser útil conceptualizar el tratamiento considerando tres grupos de factores:

  1. Factores de vulnerabilidad (genética, temperamento, ansiedad social, inhibición conductual, y trastornos del neurodesarrollo). El foco del tratamiento no es modificar el temperamento. Si existe un trastorno del neurodesarrollo, debe implementarse ayuda adecuada en la escuela.
  2. Factores desencadenantes (transiciones y eventos inesperados como comenzar a la escuela, migración, tener que usar un nuevo idioma). Los niños con MS tienen mejores resultados cuando se les prepara, se les entrena, y se les da más tiempo para ajustarse a la nueva situación o transición, así como también cuando se les proporciona un ambiente estructurado, donde saben qué esperar.
  3. Factores mantenedores (la conducta de las personas que rodean al niño con mutismo). Hay dos riesgos opuestos. Uno es aceptar la evitación a hablar del niño, hablar por él/ella, y aceptar su incapacidad para mejorar su comunicación. El otro es esperar una comunicación que el niño es incapaz de realizar en esa situación específica. Aunque tienen buenas intenciones, ambas actitudes no ayudan, aumentan el malestar del niño, y pueden agravar los síntomas.

La intervención psicológica de la inhibición del habla del pequeño debe ser llevada a cabo por un profesional, y engloba los siguientes aspectos:

  • El desarrollo de técnicas para reducir la ansiedad del niño.
  • La exposición gradual a situaciones temidas. El terapeuta programa la exposición a las situaciones que se teme. Se trata de ir aumentando las experiencias comunicativas poco a poco para que el pequeño gane seguridad y competencias. Se ha de empezar en un entorno controlado, por una situación que genere poca ansiedad (por ejemplo, el niño habla con la madre en presencia del terapeuta, después habla con el terapeuta en presencia de la madre, después habla con el terapeuta sin la madre…), a medida que supera la ansiedad, se comienza con situaciones y contextos más difíciles.
  • Técnicas de modificación de conducta. Se pueden emplear programas de economía de fichas, o contratos conductuales, para registrar el progreso del niño y aumentar su motivación.
  • Modelado y automodelado. Se trata de hacer de modelo con el niño para que pueda ensayar su conducta en las situaciones temidas.

 

BIBLIOGRAFÍA

Rodríguez ,C. Webconsultas:Revista de salud y bienestar. Mutismo selectivo. Recuperado de: https://www.webconsultas.com/bebes-y-ninos/psicologia-infantil/causas-del-mutismo-selectivo-en-los-ninos

Oerbeck B, Manassis K, Overgaard KR, Kristensen H. Mutismo selectivo (Irarrázaval M, Martin A, Prieto-Tagle F, Mezzatesta M. trad.). En Rey JM (ed), Manual de Salud Mental Infantil y Adolescente de la IACAPAP. Ginebra: Asociación Internacional de Psiquiatría del Niño y el Adolescente y Profesiones Afines 2018

 

 


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Las Nuevas tecnologías hacen más fácil nuestra vida cotidiana. El atractivo de Internet para los jóvenes es que se caracteriza por la respuesta rápida, las recompensas inmediatas, la interactividad y las múltiples ventanas con diferentes actividades. El uso es positivo, siempre que no se dejen de lado el resto de las actividades propias de una vida normal (estudiar, hacer deporte, ir al cine, salir con los amigos o relacionarse con la familia).

¿Cuándo se convierte en un problema? cuando el abuso de la tecnología provoca aislamiento, induce ansiedad, afecta a la autoestima y le hace perder al sujeto su capacidad de control.

Los componentes fundamentales de los trastornos adictivos son pérdida de control, aparición de síndrome de abstinencia, fuerte dependencia psicológica, interferencia en la vida cotidiana y pérdida de interés por otras actividades (Echeburúa, 1994).

Para Griffiths (1998) cualquier comportamiento que cumpla estos seis criterios será definido será definido operacionalmente como adicción:

  • Saliencia : Una actividad particular se convierte en la más importante en la vida del individuo y domina sus pensamientos, sentimientos y conducta.
  • Modificación del humor: Experiencias subjetivas que la gente experimenta como consecuencia de implicarse en la actividad.
  • Tolerancia: Proceso por el cual se requiere incrementar la cantidad de una actividad particular para lograr los mismos efectos.
  • Síndrome de abstinencia: Estados emocionales desagradables y/o efectos físicos que ocurren cuando una actividad particular es interrumpida o repentinamente reducida.
  • Conflicto: Se refiere a los conflictos que se desarrollan entre el adicto y aquellos que le rodean (conflicto interpersonal), conflictos con otras actividades (trabajo, vida social, intereses, aficiones), o dentro de los propios individuos que están involucrados con la actividad particular.
  • Recaída: Es la tendencia a volver a los patrones tempranos de la actividad en la forma más extrema de la adicción tras muchos años de abstinencia o control.

 

Señales de alarma

Las principales señales de alarma que denotan una dependencia a las TIC o a las redes sociales y que pueden ser un reflejo de como una afición se convierte en una adicción son las siguientes (Echeburúa y Corral, 2010):

  • a) Privarse de sueño (<5 horas) para estar conectado a la Red, a la que se dedica unos tiempos de conexión anormalmente altos
  • Descuidar otras actividades importantes, como el contacto con la familia, relaciones sociales, estudio…
  • Recibir quejas en relación con el uso de la Red o del “Smartphone” de alguien cercano, como los padres o hermanos.
  • Pensar en la Red o en el “Smartphone” constantemente, incluso cuando no se está conectado y sentirse irritado excesivamente cuando la conexión falla o va muy lenta.
  • Mentir sobre el tiempo real que se está conectado o jugando a un videojuego.
  • Aislarse socialmente, mostrarse irritable y bajar el rendimiento de los estudios.
  • Sentir una euforia y activación anormal cuando se está delante del “Smartphone”

 

Tratamiento psicológico

En lo que se refiere al tratamiento, Griffiths y Meredith (2009) plantearon que la terapia más adecuada para la intervención en la adicción a videojuegos e internet es la cognitivo- conductual, y en esta misma dirección King, Delfabbro y Griffiths (2010) presentaron algunas técnicas para el tratamiento de la dependencia de videojuegos como:

  • El autorregistro para reflejar el uso que se realiza y la toma de conciencia de las consecuencias del uso excesivo.
  • Establecimiento de objetivos.
  • La psicoeducación.
  • Modificación de los pensamientos irracionales.

En España, Echeburúa (1999) ha elaborado un programa de tratamiento para adicciones psicológicas que también es aplicable en el caso de Internet. Este programa consta de los siguientes elementos:

  • Control de los estímulos vinculados a la adicción.
  • Exposición prolongada a los elementos suscitadores del ansia por la conducta adictiva · Solución de problemas específicos.
  • Creación de un nuevo estilo de vida.
  • Prevención de recaídas

El objetivo terapéutico en las adicciones sin drogas es el reaprendizaje de la conducta de una forma controlada. Concluida la intervención terapéutica inicial, los programas de prevención de recaídas, en los que se prepara al sujeto para afrontar las situaciones críticas y para abordar la vida cotidiana de una forma distinta, pueden reducir significativamente el número de recaídas

La familia influye a la hora de la intervención  ya que del mismo modo que esta se ve afectada por la presencia de un trastorno adictivo, a su vez la familia influye en éste, de modo que las interacciones con miembros de la familia pueden agravar o perpetuar al problema o ayudar a resolverlo (Hervás y Gradolí, 2001).

Para saber más:

También os puede interesar:

 

Bibliografía

Echeburúa, E., & De Corral, P. (2010). Adicción a las nuevas tecnologías ya las redes sociales en jóvenes: un nuevo reto. Adicciones22(2), 91-96.

Marco, C., & Montañés, M. C. (2013). Tratamiento cognitivo-conductual en un caso de adicción a Internet y videojuegos. International journal of psychology and psychological therapy13(1), 125-141.

Odriozola, E. E. (2012). Factores de riesgo y factores de protección en la adicción a las nuevas tecnologías y redes sociales en jóvenes y adolescentes. Revista española de drogodependencias4, 435-48.

López, A. L. (2004). Adicción a Internet: conceptualización y propuesta de intervención. Revista Profesional Española de Terapia Cognitivo-Conductual2(1), 22-52.

Botella, H. C. (2007). Redes de apoyo para la integración social: la familia. Salud y drogas1(1), 45-56.


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Cuando hablamos de encopresis se trata de la excreción repetida de heces en lugares no adecuados como la ropa, en niños mayores de 4 años sin que haya una causa orgánica que lo provoque (Comeche y Vallejo, 2016).

Los criterios diagnósticos que establece el DSM-5 para la encopresis, son los siguientes (APA, 2013):

  • Criterio A. Excreción repetida de heces en lugares inapropiados, ya sea involuntaria o voluntaria.
  • Criterio B. Al menos uno de estos episodios se produce cada mes durante un mínimo de tres meses.
  • Criterio C. La edad cronológica es al menos de 4 años (o grado de desarrollo equivalente).
  • El comportamiento no se puede atribuir a los efectos de una sustancia u otra afección médica.

Se pueden distinguir dos tipos, la encopresis con estreñimiento e incontinencia por desbordamiento siendo la más frecuente o la encopresis sin estreñimiento ni incontinencia por desbordamiento.

Tratamiento

Para el tratamiento de la encopresis existen estrategias médicas y conductuales y la aplicación de ambas sería lo ideal. Esto en ocasiones no es posible o bien ocurre en el tiempo una primera y después la otra (Comeche y Vallejo, 2016).

En lo que se refiere al tratamiento médico se usa medicación oral, rectal o la combinación de ambas. Además se dan una serie de pautas alimenticias (incluir alimentos altos en fibra) así como hábitos intestinales.

El tratamiento conductual varía en función del caso y los objetivos de este tipo de intervenciones son (Bragado, 2002):

  • que el niño aprenda y establezca aquellas conductas necesarias para la continencia
  • enseñar e instaurar hábitos de evacuación regular
  • corregir aquellas rutinas de defecación erróneas que puedan estar influyendo en el problema
  • disminuir las respuestas emocionales

Para llevar a cabo de la intervención y además lograr los objetivos se pueden utilizar diferentes técnicas. El reforzamiento positivo es la más usada y es útil tanto para que los nuevos hábitos se afiancen como para aumentar la ocurrencia de las nuevas conductas. También se usan técnicas relacionadas con el castigo y que se aplican de forma inmediata, algunos ejemplos son: limpieza de lo ensuciado, coste de respuesta… Ambas técnicas se usan normalmente dentro de una economía de fichas o tabla de recompensas (Comeche y Vallejo, 2016). La economía de fichas en estos casos se usan para instaurar nuevas conductas, por cada una realizada el niño/a recibe una ficha y al final de un periodo de tiempo, que puede ser diario o semanal, según las fichas conseguidas puede conseguir un premio previamente consensuado. En este caso el coste de respuesta consistiría en retirar al niño fichas.

Por otro lado existen programas concretos para generar nuevos hábitos de defecación. Estos programas se sirven de diferentes técnicas y estrategias para que el niño sea capaz de evacuar en el baño de forma regular. Algunos de los procedimientos que se usan son, que el niño se siente después de cada comida en el váter durante un tiempo determinado y reforzar estos comportamientos, para como se ha visto anteriormente, aumente la probabilidad de que el niño realice la conducta (Comeche y Vallejo, 2016)

Referencias

American Psychiatric Association (2013). Diagnostic and statiscal manual of mental disorders (5ª.ed) Arlington, VA: Autor.

Bragado, C. (2002). Trastornos de eliminación: enuresis y encopresis. En: M. Servera (Coord.) Intervención en los trastornos del comportamiento infantil. Una perspectiva conductual de sistemas. Madrid: Pirámide.

Comeche, M.I y Vallejo, M.A. (2016). Manual de Terapia de Conducta en la Infancia. Madrid: Dykinson.


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Cuando se habla de enuresis se hace referencia a la emisión de orina, ya se sea de forma voluntaria o involuntaria en lugares que no son apropiados (cama, ropa). Para diagnosticar enuresis, es necesario que el niño tenga más de 5 años, ya que a esa edad se da por hecho que los niños deberían controlar la orina y que no exista ninguna patología orgánica que cause el problema. Existen diferentes tipos en función del momento del día en que ocurra el escape de orina: enuresis nocturna cuando la micción ocurre en la cama mientras duerme; enuresis diurna cuando el niño está despierto y moja la ropa y enuresis mixta cuando la incontinencia ocurre tanto de día como de noche (Comeche y Vallejo, 2016).

Los criterios diagnósticos según el DSM-5 (APA, 2013) para la enuresis son los siguientes:

  • Criterio A. Emisión repetida de orina en la cama o en la ropa, ya sea de manera voluntaria o involuntaria
  • Criterio B. El comportamiento es clínicamente significativo cuando se manifiesta con una frecuencia de al menos dos veces por semana durante un mínimo de tres meses consecutivos o por la presencia de malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, académico (laboral) u otras áreas importantes del funcionamiento.
  • Criterio C. La edad cronológica es de por lo menos 5 años (o un grado de desarrollo equivalente).
  • Criterio D. El comportamiento no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia u otra afección médica.

Especificar si: Sólo nocturna, sólo diurna, nocturna y diurna.

Tratamiento

Existen dos alternativas de tratamiento para la enuresis. Por un lado tenemos el tratamiento farmacológico, concretamente se usa la desmoprexina como fármaco de primera elección y se toma de forma diaria. A pesar de que los fármacos se muestren eficaces estos presentan una serie de efectos secundarios y además se ha comprobado que en la mayoría de los casos, una vez que se suspende el tratamiento los escapes vuelven a aparecer (Comeche y Vallejo, 2016).

La otra alternativa de tratamiento es el psicológico, usando concretamente técnicas conductuales. Existen tres procedimientos

  • Método de alarma urinaria. Este método es el más usado para la enuresis nocturna y consiste en colocar un sensor de humedad en la ropa interior del niño que está vinculado a una alarma que sonará en caso de que ocurra el escape y que persigue despertar al niño. Una vez despierto, el niño deberá realizar una serie de pasos hasta que vuelve a meterse en la cama. El tiempo medio de tratamiento es de 8-10 semanas.
  • Entrenamiento en retención voluntaria de orina. En este caso el procedimiento consiste en que el niño aprenda a aguantar la orina de forma intencionada durante un tiempo que irá aumentando. El objetivo de este entrenamiento es aumentar la capacidad de la vejiga. En lo que se refiere a la eficacia de forma aislada es limitada, pero si resulta útil combinada con otras estrategias.
  • Entrenamiento en cama seca. Se trata de un programa multicomponente ya que además de técnicas operantes incluye aspectos sociales y motivacionales. Las estrategias que lo componen son las siguientes:
    • Alarma urinaria: anteriormente descrita
    • Entrenamiento en despertar: se despierta al niño cada cierto tiempo para que vaya al baño.
    • Ingestión de líquidos durante la tarde-noche.
    • Entrenamiento en retención: explicada anteriormente.
    • Reforzamiento positivo: es importante reforzar/premiar los logros del niño tanto en retención de la orina como en mantener la cama seca.
    • Consecuencia aversivas como son regañina, entrenamiento en limpieza (cambiar sábanas, ropa…), etc.

Este entrenamiento se organiza en dos fases y su eficacia está bien demostrada.

Referencias.

American Psychiatric Association (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders. (5th ed.). Washington: D.C.: APA.

Comeche, M.I. y Vallejo, M.V. (2016). Manual de Terapia de Conducta en la Infancia. Madrid: Dykinson.


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El trastorno negativista desafiante suele ponerse de manifiesto antes de los 8 años de edad y en general no más tarde del inicio de la adolescencia. Los síntomas negativistas acostumbran a aflorar en el ambiente familiar, pero con el paso del tiempo pueden producirse en otros ambientes. Su inicio es típicamente gradual, y suelen mantenerse a lo largo de meses o años. En una proporción significativa de casos el trastorno negativista desafiante constituye un antecedente evolutivo del trastorno disocial.

Los factores implicados en el trastorno negativista desafiante se dividen en los siguientes tipos:

Factores biológicos

  • Temperamento (características innatas de la personalidad).
  • Carga genética (presencia de trastorno de conducta en alguno de los progenitores).

Factores psicológicos

  • Bajo CI.
  • Dificultades en el aprendizaje.
  • Bajo nivel de habilidades sociales.

Factores sociales

  • Ambiente familiar desestructurado o violento.
  • Divorcio de los padres.
  • Estilo educativo negligente.
  • Estilo educativo autoritario.
  • Grupo de pares con trastornos disruptivos.

Los criterios diagnósticos del DSM-5 para el trastorno negativista- desafiante.

  1. Un patrón de enfado/ irritabilidad, discusiones/actitud desafiante o vengativa que dura por lo menos seis meses, que se manifiesta por lo menos con cuatro síntomas de cualquiera de las categorías siguientes y que se exhibe durante la interacción por lo menos con un individuo que no sea un hermano.

Enfado/irritabilidad

  1. A menudo pierde la calma.
  2. A menudo está susceptible o se molesta con facilidad.
  3. A menudo está enfadado y resentido.

Discusiones/actitud desafiante

  1. Discute a menudo con la autoridad o con los adultos, en el caso de los niños y los adolescentes.
  2. A menudo desafía activamente o rechaza satisfacer la petición por parte de figuras de autoridad o normas.
  3. A menudo molesta a los demás deliberadamente.
  4. A menudo culpa a los demás por sus errores o su mal comportamiento.

Vengativo

  1. Ha sido rencoroso o vengativo por lo menos dos veces en los últimos seis meses.
  2. Este trastorno del comportamiento va asociado a un malestar en el individuo o en otras personas de su entorno social inmediato (es decir, familia, grupo de amigos, compañeros de trabajo) o tiene un impacto negativo en las áreas social, educativa, profesional u otras importantes.
  3. Los comportamientos no aparecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno psicótico, un trastorno por consumo de sustancias, un trastorno depresivo o uno bipolar. Además, no se cumplen los criterios de un trastorno de desregulación perturbador del estado de ánimo.

TRATAMIENTO

Desde Albanta Logopedia y psicología aplicamos un tratamiento multimodal, debido a que es necesaria la intervención mediante distintas modalidades terapéuticas. El tratamiento principal está basado en la psicoterapia cognitiva y conductual. Las estrategias conductuales han demostrado su efectividad en la reducción de las conductas-problema y en la mejora de los síntomas del comportamiento. Asimismo, es necesario el entrenamiento de padres, educadores y maestros en técnicas de modificación del comportamiento y resolución de conflictos. Es necesaria una adecuada coordinación entre todos los profesionales implicados. La utilización precoz de estas medidas mejora el pronóstico. La aplicación de las medidas psicológicas se realiza en todos los contextos del niño: escolar, familiar y social.

Es necesario tener en cuenta las siguientes consideraciones:

  • La psicoterapia se debe aplicar de manera continua. No se pueden establecer descansos (p. ej., los fines de semana), ya que suponen un retroceso en los logros.
  • Es necesario una minuciosa coordinación sobre las pautas utilizadas, para aplicarlas en todos los entornos (escolar, en casa, etc.).
  • Hay que evaluar los problemas del niño de manera individual, priorizando las actuaciones sobre aquellos problemas más importantes. Programas iguales aplicados sobre niños con síntomas similares pueden producir efectos contrarios, por lo que hay que reevaluar de manera periódica la efectividad de la intervención.
  • Hay que tener en cuenta que estamos realizando un aprendizaje, no un castigo. Siempre aclarar al niño que le damos disciplina y que no significa que no tengamos cariño por él.

La psicoterapia conductual se basa en una serie de estrategias encaminadas a favorecer los comportamientos positivos y a disminuir los comportamientos problemáticos.

Las principales técnicas conductuales son las siguientes:

Técnicas conductuales
Extinción Ignorar el comportamiento disruptivo. Se utiliza en situaciones en las que la atención del entorno ayuda a mantener la conducta problemática. Cuando se detecta el inicio de un episodio, se ignora la conducta problemática que desarrolla el niño desde su comienzo.
Corrección: Se basa en la interposición de una señal u orden en el momento en el que el niño realiza la conducta disruptiva. Se puede utilizar, por ejemplo, la palabra “no” en los niños más pequeños. Se debe decir de manera firme, con seriedad en el rostro y con mirada fija. Para que el “no” surta efecto, previamente tenemos que estimular un estilo comunicativo propositivo en el entorno del niño.
Economía de fichas Consiste en registrar las conductas positivas del niño y, cuando se consiga un número de registros pactado entre el registrador y el niño, asociar un reforzador positivo.
Contrato de contingencias: Es un documento que recoge los resultados de una negociación. Se establece por escrito después del periodo en el que el educador o familiar del niño o adolescente discuten sobre un tema sobre el que existen posturas distantes. Además debe recoger las consecuencias de que alguna de las dos partes rompa el contrato. Al final, las dos partes firman el documento.

La psicoterapia cognitiva son procedimientos encaminados a reestructurar los pensamientos del sujeto y así lograr cambios en su conducta. Comprende una serie de técnicas encaminadas a modificar los pensamientos, creencias o actitudes del paciente. Las más importantes son las técnicas de autoinstrucciones, que consisten en autoverbalizaciones que sirven de instrucciones que el niño se va diciendo en voz baja para mejorar su comportamiento. Otras son los programas de autocontrol o de control del diálogo interno.

 

REFERENCIAS

Rodríguez, PJ. (2017). Trastornos del comportamiento. Pediatra Integral. XXI (2): 73-81.

Quiroga, S., Paradiso, L., Cryan, G., Auguste, L y Zaga, D.( 2004). Abordaje terapéutico para adolescentes tempranos con conductas perturbadoras: Trastorno negativista desafiante y trastorno disocial. XI Jornadas de Investigación. Facultad de Psicología – Universidad de Buenos Aires.


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Para entender mejor este tipo de trastorno debemos saber que es el estrés y como nuestro cuerpo actúa cuando se encuentra en dicha situación:

El Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) hace referencia a dos aspectos: Una respuesta de estrés que de manera natural es patológica, y el trauma en sí.

El estrés es una respuesta inespecífica de nuestro organismo ante una demanda. Va a existir un estresor al cual el organismo responderá buscando el equilibrio y la adaptación de este (homeostasis). Dicho estresor puede ser tanto psicológico como físico y la respuesta resultará adaptativa o patológica. Cuando el organismo responde ante el estresor de manera patológica estaríamos hablando de TEPT.

En el TEPT lo más importante es el impacto emocional que provoca un determinado suceso, desencadenando una serie de manifestaciones físicas y psicológicas. La APA (Asociación Psiquiátrica Americana) define el acontecimiento traumático como aquella situación psicológicamente estresante que sobrepasa la lista de experiencias habituales de la vida  (duelo, enfermedad de algún familiar, ruptura sentimental, etc…) y que afectará a casia todas las personas produciendo un miedo intenso y desesperanza en la vida de la persona.

Criterios diagnósticos del DSM-5 ( Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales- 5): 

A: Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o amenaza, en una (o más) de las formas siguientes:

  1. Experiencia directa del suceso traumático.
  2. Presencia directa del suceso ocurrido a otros.
  3. Conocimiento de que el suceso traumático ha ocurrido a un familiar próximo o a un amigo íntimo. En los casos de amenaza o realidad de muerte de un familiar o amigo, el suceso ha de haber sido violento o accidental.
  4. Exposición repetida o extrema a detalles repulsivos del suceso traumático (p. ej., socorristas que recogen restos humanos; policías repetidamente expuestos a detalles del maltrato infantil). 

B: Presencia de uno (o más) de los síntomas de intrusión siguientes asociados al suceso traumático, que comienza después del suceso traumático:

  1. Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del suceso traumático.
  2. Sueños angustiosos recurrentes en los que el contenido y/o el afecto del sueño está relacionado con el suceso traumático.
  3. Reacciones disociativas (p. ej., escenas retrospectivas) en las que el sujeto siente o actúa como si se repitiera el suceso traumático. (Estas reacciones se pueden producir de forma continua, y la expresión más extrema es una pérdida completa de conciencia del entorno presente.)
  4. Malestar psicológico intenso o prolongado al exponerse a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso traumático.
  5. Reacciones fisiológicas intensas a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso traumático.

C: Evitación persistente de estímulos asociados al suceso traumático, que comienza tras el suceso traumático, como se pone de manifiesto por una o las dos características siguientes:

  1. Evitación o esfuerzos para evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso traumático.
  2. Evitación o esfuerzos para evitar recordatorios externos (personas, lugares, conversaciones, actividades, objetos, situaciones) que despiertan recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso traumático.

D: Alteraciones negativas cognitivas y del estado de ánimo asociadas al suceso traumático, que comienzan o empeoran después del suceso traumático, como se pone de manifiesto por dos (o más) de las características siguientes:

  1. Incapacidad de recordar un aspecto importante del suceso traumático (debido típicamente a amnesia disociativa y no a otros factores como una lesión cerebral, alcohol o drogas).
  2. Creencias o expectativas negativas persistentes y exageradas sobre uno mismo, los demás o el mundo (p. ej., “Estoy mal,” “No puedo confiar en nadie,” “El mundo es muy peligroso,” “Tengo los nervios destrozados”).
  3. Percepción distorsionada persistente de la causa o las consecuencias del suceso traumático que hace que el individuo se acuse a sí mismo o a los demás.
  4. Estado emocional negativo persistente (p. ej., miedo, terror, enfado, culpa o vergüenza).
  5. Disminución importante del interés o la participación en actividades significativas.
  6. Sentimiento de desapego o extrañamiento de los demás.
  7. Incapacidad persistente de experimentar emociones positivas (p. ej., felicidad, satisfacción o sentimientos amorosos).

E: Alteración importante de la alerta y reactividad asociada al suceso traumático, que comienza o empeorar después del suceso traumático, como se pone de manifiesto por dos (o más) de las características siguientes:

  1. Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o ninguna provocación) que se expresan típicamente como agresión verbal o física contra personas u objetos.
  2. Comportamiento imprudente o autodestructivo.
  3. Respuesta de sobresalto exagerada.
  4. Problemas de concentración.
  5. Alteración del sueño (p. ej., dificultad para conciliar o continuar el sueño, o sueño inquieto).

F: La duración de la alteración (Criterios B, C, D y E) es superior a un mes.

G: La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

H: La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., medicamento, alcohol) o a otra afección médica.

 

Tratamiento

Desde Albanta. Logopedia y Psicología, te podemos ayudar. Entre algunas de las opciones de tratamiento estarían las siguientes:

  • Terapia cognitivo-conductual:

Se va a dividir  en tres fases:

  1. Fase psicoeducativa: el paciente es informado de su patología, los síntomas de la misma, y la forma de trabajo terapéutico. También se le explica el concepto de ideas o cogniciones disfuncionales y su influencia negativa sobre la conducta, sobre las características y el fundamento de las exposiciones a las situaciones evitadas. En esta fase mayormente se trabaja con ejercicios, autorregistros de detección de ideas, situaciones, emociones y la generación de pensamientos alternos.
  2. Fase cognitiva: se trabaja directamente sobre las ideas disfuncionales que contribuyen al sostenimiento del Trastorno y también del malestar. Hablamos de ideas disfuncionales cuando existen pensamientos que se activan automáticamente durante el procesamiento mental y que tienen ciertos errores. Se trata de que los pacientes, con ayuda del terapeuta, revisen sus pensamientos que generan malestar y los cambien por otros pensamientos más adaptativos.
  3. Fase conductual: El paciente se expone a lo sucedido en presencia del terapeuta, quien lo guía activamente en el proceso haciendo de figura de modelado, adaptando la exposición al paciente. Así se consigue restablecer su nivel de funcionamiento anterior por medio de la exposición gradual, (llamando a esta técnica Desensibilización Sistemática) a las situaciones que comenzó a evitar por temor a enfrentarlas ya que han quedado condicionadas al suceso traumático. Se busca la “Habituación”, mediante el cual el paciente al exponerse reiteradas veces a las situaciones temidas, se “acostumbraría” (habituaría) a ellas, generándose entonces una disminución en los niveles de ansiedad, que se han disparado tras el trauma.
  • Terapia para el manejo de la ansiedad:

Las técnicas más utilizadas para reducir los síntomas de la ansiedad en el TEPT, tienen como objetivo la adquisición y aplicación de habilidades de afrontamiento, y son: la relajación muscular progresiva, control de la respiración, juego de roles, modelamiento, detención de pensamiento y entrenamiento en autoinstrucciones. Estas técnicas enseñan a las personas a relajarse, disminuir la activación fisiológica, soltar los músculos, respirar correctamente, imaginar, etc. Hay que practicarlas todos los días para una mayor eficacia.

  • Terapia farmacológica:

Se parte de que la terapia cognitiva-conductual puede estar o no acompañada de la terapia farmacológica en el tratamiento del TEPT  y si le acompaña, las decisiones referentes al momento de la aplicación, duración del tratamiento y sobre qué síntomas, resulta más eficaz, son aspectos a tener en cuenta por el profesional. Con los fármacos no se aprende a controlar la ansiedad, por lo que, si se utilizan solos, no suelen curar el trastorno. Son útiles en caso de reacciones intensas, no controlables pero la administración única y exclusiva de terapia farmacológica carece de sentido como tratamiento del TEPT.

 

Bibliografía:

American Psychiatric Association (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.).Washington, DC: APA.

Báguena Puigcerver, M. (2001). Tratamientos psicológicos eficaces para el estrés post-traumático. Psicothema13(3).

Carvajal, César. (2002). Trastorno por estrés postraumático: aspectos clínicos. Revista chilena de neuro-psiquiatría40(Supl. 2), 20-34. https://dx.doi.org/10.4067/S0717-92272002000600003


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Trastorno borderline: una historia al límite

“Lucía Fronteriza camina descalza por el filo de un cuchillo. Extiende los brazos en cruz y cierra los ojos, se concentra y busca un centro de gravedad que nunca encuentra. Avanza muy lentamente sabiendo que, en cualquier momento, volverá a caer. Una y otra vez.

Descender al infierno y volver a escapar. Intentar mantener el equilibrio. Ese es el reto. De hecho, en su blog está colgada la pintura de August Macke El equilibrista.

Lucía solo tiene 19 años y ya no le gusta la vida. Está de vuelta de todo. Y lo ha probado todo. Y de todo sale, sí, pero más delgada, más triste, más vacía…”

El trastorno límite de la personalidad (TLP) se caracteriza por un patrón persistente de inestabilidad que invade muchos, sino todos, los aspectos del funcionamiento del individuo, incluidos sus relaciones, su imagen personal, sus sentimientos y su conducta y la presencia de una notable impulsividad, así como el cambio frecuente y rápido de sus emociones.

Suelen tener sensaciones crónicas de vacío, conductas o gestos suicidas y comportamientos autolesivos, ira inapropiada e intensa o dificultades para controlarla, ideas paranoides transitorias o síntomas disociativos graves, y no soportan la soledad, realizando grandes esfuerzos para evitar el abandono real o imaginario (APA, 1994; Gunderson, Zanarini y Kisiel, 1991).

Actualmente, el diagnóstico del trastorno límite de personalidad (TLP) puede inducir a error, dado que presenta características comunes a otros trastornos, y en ocasiones pueden confundirse con anorexia, bulimia, depresión, toxicomanía…esto puede deberse a que estos sujetos no han sido capaces de formar un conjunto coherente e integrado de esquemas sobre sí mismos, apegándose a los demás para centrarse, es decir, al no tener una identidad bien definida y no encontrar la solución a lo que busca, se centran en buscar pistas en los demás. Por esto, cuando un paciente ingresa, suele ocurrir con frecuencia que tome como referencia al grupo de pacientes con los que se relaciona y empiece a copiar y a manifestar la sintomatología de éstos, llegando a creerla propia. Es importante realizar un diagnóstico precoz y adecuado para poder intervenir de la manera más exitosa posible y reducir en mayor medida los costes sanitarios que conlleva atender estas personas que acuden desesperadas a consulta.

Es recomendable, por lo eficaz que resulta, un tratamiento combinado de psicoterapia y fármacos para la intervención en el trastorno límite de personalidad (TLP). Respecto a la intervención farmacológica, algunos estudios han demostrado que los antidepresivos suelen pueden ser eficaces a la hora de reducir sentimientos depresivos (benzodiacepinas), y los neurolépticos (por ejemplo, haloperidol), para reducir la ansiedad, la ira, los problemas de impulsividad y los síntomas psicóticos. Por último, los anticonvulsionantes mejoran los síntomas de la depresión y el control sobre la agresión.

La intervención psicoterapéutica ha recibido numerosas aportaciones de las diversas investigaciones que han tenido como objetivo el conocer cuál resulta más adecuada para el tratamiento del trastorno límite de personalidad (TLP). Desde un enfoque cognitivo-conductual, destacaremos seguidamente algunas de ellas:

  1. La terapia cognitiva de Beck. Beck y Freeman (1990)plantean un plan de tratamiento que favorezca la alianza terapéutica, minimice la falta de adhesión al tratamiento, disminuya el pensamiento dicotómico, aborde las suposiciones básicas, aumente el control sobre las emociones, mejor el control de los impulsos y fortalezca la identidad del paciente.
  2. La terapia cognitiva centrada en los esquemas, de Young. Para Young los esquemas tempranos desadaptativos (ETDs) que caracterizan al TLP en la infancia son el temor al abandono y a la pérdida, la falta de amor, la dependencia, el no llegar a sentirse como sujeto individual, la desconfianza, la escasa autodisciplina, el temor a perder el control emocional, la culpa excesiva y la privación emocional. Desde esta terapia, estos son los esquemas que hay que identificar y cambiar.
  3. La terapia cognitivo-conductual dinámica, de Turner. La TCCD aborda el tratamiento del TLP centrándose en los componentes impulsivos-de ira del mismo. Este enfoque integra estrategias terapéuticas dinámicas para clarificar y modificar los esquemas del paciente. Enfatiza la importancia de las relaciones interpersonales en el funcionamiento humano, considerando la relación terapéutica como el principal medio para la aplicación del tratamiento. Utiliza estrategias cognitivas y conductuales para modificar las distorsiones cognitivas, clasificándolas en: estrategias que implican acción (por ejemplo uso de autorregistros), estrategias que utilizan la imaginación (exposición en imaginación) y estrategias de codificación y almacenamiento de la información (identificación y corrección de distorsiones cognitivas).
  4. La formulación clínica de caso, de Turkat. Para Turkat, los sujetos con TLP tiene un importante déficit en la solución de problemas, constituyendo su característica básica. Propone dos aspectos a considerar: tener en cuenta la naturaleza del déficit de solución de problema y que raramente el TLP permitirá al terapeuta llevar a cabo dicho tratamiento.
  5. La terapia dialéctica-conductual, de Linehan. Ha sido quizás la primera terapia cognitivo-conductual en ser evaluada empíricamente para el TLP (Linehan et al, 1991; Linehan, Heard y Armstrong, 1993) y es una de las más específicas y sistematizadas, aunque a veces pueda parecer excesivamente compleja y con demasiados procedimientos heterogéneos en la aplicación de la misma. El objetivo de la misma es reconocer y validar la vulnerabilidad emocional que presentan los pacientes y proporcionar las habilidades necesarias para la regulación de las emociones. Además, contempla el entrenamiento en habilidades para mejorar las relaciones interpersonales, el control de conductas impulsivas o que atenten contra la calidad de vida, la flexibilización de los patrones cognitivos y la mejora del sentido de la identidad personal.

Bibliografía:

Beck. A,  Freeman. A, y Davis. D et al. (1990-2004). Terapia cognitiva de los trastornos de personalidad. Ediciones Paidós Ibérica, S.A. 219-248.

Caballo. V. E. (1998). Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos. Formulación clínica, medicina conductual y trastornos de relación. Siglo XXI de España Editores, S.A. (2), 518-522.


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La fobia social se define como «un temor acusado y persistente a una o más situaciones sociales o de actuación en público en las que la persona se ve expuesta a gente desconocida o al posible escrutinio por parte de los demás. El sujeto teme actuar de alguna manera (o mostrar síntomas de ansiedad) que pueda ser humillante o embarazosa». Generalmente, los sujetos con fobia social temen que ese escrutinio sea embarazoso, humillante, les haga aparecer como tontos o sean evaluados negativamente. Esto es claramente fobia “social”, porque dichos sujetos no tienen dificultades cuando realizan las mismas tareas en privado. «La conducta se deteriora sólo cuando los demás les están observando» Además, las situaciones sociales o de actuación en público se evitan o se soportan con una ansiedad intensa, los síntomas del trastorno interfieren de manera importante con el funcionamiento del individuo en una o más áreas y/o se da un notable malestar por el hecho de padecer la fobia. Las situaciones sociales más frecuentemente temidas por los sujetos con fobia social incluyen entre otras:

  • Iniciar y/o mantener una conversación.
  • Quedar con alguien.
  • Asistir a una fiesta
  • Hacer y recibir cumplidos.
  • Asistir a reuniones o congresos.
  • Actuar ante otras personas.
  • Hablar en público.
  • Comer y/o beber en público.

El síntoma conductual más habitual de la fobia social es la evitación de las situaciones temidas. Por definición, los sujetos con fobia social temen o evitan situaciones en las que es posible la observación por parte de los demás.

 

LA EVALUACIÓN

La evaluación de la fobia social, lo mismo que de las otras fobias, debería estructurarse para considerar de forma sistemática los síntomas fisiológicos, conductuales y subjetivos y las reacciones a ellos. La gravedad de la fobia puede estimarse si nos enteramos del grado en que interfiere con la vida diaria, incluyendo la capacidad para trabajar y para llevar a cabo relaciones normales. Para la evaluación de las fobias sociales podemos servirnos de:

  • Entrevistas iniciales semi-estructurada.
  • Medidas conductuales.
  • Instrumentos de autoinforme:
  • Escala de ansiedad social, de Liebowitz (Liebowitz social anxiety scale, lsas).
  • Escala de fobia social (Social phobia scale, sps) y Escala de ansiedad ante la interacción social (Social interaction anxiety scale, sias).
  • Inventario de ansiedad y fobia social (Social phobia and anxiety inventory, spai; Turner et al., 1989).
  • Escala de ansiedad y evitación social (Social avoidance and distress scale, sad) y Temor a la evaluación negativa (Fear of negative evaluation, fne).

 

EL TRATAMIENTO

La fobia social puede ser tratada hoy día con eficacia por medio de intervenciones cognitivo-conductuales. Aunque todavía quedan muchos problemas por resolver, sí podemos señalar que la posición cognitivo-conductual plantea tratamientos empíricamente validados para la fobia social.

Tradicionalmente se ha dividido el tratamiento cognitivo-conductual de la fobia social en cuatro tipos de procedimientos: estrategias de relajación, entrenamiento en habilidades sociales, exposición y reestructuración cognitiva.

Procedimientos cognitivo-conductuales: el procedimiento más frecuentemente utilizado es la exposición, seguida por el entrenamiento en habilidades sociales y algún tipo de reestructuración cognitiva (terapia racional-emotiva, terapia cognitiva de Beck, entrenamiento en autoinstrucciones), la desensibilización sistemática y alguna clase de relajación.

El entrenamiento en habilidades sociales: es un grupo de técnicas que intenta enseñar conductas interpersonales apropiadas con el fin de mejorar la competencia interpersonal de los individuos en clases específicas de situaciones sociales. Su aplicación al tratamiento de la fobia social se basa en la idea de que las personas con fobia social carecen de las habilidades sociales adecuadas, tanto verbales como no verbales.

Estrategias de relajación: esta estrategia aplicada a la fobia social se basa en la noción de que estas técnicas proporcionarán al paciente medios para afrontar la ansiedad. La exposición a las situaciones temidas de la vida real se ha aceptado desde hace tiempo como un componente básico para la reducción eficaz del miedo y su objetivo es extinguir la respuesta condicionada de temor (RC) ante los estímulos (o situaciones sociales) condicionados (EC) al exponer repetidamente a los sujetos a estas situaciones condicionadas sin que ocurra un estímulo aversivo incondicionado (EI).

En la actualidad surgen nuevas vías para el tratamiento de la fobia social, un ejemplo lo encontramos en la implementación de la Realidad Virtual para el tratamiento de diversos trastornos, este tratamiento junto a otros pertenece a las terapias de tercera generación o tercera ola.

Por ejemplo, para la fobia de hablar en público, con la RV se pretende recrear un entorno virtual parecido a un aula o auditorio, donde puede llevarse a cabo una conferencia delante de un grupo de personas virtuales (avatares). Dichos avatares pueden presentar diferentes tipos de comportamientos y actitudes, intentando elicitar ansiedad en la persona que debe hablar ante ellos.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

American Psychiatric Association., Kupfer, D. J., Regier, D. A., Arango López, C., Ayuso-Mateos, J. L., Vieta Pascual, E., & Bagney Lifante, A. (2014). DSM5: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (5a ed.).

Caballo, V. E., Andrés, V., & Bas, F. (1997). Fobia social. Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos, 1, 25-87.

García-García, E. S., Rosa-Alcázar, A. I., & Olivares-Olivares, P. J. (2011). Terapia de exposición mediante realidad virtual e internet en el trastorno de ansiedad/fobia social: Una revisión cualitativa. Terapia psicológica, 29(2), 233-243.

Rodríguez, J. O. (2009). Evaluación y tratamiento de la fobia social en población infanto-juvenil de los países de habla española y portuguesa. Anuario de psicología/The UB Journal of psychology, 40(1), 7-21.


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TRASTORNO DE ANSIEDAD POR SEPARACIÓN

Es un trastorno de ansiedad que se presenta en general en niños y adolescentes, caracterizado por un ansiedad excesiva cuando no están con las principales personas a quienes están apegados, como los padres, los cuidadores o la pareja cuando es el caso, llegando a ser incapaces de quedarse solos, ir a la escuela o a algún otro lugar sin compañía. Estos chicos buscan estar siempre cerca de sus padres o cuidadores por miedo a la separación, pues temen que ocurra algo catastrófico como la muerte, un secuestro o un accidente grave, temas de los cuales frecuentemente presentan pesadillas.

Aunque en el desarrollo normal estas características pueden aparecer, inician alrededor de los 7 meses de edad, alcanzan su mayor intensidad después del primer año de vida y van disminuyendo alrededor de los 2 años y medio de edad. Cuando ocurre después de esta etapa se considera anormal.

A continuación se describen los criterios diagnósticos del DSM-5:

  • Miedo o ansiedad excesiva e inapropiada para el nivel de desarrollo del individuo, concerniente a su separación de aquellas personas por las que siente apego. Se pone de manifiesto por al menos tres de las siguientes circunstancias:
    • Malestar excesivo y recurrente cuando se prevé o se vive una separación del hogar o de las figuras de mayor apego.
    • Preocupación excesiva y persistente por la posible pérdida de las figuras de mayor apego o de que estas puedan sufrir un posible daño, como una enfermedad, calamidades o muerte.
    • Preocupación excesiva y persistente por la posibilidad de que un acontecimiento adverso (por ejemplo, perderse, ser raptado, tener un accidente, enfermar…) cause la separación de una figura de gran apego.
    • Resistencia o rechazo persistente a salir lejos de casa, a la escuela, al trabajo o a otro lugar por miedo a la separación.
    • Miedo excesivo y persistente o resistencia a estar solo o sin las figuras de mayor apego en casa o en otros lugares.
    • Resistencia o rechazo persistente a dormir fuera de casa o a pasar la noche sin estar cerca de una figura de gran apego.
    • Pesadillas repetidas sobre el tema de la separación.
    • Quejas repetidas de síntomas físicos (por ejemplo, dolor de cabeza, dolor de estómago, náuseas o vómitos) cuando se produce o se prevé la separación de las figuras de mayor apego.
  • El miedo, la ansiedad o la evitación es persistente dura al menos cuatro semanas en niños y adolescentes y típicamente seis o más meses en adultos.
  • La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, académico, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
  • La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental.

Tratamiento

El tratamiento de los trastornos de ansiedad en niños y adolescentes suele administrarse a través de paquetes de intervención cognitivo-conductual; esta estrategia ha demostrado validez empírica. Sin embargo, la intervención deberá adaptarse al nivel de desarrollo cognitivo del niño y a sus características individuales. La familia será otro bastón importante dentro de la intervención psicológica.

Los paquetes de intervención cognitivo-conductual suelen incluir los siguientes componentes:

  • Entrenamiento en relajación
  • Exposición progresiva hacia los estímulos o situaciones estresantes (desensibilización sistemática, exposición, implosión…).
  • Modelado y entrenamiento en habilidades sociales.
  • Técnicas de condicionamiento operante.
  • Reestructuración cognitiva.
  • Estrategias de resolución de problemas.

Con respecto de las técnicas de intervención conductual, se describen la continuación las más utilizadas en niños y adolescentes:

La desensibilización sistemática consiste en exponer al sujeto ante la situación que le crea la ansiedad. Se hace de forma progresiva, de tal manera que al principio se le hace imaginar la situación o estímulo para llegar a exponerlo ante él. Junto con esta exposición se le aplica otro estímulo positivo para que asocie dicha situación a algo bueno.

Las técnicas de exposición consisten en enfrentar al sujeto de forma prolongada ante el estímulo o situación que le crea la ansiedad para que se produzca una respuesta de habituación. Por otro lado, el modelado se lleva a cabo siguiendo el procedimiento que se describe a continuación: al sujeto que sufre la ansiedad se le enseña de manera real, a través de vídeos, de dibujos o incluso de manera imaginada, cómo otras personas se enfrentan positivamente al estímulo o a la situación que le crea la ansiedad. De esta manera se dará un aprendizaje positivo de enfrentamiento.

Las técnicas de manejo de contingencias consisten en la entrega al sujeto de refuerzos positivos cuando se le expone ante el estímulo o la situación que le crea la ansiedad, los cuales se le retiran cuando no accede a exponerse.

Por último, las técnicas de autocontrol consisten en enseñar al sujeto algunas estrategias para enfrentarse de forma positiva a las situaciones que le crean ansiedad controlando las respuestas fisiológicas que le provoca.

En los casos en los que la evitación forme parte de los factores de mantenimiento del trastorno se incluirán técnicas de exposición. Será necesario graduar la exposición a la ansiedad para evitar la sensibilización ante el estímulo y no su habitación.

Por último, el establecimiento de un vínculo terapéutico seguro es una de las principales garantías de éxito de la terapia en trastornos de ansiedad, dadas las características de vulnerabilidad de los niños y adolescentes con este tipo de trastornos. Es también de utilidad aplicar otro tipo de estrategias, como técnicas proyectivas o el uso del juego simbólico, sobre todo en niños que no tienen un buen desarrollo del lenguaje.


EN LINARES
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Centro sanitario autorizado por la Consejería de Salud con NICA 25978 en Linares y NICA 24909 en Jaén

NICOLÁS GARRIDO MARTINEZ ha recibido una ayuda de la Unión Europea con cargo al Programa Operativo FEDER de Andalucía 2014-2020, financiada como parte de la respuesta de la Unión a la pandemia de COVID-19 (REACT-UE), para compensar el sobrecoste energético de gas natural y/o electricidad a pymes y autónomos especialmente afectados por el incremento de los precios del gas natural y la electricidad provocados por el impacto de la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania.

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