El divorcio tiene lugar cuando uno o ambos miembros deciden poner fin al vínculo emocional y al contrato legal que hasta ese momento les unía como pareja bajo un propósito de vida común. Por norma general, no ocurre como consecuencia de un solo hecho sino que suele ser multicausal. Durante este proceso se describen los estilos de afrontamiento de cada una de las partes para enfrentarse a la situación y resolver las complicaciones que surjan de manera adecuada.
Sin embargo, no suele ser un proceso fácil: los procesos de divorcio/separación suponen una de las mayores crisis a las que se enfrenta una persona. Al ser una etapa de cambios y decisiones importantes, afectará a todo el núcleo cercano a la pareja o matrimonio: amigos, familia extensa y, por supuesto, hijos.
A veces se encuentra entre las causas de la separación la falta de entendimiento, la comunicación improductiva y la dificultad para establecer acuerdos. Esto puede suponer también gran dificultad durante resolución de la relación y es posible que se precise de apoyo psicológico.
Tal y como describieron Wallerstein y Kelly (1980), de manera general existen 4 maneras en las que una pareja puede llegar a tomar la decisión de separarse:
- Como una decisión tomada de manera impulsiva.
- En respuesta a una situación altamente estresante de la que no se percibe control.
- Entender la separación como la mejor opción para ambos y tomar la decisión mutuamente.
- Acudiendo a terapia de pareja, ésta decide poner fin a la relación y continúan la terapia como acompañamiento durante el proceso.
Estos mismos autores describieron que en alguna de las dos primeras habría mayor probabilidad de encontrarnos ante una separación conflictiva.
Pese a que las rupturas suelan producirse tras la sucesión de múltiples causas, ¿existen en la literatura motivos por los que sea más común decidir divorciarse? La respuesta es sí:
- Darse cuenta de que existen estilos de vida, principios y valores di diferentes y poco compatibles.
- Sentimiento de haber perdido intimidad, relacionado con haber abandonado el tiempo en común a favor de otras obligaciones familiares, laborales o sociales.
- Sensación de falta de expresión afectiva, donde el cariño recibido por el otro no es el esperado.
- Aburrimiento, falta de ocio en común.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), se estima que solo en el año 2020 hubo 77.200 divorcios y que, por tanto, hubo muchos/as hijos/as que tuvieron que hacer frente a la ruptura de sus padres. Sin embargo, aún son muchos los matrimonios que muestran reticencia a separarse por la preocupación de cómo lo asumirán sus hijos/as. ¿Qué nos ofrece la literatura en relación a estos miedos de los padres y madres? Se ha comprobado que aquellos hijos e hijas cuyos padres seguían juntos pero con un nivel elevado de hostilidad eran menos felices y tenían más problemas de adaptación, que aquellos hijos e hijas cuyos padres habían decidido divorciarse de manera pacífica.
Lo que extraemos de aquí es que si la separación conyugal se hace de manera asertiva, respetuosa y tratando de sortear el conflicto hostil, no producirá dolor, o al menos no tanto, en los/as hijos/as. No es el hecho de vivir juntos o separados lo que puede llegar a provocar un dolor irremediable, sino el hecho de que haya sentimientos explícitamente negativos entre los padres, estar presenciando continuamente discusiones conyugales y percibir que la relación entre ambos esté muy deteriorada.
Llegados a este punto, ¿cómo comunicar a los/as hijos/as la decisión de separarse tratando de causar el menor daño posible? Estas son algunas pautas:
- Independientemente de si la decisión se ha tomado de manera consensuada o de manera unilateral, es esencial recalcar la idea de que es una decisión tomada por ambos progenitores.
- No debemos informar a los/as hijos/as de la decisión hasta que sea firme e irrevocable. Informarles también de esto les ayudará a no generar ilusiones con que pueda haber arrepentimiento: la decisión ha sido muy meditada y se ha tomado con el objetivo de mejorar el bienestar de toda la familia.
- Es importante adecuar el mensaje a la edad de cada hijo e hija y darles sólo información que puedan entender.
- Es normal que ellos/as precisen también de un tiempo para comprender la decisión y adaptarse al cambio. Debemos transmitirles comprensión y ofrecerles hacer las preguntas que necesiten y hablar de sus inquietudes y miedos todas las veces que lo deseen.
- No hay que esconderles cómo van a ser sus vidas de ahora en adelante; es mejor aportarles información para reducir el nivel de incertidumbre y que no se sientan tan perdidos/as. Es importante aclararles con quién van a vivir, cómo será su relación con el progenitor que deja de vivir en el domicilio familiar… Explicarles que, al inicio, será un proceso difícil para toda la familia y que habrá que adaptarse poco a poco al cambio, pero que todo irá bien después.
- No debemos hacer promesas que no se puedan (o no se esté seguro) de que se puedan llegar a cumplir.
- Evitar reacciones emocionales intensas como gritar o llorar, así como buscar culpables o inocentes.
- Tratando de que se sientan seguros/as y que perciban que es una situación que importa a ambos progenitores, es fundamental que en la comunicación de la noticia estén presentes ambos miembros y asegurarles que tanto un progenitor como el otro los sigue queriendo igual y que estarán presentes en todo lo que necesiten.
- Respetar la rutina de los hijos. Mantener sin cambios la rutina habitual del niño: casa, amigos, actividades. etc.
- Mantenerse en contacto por el bien de los hijos e hijas con el fin de compartir preocupaciones y coordinarse en las tareas, especialmente en temas de educación y salud.
¿Qué ocurriría si, por el contrario, no se consigue llegar a una separación armoniosa? ¿Cómo lo vivirían los/as hijos/as?
- Encontramos que un alto nivel de hostilidad aumenta el riesgo de efectos negativos en los menores que, en función de la edad y las características de personalidad, manifestarán de forma internalizante (síntomas depresivos, por ejemplo) o externalizante (problemas de conducta, por ejemplo). Del mismo modo, en los adultos podrán surgir repercusiones asociadas, tales como depresión, ansiedad o problemas de autoestima.
- Se ha comprobado como el predictor más potente de inadaptación infantil en casos de divorcio, el conflicto interparental. Se han descrito efectos incluso en la salud física.
- Dificultades en la regulación emocional.
- Los efectos negativos (por ejemplo, depresión) en los niños y niñas como consecuencia de haber estado expuestos a situaciones de hostilidad entre los padres se han observado hasta la edad adulta.
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS:
Arch Marin, Mila (2010). Divorcio conflictivo y consecuencias en los hijos: implicaciones para las recomendaciones de guarda y custodia. Papeles del Psicólogo, 31(2), 183-190. [fecha de Consulta 5 de Julio de 2022]. ISSN: 0214-7823. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77813509004
Cámara, K. A. y Resnick, G. (1988). Interparental conflict and cooperation: factors on moderating children’s post-divorce adjustment. En E. M. Hetherington y J. D. Arasteh (Eds.), Impact of divorce stepparenting, sand stepparenting on children (pp. 169-195). Hillsdale: Erlbaum.
Gigy, L. y Kelly, J. B. (1992). Reasons for divorce: Perspectives of divorcing men and women. Journal of divorce, 18(1/2), 169-187.
INE: Instituto Nacional de Estadística (2020). Estadística de nulidades, separaciones y divorcios. [Entrada en una página web]. Recuperado de https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=estadistica_C&cid=1254736176798&menu=ultiDatos&idp=1254735573206
Laucirica, N., Villar, G. y Abal, M. (2001). Guía para padres y madres en situación de separación y/o divorcio: cómo actuar con los hijos e hijas. Vitoria-Gasteiz: Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz.