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  • Comprendiendo la Inteligencia Emocional:

La inteligencia emocional (IE) es una habilidad esencial que afecta todas las facetas de nuestra vida. Para los adultos, manejar eficazmente las emociones puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso, tanto en el ámbito personal como profesional. En este artículo, exploraremos qué significa tener una alta inteligencia emocional, sus componentes principales, y cómo podemos cultivarla en nuestra vida diaria.

 

  • ¿Qué es la Inteligencia Emocional?

La inteligencia emocional es la capacidad para identificar, comprender y gestionar nuestras propias emociones, así como para influir en las emociones de los demás.

 

  • Según Daniel Goleman, un pionero en este campo, la IE se descompone en cinco áreas clave:

Autoconciencia: Reconocer nuestras propias emociones y sus efectos.

Autorregulación: Controlar o redirigir las emociones disruptivas.

Motivación: Encontrar una pasión interna más allá del dinero y el estatus.

Empatía: Entender y considerar los sentimientos de los demás.

Habilidades Sociales: Manejar relaciones de manera efectiva.

 

  • La Importancia de la Inteligencia Emocional en la vida adulta juega un papel crucial en varias áreas:

Relaciones Personales: Fortalece las conexiones y mejora la comunicación con familiares y amigos.

Desempeño Profesional: Aumenta la capacidad de liderazgo, mejora el trabajo en equipo y facilita la gestión de conflictos.

Salud Mental: Reduce el estrés y la ansiedad, promoviendo una mayor satisfacción y bienestar general.

 

  • Estrategias para Aumentar la Autoconciencia:

Diario Emocional: Mantén un registro diario de tus emociones para identificar patrones y desencadenantes.

Autoevaluación: Reflexiona regularmente sobre tus fortalezas y debilidades emocionales.

 

  • Técnicas para Mejorar la Autorregulación:

Mindfulness y Meditación: Practica la atención plena para mantenerte centrado y consciente de tus emociones en el presente.

Manejo del Estrés: Utiliza técnicas de relajación como la respiración profunda y el yoga para reducir el estrés.

 

  • Para potenciar la Motivación Interna:

Establecimiento de Metas: Define objetivos claros y alcanzables que alineen con tus valores personales.

Visualización Positiva: Imagina el éxito y los pasos necesarios para alcanzarlo.

 

  • Para fomentar la Empatía:

Escucha Activa: Mejora tus habilidades de escucha para comprender mejor las emociones de los demás.

Voluntariado: Involúcrate en actividades comunitarias para desarrollar una mayor empatía y conexión social.

 

  • Para mejorar las Habilidades Sociales:

Entrenamiento en Comunicación: Participa en cursos de comunicación efectiva y liderazgo.

Networking: Construye y mantén una red de contactos profesionales diversa y de apoyo.

 

  • Aplicaciones Prácticas en el Trabajo:

Liderazgo Emocional: Los líderes con alta IE inspiran y motivan a sus equipos, manejan conflictos eficazmente y fomentan un ambiente de trabajo positivo.

Colaboración en Equipo: La IE facilita la cohesión y colaboración en equipos diversos, mejorando el rendimiento colectivo.

Gestión de Conflictos: Las personas emocionalmente inteligentes abordan y resuelven conflictos de manera constructiva, manteniendo relaciones saludables y productivas.

 

  • La inteligencia emocional es una habilidad crítica para el éxito y el bienestar en la vida adulta. Al desarrollar y mejorar nuestras capacidades emocionales, podemos transformar nuestras relaciones personales, mejorar nuestro desempeño profesional y vivir una vida más plena y satisfactoria. Invertir en nuestro crecimiento emocional no solo nos beneficia a nosotros, sino también a todos aquellos con quienes interactuamos.

 

En ese sentido, desde Albanta Logopedia y Psicología te podemos ayudar, porque nuestro objetivo es tu bienestar.

 

Bibliografia:

Goleman, Daniel. Emotional Intelligence: Why It Can Matter More Than IQ. Bantam Books, 1995.

Goleman, Daniel. Working with Emotional Intelligence. Bantam Books, 1998.

Salovey, Peter, y John D. Mayer. “Emotional Intelligence.” Imagination, Cognition, and Personality, vol. 9, no. 3, 1990, pp. 185-211.

Mayer, John D., et al. “Emotional Intelligence as a Standard Intelligence.” Emotion, vol. 1, no. 3, 2001, pp. 232-242.

Bar-On, Reuven. The Bar-On Model of Emotional-Social Intelligence (ESI). Psicothema, 2006.

Bradberry, Travis, y Jean Greaves. Emotional Intelligence 2.0. TalentSmart, 2009.


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El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una condición neurobiológica que afecta la capacidad de una persona para mantener la atención, controlar los impulsos y regular el comportamiento. Se estima que aproximadamente el 5% de la población mundial padece de TDAH, lo que lo convierte en uno de los trastornos más comunes en la infancia.

La intervención en TDAH es fundamental para mejorar la calidad de vida de las personas que lo padecen. Desde Albanta Logopedia y Psicología sabemos que es importante tener en cuenta que el tratamiento del TDAH suele combinar diferentes enfoques, incluyendo la psicoeducación, la terapia conductual, la  farmacología y la terapia psicológica.

La psicoeducación es clave en el manejo del TDAH, ya que ayuda a los pacientes y a sus familias a comprender la naturaleza del trastorno, así como a aprender estrategias para manejar los síntomas y mejorar el funcionamiento diario.

La terapia conductual, por otro lado, se centra en enseñar habilidades de organización, planificación y manejo de impulsos, así como en fomentar conductas positivas y la autoestima.

En algunos casos, la farmacología puede ser recomendada para tratar los síntomas más severos del TDAH. Algunos fármacos han demostrado ser efectivos para mejorar la atención y reducir la hiperactividad e impulsividad.

Por último, la terapia psicológica, como la terapia cognitivo-conductual, puede ser beneficiosa para abordar síntomas específicos del TDAH, como la baja autoestima, la ansiedad y la depresión. A través de la terapia, los pacientes pueden aprender a identificar y cambiar patrones de pensamiento y comportamiento negativos, así como a desarrollar estrategias para mejorar su funcionamiento en diferentes áreas de su vida.

En resumen, desde Albanta Logopedia y Psicología realizamos una intervención en TDAH multidisciplinaria y personalizada, y requiere de la colaboración de diferentes profesionales de la salud mental.

Desde Albanta Logopedia y Psicología consideramos que es fundamental realizar una evaluación exhaustiva de cada caso para diseñar un plan de tratamiento que se ajuste a las necesidades individuales de cada paciente y que promueva su bienestar y desarrollo óptimo.

Por tanto, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno neurobiológico que afecta la capacidad de concentración, la impulsividad y la hiperactividad de una persona.

En el ámbito clínico, la intervención en el TDAH la basamos en un enfoque multidisciplinario que incluye la medicación, la terapia conductual, la educación y el apoyo psicosocial, como se ha mencionado anteriormente.

En cuanto a la medicación, es importante remarcar que ayuda a mejorar la atención, la concentración y la impulsividad. Sin embargo, es importante que la prescripción y el seguimiento de la medicación sean realizados por un profesional de la salud especializado en el tratamiento del TDAH.

La terapia conductual también juega un papel fundamental en la intervención del TDAH, ya que ayuda a desarrollar habilidades de autocontrol, organización y manejo de la impulsividad.

La terapia cognitivo-conductual, la terapia de juego y la terapia de familia son algunas de las opciones terapéuticas que pueden ayudar a las personas con TDAH a mejorar su funcionamiento en diferentes áreas de su vida.

Además, la educación es clave en la intervención del TDAH, tanto para la persona afectada como para su entorno. Los programas de apoyo educativo, la adaptación de las tareas escolares y la colaboración con los profesores son herramientas importantes para facilitar el aprendizaje y el desarrollo académico de las personas con TDAH.

En resumen, la intervención en el ámbito clínico del TDAH requiere de un enfoque integral que combine la medicación, la terapia conductual, la educación y el apoyo psicosocial. Con un abordaje adecuado y un tratamiento individualizado, las personas con TDAH pueden mejorar su calidad de vida y alcanzar su máximo potencial.

 

En Albanta te podemos ayudar porque ¡Nuestro objetivo es tu bienestar!

 

Referencias bibliográficas

  1. American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). Arlington, VA: American Psychiatric Publishing.
  2. Barkley, R. A. (2015). Attention-deficit hyperactivity disorder: A handbook for diagnosis and treatment (4th ed.). New York, NY: Guilford Press.
  3. Biederman, J., & Faraone, S. V. (2005). Attention-deficit hyperactivity disorder. The Lancet, 366(9481), 237-248. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(05)66915-2
  4. DuPaul, G. J., & Stoner, G. (2014). ADHD in the schools: Assessment and intervention strategies (3rd ed.). New York, NY: Guilford Press.
  5. Jensen, P. S., Arnold, L. E., Swanson, J. M., Hinshaw, S. P., Hechtman, L., & Abikoff, H. B. (2007). 3-year follow-up of the NIMH MTA study. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, 46(8), 989-1002. https://doi.org/10.1097/chi.0b013e3180686d48
  6. Pliszka, S. R. (2007). Neuropsychiatric aspects of attention-deficit/hyperactivity disorder. St. Louis, MO: Mosby Elsevier.

 


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El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un trastorno neurobiológico que afecta la capacidad de una persona para comunicarse y relacionarse con los demás. A pesar de la variabilidad en los síntomas y la gravedad de la condición, la intervención temprana es clave para mejorar el pronóstico y la calidad de vida de los individuos con TEA.

En Albanta Logopedia y Psicología tenemos profesionales capacitados para intervenir en diversas áreas con niños que presentan trastorno del espectro autista (TEA), con el fin de promover su desarrollo y mejorar su calidad de vida. Algunas de las áreas fundamentales en las que podemos intervenir con estos niños son las siguientes:

  1. Evaluación y diagnóstico: El psicólogo clínico puede llevar a cabo una evaluación exhaustiva para determinar el grado y las características específicas del TEA en el niño, lo que permitirá diseñar un plan de intervención
  2. Intervención conductual: A través de técnicas de modificación de conducta para ayudar al niño a adquirir habilidades sociales, comunicativas y de autocuidado, así como para reducir conductas problemáticas asociadas al TEA.
  3. Intervención emocional: con el fin de ayudarle a regular sus emociones, a desarrollar la empatía y a comprender mejor las emociones de los demás, lo que contribuirá a mejorar su calidad de vida y sus relaciones
  4. Intervención familiar: se busca dar apoyo a la familia del niño con TEA, ofreciendo orientación y recursos para afrontar los desafíos diarios que puedan surgir, así como para promover un ambiente familiar positivo y estimulante para el desarrollo del niño.

En resumen, recomendamos intervenir en múltiples áreas con niños que presentan trastorno del espectro autista, con el objetivo de potenciar sus habilidades, mejorar su funcionamiento adaptativo y fomentar su bienestar emocional y social. Gracias al equipo multiprofesional que tenemos, estamos capacitados para ofrecer un abordaje integral y personalizado que tiene en cuenta las necesidades y peculiaridades de cada niño con TEA.

Además, es fundamental reconocer la importancia de intervenir lo más pronto posible en el desarrollo de un niño con este trastorno. La primera infancia es un periodo crítico en el que el cerebro está en pleno desarrollo y es más receptivo a la intervención.

Cuando se detectan signos de TEA en un niño, es fundamental intervenir de manera inmediata para maximizar el potencial de desarrollo del niño. La intervención temprana en TEA se centra en abordar las áreas afectadas por el trastorno, como la comunicación, la interacción social, el comportamiento y las habilidades adaptativas. A través de terapias basadas en evidencia, como la terapia del habla y lenguaje, terapia conductual y terapia de juego, se busca potenciar las habilidades del niño y minimizar las dificultades asociadas con el TEA.

Además de las terapias individuales, la intervención temprana en TEA también incluye la participación de la familia en el proceso de tratamiento. Los padres y cuidadores juegan un papel fundamental en el desarrollo del niño con TEA, por lo que es importante proporcionarles el apoyo y las herramientas necesarias para fomentar el progreso del niño en casa y en su entorno social.

Los beneficios de la intervención temprana en TEA son múltiples. Estudios han demostrado que los niños que reciben intervención temprana muestran una mejora significativa en sus habilidades de comunicación, interacción social y autonomía.

Asimismo, la intervención temprana puede ayudar a reducir el impacto del TEA en el desarrollo cognitivo y emocional del niño a largo plazo.

En resumen, como profesionales especializados en TEA, es nuestro deber promover la intervención temprana en niños con este trastorno. La detección precoz y la intervención oportuna pueden marcar la diferencia en el pronóstico y la calidad de vida de los individuos con TEA.

Trabajar de manera colaborativa con el equipo de profesionales que atienden al niño, así como con la familia, es fundamental para brindar una intervención integral y centrada en las necesidades del niño con TEA.

 

¡En Albanta te podemos ayudar, porque nuestro objetivo es tu bienestar!

 

Referencias bibliográficas

  1. American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5ª ed.). Arlington, VA: American Psychiatric Publishing.
  2. Dawson, G., & Burner, K. (2011). Behavioral interventions in children and adolescents with autism spectrum disorder: A review of recent findings. Current Opinion in Pediatrics, 23(6), 616-620. https://doi.org/10.1097/MOP.0b013e32834cf082
  3. Lord, C., Rutter, M., DiLavore, P. C., Risi, S., Gotham, K., & Bishop, S. (2012). Autism Diagnostic Observation Schedule, Second Edition (ADOS-2). Torrance, CA: Western Psychological Services.
  4. Schreibman, L. (2005). The Science and Fiction of Autism. Cambridge, MA: Harvard University Press.
  5. Volkmar, F. R., & Wiesner, L. A. (2009). A Practical Guide to Autism: What Every Parent, Family Member, and Teacher Needs to Know. Hoboken, NJ: Wiley.
  6. Zwaigenbaum, L., Bauman, M. L., Choueiri, R., Kasari, C., Carter, A., Granpeesheh, D., … & Natowicz, M. R. (2015). Early intervention for children with autism spectrum disorder under 3 years of age: Recommendations for practice and research. Pediatrics, 136(Supplement 1), S60-S81. https://doi.org/10.1542/peds.2014-3667E

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¿Qué es la Meditación Guiada?

La meditación guiada es una práctica poderosa y accesible que te permite alcanzar un estado de relajación y paz mental con la ayuda de una guía o una grabación, se puede practicar en cualquier lugar cómodo y solo requiere de tu disposición para seguir las instrucciones.

 

Beneficios de la Meditación Guiada:

  • Reducción del Estrés y la Ansiedad: La meditación guiada reduce significativamente los niveles de cortisol, la hormona del estrés, proporcionando una sensación de calma y bienestar.
  • Mejora del Sueño: Practicar la meditación antes de dormir puede ayudarte a conciliar el sueño más rápidamente y mejorar la calidad de tu descanso.
  • Aumento de la Concentración y Claridad Mental: Esta práctica favorece la capacidad de concentración y mejora el rendimiento cognitivo, lo que te ayuda a ser más eficiente en tu día a día.
  • Promoción del Bienestar Emocional: La meditación guiada ayuda a gestionar mejor tus emociones, favoreciendo un estado de ánimo más positivo.
  • Mejora de la Salud Física: Estudios han demostrado que la meditación regular puede reducir la presión arterial, mejorar la salud cardiovascular e incluso ayudar a combatir enfermedades crónicas.
  • Relaciones Interpersonales y Sociales: Meditar mejora tu capacidad para gestionar emociones, lo que te ayuda a formar y mantener relaciones más saludables y satisfactorias.
  • Atracción y Conexión con los Demás: Al mejorar tu bienestar emocional y reducir el estrés, te vuelves más atractivo para los demás, facilitando la creación de amistades y conexiones significativas.
  • Consecución de Objetivos: La claridad mental y la regulación emocional obtenidas a través de la meditación te permiten enfocarte mejor en tus metas y alcanzar tus objetivos con mayor eficacia gracias a la mejoría de tus tomas de decisiones diarias.

 

Tipos de Meditación Guiada:

  • Meditación Guiada con Escucha
  1. Relajación Corporal por Partes del Cuerpo: Escuchando una guía que te lleva a relajar cada parte de tu cuerpo, desde los pies hasta la cabeza, puedes liberar tensiones y lograr una profunda relajación física y mental.
  2. Visualización Guiada: Siguiendo las indicaciones de una voz que te lleva a imaginar escenarios tranquilos y positivos, puedes reducir el estrés y aumentar tu bienestar emocional.

  

  • Meditación Guiada sin Escucha
  1. Respiración Consciente: Enfocarse en la respiración, inhalando y exhalando de manera controlada y consciente, ayuda a centrar la mente y reducir el estrés.
  2. Escaneo Corporal Autónomo: Sin guía auditiva, recorre mentalmente tu cuerpo, identificando y liberando tensiones en diferentes áreas para promover la relajación.

 

Validación Científica:

Un estudio realizado por la Universidad de Harvard mostró que la práctica de la meditación guiada durante ocho semanas puede aumentar la materia gris en áreas del cerebro relacionadas con la memoria, la empatía y la regulación emocional.

 

Datos Impactantes:

El 80% de las enfermedades tienen un componente psicológico, lo que significa que la mente juega un papel crucial en nuestra salud física. La meditación guiada ayuda a prevenir y mejorar muchas de estas condiciones.

Curación de Enfermedades: Existen numerosos casos documentados donde personas han mejorado o incluso superado enfermedades crónicas a través de la meditación y otras prácticas de manejo del estrés.

 

Cómo Empezar:

No necesitas comprar nada para empezar a meditar. Puedes encontrar una amplia variedad de meditaciones guiadas gratuitas en plataformas como YouTube, aplicaciones de meditación, o incluso en podcasts.

La meditación guiada es una herramienta poderosa y accesible para mejorar tu bienestar mental y emocional. No requiere ningún equipo especial ni experiencia previa, solo un poco de tiempo y la disposición para probar algo nuevo.

 

¡Anímate a incorporar esta práctica en tu vida diaria y disfruta de sus numerosos beneficios!

En Albanta te podemos ayudar, porque ¡Nuestro objetivo, es tu bienestar!


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  • ¿Qué es la Inteligencia Emocional?

La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, entender y manejar nuestras propias emociones y las de los demás. Es una habilidad que nos ayuda a comunicarnos de manera efectiva, resolver conflictos y enfrentar los desafíos de la vida.

Es un recurso esencial que todos podemos desarrollar, aprender a manejar sus emociones puede ayudarles a tener mejores relaciones, rendir mejor en la escuela y sentirse más felices.

  • Tipos de Inteligencia Emocional:

Autoconciencia: Conocer nuestras propias emociones y cómo nos afectan.

Autogestión: Ser capaz de controlar nuestras emociones y comportamientos.

Conciencia social: Entender las emociones de otras personas y tener empatía.

Habilidades de relación: Saber cómo llevarse bien con los demás y resolver conflictos de manera saludable.

  • ¿Por Qué Es Importante?

Mejora las relaciones: Ayuda a llevarse mejor con amigos y familiares.

Aumenta el rendimiento académico: Estar emocionalmente equilibrado mejora la concentración y el rendimiento en la escuela.

Reduce el estrés: Saber manejar las emociones puede disminuir el estrés y la ansiedad.

Desarrolla la resiliencia: Facilita enfrentar y recuperarse de situaciones difíciles.

Herramientas para Desarrollar la Inteligencia Emocional

  1. Autoconciencia

Diario emocional: Escribir sobre cómo te sientes cada día puede ayudarte a entender mejor tus emociones.

Reflexión personal: Tomar unos minutos cada día para pensar en tus emociones y por qué las sientes.

  1. Autogestión

Respiración profunda: Practicar ejercicios de respiración cuando te sientas abrumado o enojado.

Técnicas de relajación: Como el yoga o la meditación, que ayudan a calmar la mente.

  1. Conciencia Social

Escuchar activamente: Prestar atención a lo que dicen los demás sin interrumpir.

Practicar la empatía: Intentar ponerse en el lugar de otra persona para entender cómo se siente.

  1. Habilidades de Relación

Resolución de conflictos: Aprender a resolver disputas de manera pacífica y constructiva.

Comunicación asertiva: Expresar tus sentimientos y necesidades de manera clara y respetuosa.

Actividades Prácticas

Juego de roles: Representar diferentes situaciones emocionales y discutir cómo manejarlas.

Círculo de emociones: Sentarse en círculo y hablar sobre las emociones del día.

Lectura de cuentos: Leer historias que traten sobre emociones y discutirlas en grupo.

Conclusión

Desarrollar la inteligencia emocional es un viaje continuo. Para los niños y adolescentes, aprender a manejar sus emociones puede hacer una gran diferencia en su vida diaria. Con práctica y dedicación, pueden convertirse en individuos más equilibrados y felices.

Desde Albanta Logopedia y Psicología, podemos ayudarte porque ¡Nuestro objetivo es tu Bienestar!

 

BIBLIOGRAFIA:

Goleman, Daniel. Inteligencia Emocional. Bantam Books, 1995.

Salovey, Peter, y John D. Mayer. “Emotional Intelligence.” Imagination, Cognition, and Personality, vol. 9, no. 3, 1990, pp. 185-211.

Mayer, John D., et al. “Emotional Intelligence as a Standard Intelligence.” Emotion, vol. 1, no. 3, 2001, pp. 232-242.

Collaborative for Academic, Social, and Emotional Learning (CASEL). “What is SEL?” CASEL, www.casel.org/what-is-sel/.

Brackett, Marc A., y Susan E. Rivers. Emotional Intelligence: A Key to Success in Life and Career. Yale Center for Emotional Intelligence, 2014.

Denham, Susanne A. “Emotional Development in Young Children.” The Guilford Press, 1998.

Weare, Katherine. “Developing the Emotionally Literate School.” SAGE Publications, 2004.


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Los trastornos del espectro autista (TEA) son patologías del neurodesarrollo que se manifiestan como déficits en determinadas áreas fundamentales. Los requisitos para el diagnóstico de los TEA son los siguientes: A) déficit en la comunicación y la interacción social, y B) conductas e intereses restringidos y repetitivos, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, quinta edición (DSM-5).

  • Déficit en la comunicación y la interacción social: Dependiendo de la edad, el nivel intelectual y las capacidades del lenguaje que presenten los individuos, las deficiencias en la comunicación social tendrán diferentes manifestaciones. El rango puede variar desde la ausencia completa del habla hasta la escasa compresión.
  • Conductas e intereses restringidos y repetitivos: Podemos destacar: estereotipias motoras simples (aleteo de manos, movimientos rápidos de los dedos), uso repetitivo de objetos (colocar juguetes alineados) y habla repetitiva. La excesiva inflexibilidad de las rutinas y patrones de comportamiento restringidos se pueden manifestar como una resistencia a los cambios. Por ejemplo: sentir angustia por cambios pequeños, insistir en seguir las reglas, rigidez de pensamiento. Los intereses muy restringidos y fijos tienden a ser anormales en su intensidad o foco.

En ocasiones, las compensaciones y las ayudas pueden ayudar a enmascarar las dificultades en algunos contextos, aunque las características diagnósticas centrales sean evidentes en el período de desarrollo. Estas características se van a manifestar de diferente forma según la gravedad de la afección autista, el nivel del desarrollo y la edad cronológica; de ahí el término espectro.

SEÑALES DE ALERTA

INMEDIATA

A los 12 meses, no balbucea ni hace gestos.

A los 18 meses, no dice palabras sencillas.

A los 24 meses, no dice frases de dos palabras.

Déficit de habilidades del lenguaje o a nivel social a cualquier edad.

 

ANTES DE LOS 12 MESES

El uso de la mirada es escaso.

No muestra anticipación cuando va a ser cogido.

No juega a juegos simples.

Falta de sonrisa social.

No manifiesta ansiedad ante los extraños sobre los 9 meses.

 

DESPUÉS DE LOS 12 MESES      

Menor contacto ocular.

Si se le llama, no responde a su nombre

No señala para pedir algo.

Respuesta inusual ante estímulos auditivos.

Falta de interés en juegos simples.

No utiliza la mirada para observar hacia donde otros señalan.

No hay imitación espontánea.

Ausencia de balbuceo comunicativo como si conversara con el adulto.

 

ENTRE LOS 18-24 MESES           

No señala con el dedo para compartir un interés

Dificultades para seguir la mirada del adulto.

No utiliza la mirada para observar hacia donde otros señalan.

No muestra un desarrollo del lenguaje comprensivo y/o expresivo adecuado.

Falta de juego funcional con juguetes o presencia de formas repetitivas de juego con objetos.

Ausencia de juego simbólico.

El interés por otros niños o hermanos es escaso.

No suele mostrar objetos.

No responde cuando se le llama.

No imita ni repite gestos o acciones que otros hacen.

Pocas expresiones para compartir afecto positivo.

Ahora no utiliza palabras que antes usaba.

 

Se ha propuesto que la edad media del diagnóstico es a los tres o cuatro años, o incluso más tarde para los niños de nivel socioeconómico bajo o sin antecedentes familiares de TEA. El período entre la sospecha inicial de TEA y el diagnóstico final puede ser un momento estresante y confuso para las familias, y la identificación e intervención tempranas pueden resolver este problema. No obstante, quizá la razón más crucial que justifica la necesidad de detectar los primeros síntomas es que permite una intervención temprana intensiva que conduce a un mejor pronóstico a largo plazo.

Alrededor del 25 % de los niños a los que más tarde se les diagnostica un trastorno del espectro autista pueden desarrollar algún lenguaje que dejan de usar repentina o gradualmente. Por lo general, esto puede ocurrir entre los 15 y los 24 meses de edad. También pueden volverse más retraídos socialmente.

El desarrollo de los niños puede cambiar de manera significativa si hay una intervención temprana.

 

Bibliografía

American Psychiatric Association – APA. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5 (5ª. ed). Editorial Médica Panamericana.

Salgado-Cacho, J.M., Moreno-Jiménez, M. y De Diego-Otero, Y. (2021). Detection of Early Warning Signs in Autism Spectrum Disorders: A Systematic Review. Children, 8, 164.

Zwaigenbaum, L., Bauman, M.L., Stone, W.L., Yirmiya, N., Estes, A., Hansen, R.L., et al. (2015). Early Identification of Autism Spectrum Disorder: Recommendations for Practice and Research. Pediatrics.


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Los pensamientos pueden llegar a ser una de las partes más íntima que componen al ser humano, nos acompañan, nos ayudan a solucionar problemas, nos permiten evaluar nuestro entorno, etc. Pero ¿Qué ocurre cuando un pensamiento comienza a ser recurrente, no nos abandona y nos sentimos obligados a prestarle nuestra total atención? En el momento que una idea comienza a transformarse en un pensamiento recurrente, podríamos estar ante lo que clínicamente conocemos como pensamientos intrusivos.

Estos pensamientos pueden llegar a generar un nivel de ansiedad tan elevado que la persona pueda resultar limitada, generando la incapacidad del individuo para filtrar y desechar este tipo de pensamientos, lo cual provoca que la repetición constante de los mismos se realice de manera obsesiva.

Estos pensamientos provocan una somatización corporal que se puede expresar mediante malestar, angustia, asco, ansiedad, etc. provocando un estado de alerta en la persona que busca conductas de seguridad, que puedan revertir o eliminar dicho malestar, recurriendo a rituales mentales o conductuales que pasan a ser repetitivas.

Se pueden desarrollar en cualquier etapa de la vital, pudiendo desarrollarse en las primeras etapas de vida, alcanzando su punto álgido en la adolescencia, que se suma a los cambios corporales, mentales y sociales normales de esta etapa evolutiva. Si a lo largo del desarrollo e implantación de estos pensamientos, no se realiza un adecuado tratamiento, pasan a instalarse como parte de la vida de la persona.

Unos de los tratamientos que más auge ha tenido en los últimos años es la exposición ante el estímulo o pensamiento que nos genera dicha inconformidad, pero la personas, al conocer que va ser sometida a un estímulo adverso funciona como disparador del nivel de ansiedad, debido a que la persona sobredimensiona el miedo y el rechazo hacia dicho estímulo. Este tratamiento consiste en permanecer ante dicho estímulo o situación aversiva hasta que la ansiedad ocasionada por este estímulo disminuye de manera considerable, sin poder realizar conductas de evitación o escape, permitiendo de esta manera comprobar que no ocurre nada.

La exposición se suele realizar generalmente en vivo, sometiendo al individuo a enfrentarse de manera presente al estímulo aversivo, pero en muchos casos la persona no puede soportar la situación y las conductas de evitación y escape se puedan tornar dominantes, o el estímulo aversivo no se encuentra fácilmente accesible, como puede ser saltar en paracaídas, volar, conducir, tormentas, etc. en estos casos se recomienda utilizar la exposición en imaginación, donde se le pide a la persona que visualice de manera gradual el estímulo aversivo.

Este tipo de exposición se suele realizar de la siguiente manera:

  • Realización de la jerarquía de estímulos
  • Se genera en el individuo un estado de relajación a través de música o relajación muscular, que permita que el paciente comience con un índice basal neutro
  • Comenzar imaginando la situación de menor grado de la jerarquía
  • Se le pide al paciente que imagine la escena de manera detallada y se pide que la mantenga mientras la ansiedad llega a su pico máximo.
  • Se le pide que realice este proceso repetidamente, para que la habituación permita el descenso del nivel de activación.
  • Una vez este ítem ha sido desensibilizado, se pasa al siguiente, escalando de esta manera por la jerarquía que se realizó.

Un ejemplo de exposición en imaginación puede ser la siguiente manera:

  • Una vez elegido el primer ítem, escribir de manera muy detallada en un folio o de manera verbal el estímulo elegido.
  • A continuación, realizar respiraciones profundas, las cuales se realizarán durante todo el ejercicio, manteniendo una respiración lenta y pausada.
  • Se realizará una modificación de lenguaje, permitiendo que se verbalicen mensajes positivos, generando de esta manera un sentimiento de fortaleza y seguridad.
  • Comenzaremos a introducir la situación aversiva de manera paulatina, detallando cada paso y momento, permitiendo de esta manera que el pensamiento sea más realista.
  • En este punto, la somatización física puede comenzar a aparecer, en este momento mantendremos la respiración profunda y dejaremos que el cuerpo y la mente puedan ir adecuándose a dicha situación.
  • Una vez hemos podido detallar la situación y podamos enfrentarla sin realizar ningún tipo de conducta evitativa, poco a poco iremos saliendo de la imagen mental.

El objetivo principal de esta técnica es modificar mentalmente el ambiente que rodea a la persona, permitiendo que la ansiedad y las conductas de evitación puedan reducirse significativamente, llegando en muchos casos a desaparecer, mejorando de esta manera su calidad de vida, asociando emociones positivas y sensación de control a la realidad imaginada.

A través de esta técnica, el sujeto puede adquirir herramientas que le permiten enfrentar sus miedos y manejar por sí mismo los niveles de ansiedad y malestar que le pueden provocar en las diferentes situaciones de su día a día. Así como también, le permite romper mitos, generar ideas más objetivas sobre la realidad que le rodea, aceptar y adaptarse a las emociones que se generan.

 

Bibliografía

Cortes, E. B., De Las Mercedes Borda Mas, M., & Del Río Sánchez, C. (2003). La eficacia de la exposición cognitiva y la exposición a las sensaciones interoceptivas en una paciente con trastorno de pánico con agorafobia. Análisis y modificación de conducta, 29(127), 739-792. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/792193.pdf

De Las Mercedes Borda Mas, M., Ruiz, M. J. B., & Picabia, I. B. (1997). Seguimiento a largo plazo en un caso de hematofobia tratado con exposición en vivo. Análisis y modificación de conducta, 23(90), 567-592. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/7070301.pdf

Knijnik, D. Z., Kapczinski, F., Chachamovich, E., Margis, R., & Eizirik, C. L. (2004). Psicoterapia psicodinâmica em grupo para fobia social generalizada. Revista Brasileira de Psiquiatria, 26(2), 77-81. https://doi.org/10.1590/s1516-44462004000200003

Shapiro, F. (1989). Eye movement desensitization: A new treatment for post-traumatic stress disorder. Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, 20(3), 211-217. https://doi.org/10.1016/0005-7916(89)90025-6

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Vivimos en una época tan actualizada y nos hemos acostumbrado de tal manera a la tecnología, que la comunicación ha pasado de ser la interacción entre dos personas, a ser un mensaje con caracteres que en muchos casos son abreviados, llegando incluso el lenguaje visual a formar parte de nuestras vidas de una manera muy potente, recurriendo en los casos más extremos a ser reemplazado por los conocidos “memes” por ejemplo.

Pero nos hemos olvidado de que existe otro tipo de lenguaje, el no verbal; este tipo de comunicación permite transmitir los sentimientos y estados de ánimo de una persona. Una creencia muy extendida es que el lenguaje no verbal es un idioma universal, esto implica que un gesto que es realizado en Grecia tendría el mismo significado que si es realizado en cualquier otro lugar del mundo y viceversa. Esto nos lleva a pensar que, de ser así, no tendríamos muchos problemas a la hora de comunicarnos, debido a que, aunque no tengas conocimiento de un idioma, con gesticular o realizar algún tipo de expresión no verbal, la otra persona podría entender la idea que intentas trasmitir. Por ello, nos preguntamos, ¿qué tan veraz es esto?

Vamos a poner un ejemplo, aquí en España levantas la mano y le enseñas la palma de la mano a un desconocido, lo normal es que esta persona se detenga o te “choque los 5”, pero si nos trasladamos a Grecia y realizamos el mismo gesto, según lo antes mencionado, la persona debería detenerse o “chocar los 5” como en España. No obstante, la realidad es que este gesto en Grecia se conoce como “moutza”, y es tomado como una ofensa por estar relacionado con una antigua costumbre de arrojar excrementos o desechos a la cara de la persona.

Esto nos da una idea de que la universalidad del lenguaje no verbal es sólo una falsa suposición y que este tipo de lenguaje es muy similar al lenguaje verbalizado, cuya interpretación está intrínsecamente relacionada con el entorno social y cultural al que se ve expuesto el sujeto. Esto implica que la comunicación no verbal juega un factor clave en la socialización del individuo con sus semejantes, permitiendo definir su filiación y la capacidad de relacionarse con sus iguales, es un canal que permite transmitir las emociones y los sentimientos, de manera más veraz, permitiéndonos influir de otra manera en las personas de nuestro alrededor.

Pero, ¿son los gestos el único canal que tiene la comunicación no verbal para transmitir un mensaje?, ¿podemos modificar o aprender el lenguaje no verbal?, ¿la influencia cultural nos permite entender la comunicación no verbal, pero son todos los gestos igual de fáciles de interpretar?, ¿todos entendemos la comunicación no verbal del mismo modo?, ¿posee el lenguaje no verbal un componente genético en su interpretación?, todas estas preguntas nos suscitan bastante interés e intentaremos responderlas.

En primer lugar, los gestos no son el único canal que posee la comunicación no verbal; cuando una persona quiere transmitir un mensaje, en muchas ocasiones lo puede conseguir incluso de manera inconsciente por medio de los diferentes canales que posee el lenguaje no verbal, como pueden ser las expresiones fáciles, la postura, la apariencia, la háptica, la proxémica, el lenguaje corporal o kinésica, el paralenguaje y la cronémica. Todos estos canales se ven influenciados por el contexto social en el que se desarrolla el individuo.

Por ejemplo, en algunas culturas como la japonesa la háptica se ve limitada, debido a que el contacto físico está mal visto y por este motivo se evita, pero en culturas latinas el contacto físico es parte fundamental de la interacción interpersonal entre los individuos. En culturas como la alemana la proxémica juega un papel decisivo en su forma de interactuar con su entorno, el espacio y la distancia son temas de carácter riguroso, respetando tanto los horarios demarcados para realizar las cosas, ya sea por imposición externa o propia, así como la distancia que se mantiene con los individuos que conforman su ambiente. Sin embargo, en países como Malasia o Arabia Saudí el llegar tarde está normalizado y carece de importancia; siendo considerada como una falta de respeto el gesto de mirar el reloj al momento de iniciar una reunión o durante un encuentro.

Esto nos indica que la cultura y las vivencias de cada individuo moldean el lenguaje no verbal y su forma de transmitirlo al mundo, esto puede ser un indicativo de que el lenguaje no verbal se puede aprender y ampliar. Cuando un individuo se ve expuesto a múltiples culturas, su percepción y transmisión no verbal se habrá modificado, permitiendo adjudicar varios significados a un mismo gesto y poder emplearlo según la persona y el entorno en que quiera transmitirlo.

Aunque la cultura, el entorno y los individuos, son factores que determinan la buena o mala comprensión del mensaje transmitido de manera no verbal, existen posturas, gestos, expresiones, etc., que poseen mayor facilidad a la hora de interpretarlos y realizar un correcto entendimiento, como pueden ser las sonrisas, siendo indicadores de un estado de ánimo agradable. Por el contrario, existen gestos y entornos que dificultan su interpretación; un ejemplo de esto lo tenemos en el lenguaje no verbal que se utiliza en torno al amor, la seducción o el galanteo. Este tipo de gesticulación y lenguaje corporal en ocasiones lleva a interpretaciones erróneas, debido al interés particular de conseguir un fin, que en determinadas circunstancias pierden naturalidad.

Esta área del sistema de comunicación humana ha generado mucho interés en el ámbito científico. Un factor que ha llamado la atención es si existe un componente genético que facilite la transmisión e interpretación del lenguaje no verbal. Muchos investigadores sostienen que existe un determinante cromosómico, teniendo mayor facilidad en la interpretación y emisión, los individuos con cromosomas femeninos XX. Aunque no todos coinciden con estos supuestos, podría ser una explicación del porqué se dice que las mujeres poseen una mayor intuición que los hombres.

Ahora nos adentraremos en saber qué parte del cerebro se encarga de realizar toda esta interpretación. En la comunicación no verbal, el cerebro límbico, es decir, el cuerpo calloso, el tálamo, el hipotálamo, el hipocampo, la amígdala y el mesencéfalo; forman parte de las áreas más primitivas del cerebro del ser humano, que se encarga de dirigir las emociones y el comportamiento, permitiendo otorgarles emocionalidad a las acciones y regular la aparición de los instintos. Estas áreas permiten la interpretación de las diferentes partes que componen el lenguaje no verbal, identificado las señales que el emisor emite de manera corporal, creando de esta manera un ambiente de comodidad o de peligro, permitiendo de esta manera la supervivencia del individuo.

A las partes anteriormente mencionadas podemos agregar el Área de Wernicke y el Área de Broca, en estudios anteriormente realizados, se creía que estas áreas eran independientes, una se encargaba de la interpretación y otra de la producción del lenguaje, estando muy delimitadas sus funciones, pero estudios más recientes han arrojado resultados que demuestran que la conexión entre ellas se realiza por medio del fascículo uncinado y no por medio del fascículo arqueado como se creía. Así mismo, por medio de estudios de neuroimagen se ha observado que el Área de Broca, está más implicada en la compresión del lenguaje y no en la producción de esta, como se creía, y el Área de Wernicke, está más implicada en su producción, siendo ambas áreas una parte fundamental en las funciones intelectuales superiores.

Por este motivo, en trastornos como el autismo, donde la interpretación del lenguaje no verbal, se ve afectada debido a la poca integración de las reglas sociales, diversos estudios realizados a través de la técnica de Resonancia Magnética Funcional, han demostrado que la activación cerebral de estos individuos es atípica, presentando una menor activación de las áreas corticales, teniendo que recurrir en mayor medida al lenguaje visual, para poder comprender las diferentes partes del lenguaje no verbal. De igual manera, en cuanto a la prosodia, la ironía, etc., presentaban activación de las regiones temporales bilaterales y la circunvolución frontal inferior derecha, como acción compensatoria en la tarea de interpretación de señales no verbales socialmente aceptadas.

Esta información nos permite profundizar en cómo, no solo la información que queremos trasmitir es importante, sino en la disposición y forma que externamente le proporcionamos al mensaje. Podríamos considerar que somos la envoltura de nuestros pensamientos, y ésta cubierta se va moldeando gracias a las interacciones que tenemos y el medio social y cultural en el que nos encontramos.

 

 

 

 

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Dentro de los trastornos del neurodesarrollo que aparecen en la niñez se encuentra el Trastorno del Espectro Autista (TEA). Este trastorno se caracteriza por problemas en la comunicación e interacción social y por comportamientos e intereses rígidos y repetitivos, dentro de los cuales pueden encontrarse las alteraciones sensoriales.

¿Qué es una alteración sensorial?

A pesar de que cada persona percibe y responde de manera diferente a las sensaciones que recibe, cuando la percepción que tenemos de nuestros sentidos no hace tener una respuesta desproporcionada o exagerada, alejándose en gran medida de los esperado, esto quiere decir que hay una alteración sensorial.

¿Qué tipos de alteraciones sensoriales hay?

Puede haber una reacción sensorial atípica y/o haber problemas para percibir y diferenciar sensaciones parecidas. Dentro de las reacciones sensoriales pueden darse 3 tipos:

  • Hiperreactividad: existe una respuesta intensa y rápida a sensaciones o estímulos del ambiente, lo que lleva al niño o niña a aislarse o evitar sensaciones.
  • Hiporreactividad: no existe una respuesta del niño o niña ante la presencia de un estímulo, habiendo una baja motivación a ese elemento del ambiente.
  • Búsqueda sensorial: ocurre en niños y niñas que tienen una necesidad constante de estímulos sensoriales. Esto se debe a que, generalmente, los estímulos que normalmente les ofrece ambiente no son suficiente y, por tanto, necesitan una mayor actividad (por ejemplo, estar en movimiento constante, tocar objetos, provocar ruidos altos, repetir los mismos movimientos con un objeto, etc.).

¿En qué sentidos ocurren las alteraciones?

Las alteraciones sensoriales pueden ocurrir en uno o en varios de nuestros 5 sentidos principales: visual, auditivo, táctil, olfatorio o gustativo. Así como en el resto de nuestros sentidos: dolor, temperatura, movimiento y equilibrio.

Además de poder haber reactividad en varios sentidos, es común que un mismo niño o niña tenga hiperreactividad en un sentido e hiporreactividad en otro sentido, no siendo excluyentes. Por ejemplo: hiperreactividad auditiva y una hiporreactividad al dolor.

¿Cuáles son las alteraciones sensoriales más comunes y cuáles son su consecuencias?

Algunas de las alteraciones sensoriales más comunes son las siguientes:

  • Hiperreactividad auditiva: puede llevar al niño o niña a evitar ir o alterarse en lugares donde hay mucho ruido, así como realizar conductas como taparse los oídos, llevar audífonos o tapones para sobrellevar esas situaciones.
  • Hiperreactividad visual: puede llevar al niño o niña a conductas como evitar el contacto visual.
  • Hiperreactividad táctil: suele tener un efecto directo en problemas de alimentación, higiene y vestimenta.
  • Hiporreactividad al dolor: puede llevar a que, ante una caída o enfermedad, el niño o la niña tenga un problema y no se queje al no percibir el dolor o malestar con la intensidad habitual que llegue a alertarle de que algo sucede.

Sin embargo, las alteraciones pueden ser diferentes según el niño o la niña y también según el contexto o el ambiente. En muchas ocasiones, las alteraciones sensoriales pueden llevar a estos niños y niñas a tener comportamientos problemáticos o desadaptativos, así como dificultades en el aprendizaje, comunicación e interacción social, por lo que, a nivel general, estas tienen un alto impacto en la vida cotidiana y en su bienestar emocional.

¿Cómo se trabajan las alteraciones sensoriales?

A través de un enfoque cognitivo-conductual es recomendable realizar intervenciones que promuevan la actividad y la participación del niño o niña, teniendo en cuenta que el procesamiento sensorial es diferente y que debe ser valorado de manera específica e individualizada. También, es importante que la intervención sea llevada a cabo por un equipo interdisciplinar que permita la mejora de la participación y la calidad de vida según las necesidades del niño o niña empleando técnicas de regulación emocional y estrategias específicas bidireccionales de adaptación del niño o niña a su ambiente.

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El espectro de los trastornos alimentarios puede aparecer en la edad adulta en sus formas más populares como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa. No obstante, estas no son las únicas entidades que pueden desarrollarse. Existen, aunque menos conocidos, los trastornos alimentarios en población infantil, los cuales se caracterizan por englobar una serie de conductas problemáticas relacionadas con la ingesta inadecuada, el rechazo de gran cantidad de alimentos, la adquisición de hábitos inapropiados y/o comportamientos disruptivos en el contexto de las comidas. Suelen aparecer durante el primer año de vida, aunque pueden aparecer más tarde (hasta los 6 años). La edad de inicio es un factor a tener en cuenta, pues cuanto antes empiecen los síntomas más dificultades conlleva a nivel de nutrición y desarrollo.

 

Dentro del espectro de trastornos alimentarios en edad infantil encontramos:

 

Anorexia del lactante: La anorexia en edad infantil se caracteriza porque el niño, aunque tenga apetito, se niega a comer. En este colectivo debe llamarse más correctamente “hiporexia” por la marcada disminución en la ingesta además de presentar inapetencia e incluso rechazo a cualquier ofrecimiento de alimentos y/o a los utensilios y preparación de estos. A su vez, se pueden diferenciar dos cuadros clínicos:

 

  • Anorexia común del segundo semestre: Se da en bebés a partir de seis meses de edad. Se caracteriza por una conducta de rechazo del alimento que se le oferta, por lo que las madres en general terminan por presionar al niño para que coma, lo que puede provocar un condicionamiento aversivo a esta situación. Los sujetos son bastante activos, muestran un desarrollo precoz en algunas áreas del comportamiento (observación vivaz y exploración). Según la causa puede ser simple (concomitante con cambios en la alimentación, por ejemplo, el destete o la introducción de nuevos alimentos en la dieta del bebé o asociada a enfermedades como gastroenteritis) o compleja (el problema es síntoma de otro trastorno psicopatológico más complejo).
  • Anorexia precoz severa: Aparece en bebés en los primeros meses de vida, y está vinculado con un trastorno depresivo del niño (depresión del lactante: los individuos presentan abulia, apatía, indiferencia por el contexto que les rodea e incoherencia en las respuestas ante estímulos). Genera frustración y tristeza en las madres, lo que puede agravar aún más la situación al cargar aún más el contexto depresivo del niño.

 

El tratamiento del problema se lleva a cabo mediante una intervención de corte cognitivo-conductual y psicoeducativo para la familia y técnicas conductuales que fomenten la exposición para el paciente. Es importante la exploración del ambiente familiar y del vínculo y apego con la madre.

 

Hiperfagia: Se caracteriza por un incremento exagerado del apetito y el aumento excesivo de la ingesta de comida. Está relacionada con la obesidad, que supone un riesgo a nivel evolutivo, ya que desarrolla retraso pondero-estatural (el niño presenta en este caso una ganancia de peso excesiva como consecuencia de una ingesta calórica y nutritiva inadecuada que no ayuda a su correcto desarrollo). Además, puede aparecer concomitante a la depresión en niños de edad más avanzada. Su tratamiento se basa en la modificación de factores clave como las prácticas específicas de alimentación por parte de los padres (como la introducción de alimentos para la habituación a sabores, trabajar la autorregulación y la autonomía al comer y la dieta), el fomento del ejercicio físico y psicoeducación nutricional a la familia.

 

Trastorno de evitación/restricción de la ingestión de alimentos: Se caracteriza por rehusar comer ciertos tipos de alimentos y/o ingerir una cantidad muy escasa de estos sin la influencia de factores socioculturales. En un primer momento puede confundirse con una manera caprichosa a la hora de comer típica de la edad infantil, pero a diferencia de los niños que comen de manera antojadiza, los individuos que padecen este trastorno no presentan un apetito normal y la ingesta insuficiente puede derivar en pérdida de peso sustancial, un crecimiento más lento de lo esperado, dificultades para participar en actividades sociales y, a veces, carencias nutricionales. Existen, a su vez, una serie de desórdenes que pueden ser antecedentes al trastorno:

 

  • Disfagia funcional: Supone el miedo a tragar, vomitar o ahogarse, lo cual hace que el niño se resista a comer. Puede aparecer ansiedad ante la situación de tener que comer o la sola presencia del alimento, generando situaciones de estrés. Esta conducta usualmente aparece tras un hecho precipitante, como puede ser presenciar a otra persona atragantarse mientras comía o que el mismo niño sufriera una tesitura de este tipo anteriormente.
  • Neofobia alimentaria: Ingesta de una gama limitada de alimentos con extrema resistencia a probar nuevos. Se observa que estos niños prefieren consumir alimentos suaves, principalmente preparaciones a base de hidratos de carbono (ej: purés).
  • Trastorno emocional de la ingestión de alimentos: Como síntoma secundario en niños con un desorden emocional primario en el cual la evitación/restricción de la ingesta es una característica destacada.
  • Ingesta selectiva: “Niños que comen de manera monótona y/o caprichosa”. Los niños muestran preferencias a la hora de comer ciertos alimentos y/o en ciertas situaciones (eligen ingerir solamente ciertos alimentos de una marca determinada, el lugar donde se va a llevar a cabo la alimentación, una persona específica que le alimente de una manera concreta…etc.). No obstante, este patrón de alimentación no incide negativamente en el desarrollo normal del niño.

 

El tratamiento se basa en la terapia cognitivo-conductual debido a que este trastorno tiene como base una conducta obsesivo-compulsiva. Además, tiene como objetivo introducir los alimentos problemáticos en la alimentación del paciente y fomentar, a su vez, la participación y cohesión familiar. Otra de las terapias se basa en la exposición alimentaria para el aprendizaje y la habituación de sabores. Por último, la reeducación de los padres es fundamental, y la tranquilidad es la clave para la recuperación.

 

Mericismo o rumiación: Consiste en la regurgitación repetida de alimentos en ausencia de otra enfermedad digestiva durante un periodo superior a un mes tras haber adquirido un hábito de alimentación normal. Además, estos alimentos regurgitados se pueden volver a masticar, tragar, o escupir sin mostrar síntomas de asco, repulsión o náuseas. Su causa es desconocida, pero se asocia a falta de estimulación, rechazo (deprivación materna brusca o sostenida) y/o situaciones de estrés y depresión severas.

 

El tratamiento se realiza mediante la terapia conductual (reforzamiento positivo y/o negativo. Por ejemplo, cada vez que el individuo empieza a regurgitar, añadir una sustancia desagradable en la boca, como unas gotas de vinagre o limón). Además, se evalúa la relación entre los padres y el niño, a fin de corregir las posibles deficiencias emocionales subyacentes en este trastorno.

 

Pica: Se describe como la ingesta persistente de sustancias no nutritivas durante más de un mes. Suele aparecer en el curso de la primera infancia (de 0 a 3 años). Puede ser síntoma de otro trastorno psicopatológico (deficiencia mental, autismo) o aparecer como una alteración relativamente aislada. Suele estar ligada a problemas de expresión hematológica como la anemia o a déficits nutricionales. Puede agravarse por ansiedad, depresión, falta de estimulación o aburrimiento.

 

La intervención más eficaz se basa en la educación y modificación de la conducta, con énfasis en factores psicosociales, ambientales y de intervención a nivel familiar. Entre las terapias conductistas, las que consiguen resultados más favorables son las que se fundamentan en los principios de condicionamiento instrumental (castigo, control de los estímulos y refuerzo de conductas incompatibles y de conductas alternativas), sumadas a la observación de la conducta, la prevención y la vigilancia del sujeto, además de reconocer y deshacerse de los tóxicos si es posible y un tratamiento para paliar en carencia de micronutrientes (si existe).

 

Potomanía: Ingesta compulsiva de agua y/o líquidos sin una causa orgánica demostrable y requiriendo la presencia de la figura materna. Se acompaña de polaquiuria durante el día y la noche, que suele ser de escasa cantidad y que refleja una irritación o inflamación del tracto urinario. En ocasiones puede aparecer también la disminución de apetito. Aunque puede aparecer como síntoma de otras enfermedades orgánicas (ej: diabetes), en este caso el niño no presenta disfunciones de este tipo. Por la forma característica en que se manifiesta podría ser considerada un trastorno del control de impulsos o un desorden de carácter obsesivo-compulsivo.

 

Su tratamiento consiste principalmente en la restricción de la ingesta de líquidos en presencia del terapeuta y la figura materna, junto con técnicas para reducir la ansiedad y el malestar que aparecen una vez que el niño no pueda “saciar su sed” en estas circunstancias. En los casos en los que los pacientes cuentan con mayor edad, se debe aplicar también la reestructuración cognitiva.

 

Si crees que tu pequeño puede tener alguno de estos problemas, en Albanta podemos atenderte. Tenemos un equipo compuesto por Psicólogos y Nutricionistas que te atenderán encantados. No dudes en ponerte en contacto con nosotros y pedir cita para ayudarte.

 

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