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El divorcio tiene lugar cuando uno o ambos miembros deciden poner fin al vínculo emocional y al contrato legal que hasta ese momento les unía como pareja bajo un propósito de vida común. Por norma general, no ocurre como consecuencia de un solo hecho sino que suele ser multicausal. Durante este proceso se describen los estilos de afrontamiento de cada una de las partes para enfrentarse a la situación y resolver las complicaciones que surjan de manera adecuada.

Sin embargo, no suele ser un proceso fácil: los procesos de divorcio/separación suponen una de las mayores crisis a las que se enfrenta una persona. Al ser una etapa de cambios y decisiones importantes, afectará a todo el núcleo cercano a la pareja o matrimonio: amigos, familia extensa y, por supuesto, hijos.

A veces se encuentra entre las causas de la separación la falta de entendimiento, la comunicación improductiva y la dificultad para establecer acuerdos. Esto puede suponer también gran dificultad durante resolución de la relación y es posible que se precise de apoyo psicológico.

Tal y como describieron Wallerstein y Kelly (1980), de manera general existen 4 maneras en las que una pareja puede llegar a tomar la decisión de separarse:

  • Como una decisión tomada de manera impulsiva.
  • En respuesta a una situación altamente estresante de la que no se percibe control.
  • Entender la separación como la mejor opción para ambos y tomar la decisión mutuamente.
  • Acudiendo a terapia de pareja, ésta decide poner fin a la relación y continúan la terapia como acompañamiento durante el proceso.

Estos mismos autores describieron que en alguna de las dos primeras habría mayor probabilidad de encontrarnos ante una separación conflictiva.

Pese a que las rupturas suelan producirse tras la sucesión de múltiples causas, ¿existen en la literatura motivos por los que sea más común decidir divorciarse? La respuesta es sí:

  • Darse cuenta de que existen estilos de vida, principios y valores di diferentes y poco compatibles.
  • Sentimiento de haber perdido intimidad, relacionado con haber abandonado el tiempo en común a favor de otras obligaciones familiares, laborales o sociales.
  • Sensación de falta de expresión afectiva, donde el cariño recibido por el otro no es el esperado.
  • Aburrimiento, falta de ocio en común.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), se estima que solo en el año 2020 hubo 77.200 divorcios y que, por tanto, hubo muchos/as hijos/as que tuvieron que hacer frente a la ruptura de sus padres. Sin embargo, aún son muchos los matrimonios que muestran reticencia a separarse por la preocupación de cómo lo asumirán sus hijos/as. ¿Qué nos ofrece la literatura en relación a estos miedos de los padres y madres? Se ha comprobado que aquellos hijos e hijas cuyos padres seguían juntos pero con un nivel elevado de hostilidad eran menos felices y tenían más problemas de adaptación, que aquellos hijos e hijas cuyos padres habían decidido divorciarse de manera pacífica.

Lo que extraemos de aquí es que si la separación conyugal se hace de manera asertiva, respetuosa y tratando de sortear el conflicto hostil, no producirá dolor, o al menos no tanto, en los/as hijos/as. No es el hecho de vivir juntos o separados lo que puede llegar a provocar un dolor irremediable, sino el hecho de que haya sentimientos explícitamente negativos entre los padres, estar presenciando continuamente discusiones conyugales y percibir que la relación entre ambos esté muy deteriorada.

Llegados a este punto, ¿cómo comunicar a los/as hijos/as la decisión de separarse tratando de causar el menor daño posible? Estas son algunas pautas:

  • Independientemente de si la decisión se ha tomado de manera consensuada o de manera unilateral, es esencial recalcar la idea de que es una decisión tomada por ambos progenitores.
  • No debemos informar a los/as hijos/as de la decisión hasta que sea firme e irrevocable. Informarles también de esto les ayudará a no generar ilusiones con que pueda haber arrepentimiento: la decisión ha sido muy meditada y se ha tomado con el objetivo de mejorar el bienestar de toda la familia.
  • Es importante adecuar el mensaje a la edad de cada hijo e hija y darles sólo información que puedan entender.
  • Es normal que ellos/as precisen también de un tiempo para comprender la decisión y adaptarse al cambio. Debemos transmitirles comprensión y ofrecerles hacer las preguntas que necesiten y hablar de sus inquietudes y miedos todas las veces que lo deseen.
  • No hay que esconderles cómo van a ser sus vidas de ahora en adelante; es mejor aportarles información para reducir el nivel de incertidumbre y que no se sientan tan perdidos/as. Es importante aclararles con quién van a vivir, cómo será su relación con el progenitor que deja de vivir en el domicilio familiar… Explicarles que, al inicio, será un proceso difícil para toda la familia y que habrá que adaptarse poco a poco al cambio, pero que todo irá bien después.
  • No debemos hacer promesas que no se puedan (o no se esté seguro) de que se puedan llegar a cumplir.
  • Evitar reacciones emocionales intensas como gritar o llorar, así como buscar culpables o inocentes.
  • Tratando de que se sientan seguros/as y que perciban que es una situación que importa a ambos progenitores, es fundamental que en la comunicación de la noticia estén presentes ambos miembros y asegurarles que tanto un progenitor como el otro los sigue queriendo igual y que estarán presentes en todo lo que necesiten.
  • Respetar la rutina de los hijos. Mantener sin cambios la rutina habitual del niño: casa, amigos, actividades. etc.
  • Mantenerse en contacto por el bien de los hijos e hijas con el fin de compartir preocupaciones y coordinarse en las tareas, especialmente en temas de educación y salud.

¿Qué ocurriría si, por el contrario, no se consigue llegar a una separación armoniosa? ¿Cómo lo vivirían los/as hijos/as?

  • Encontramos que un alto nivel de hostilidad aumenta el riesgo de efectos negativos en los menores que, en función de la edad y las características de personalidad, manifestarán de forma internalizante (síntomas depresivos, por ejemplo) o externalizante (problemas de conducta, por ejemplo). Del mismo modo, en los adultos podrán surgir repercusiones asociadas, tales como depresión, ansiedad o problemas de autoestima.
  • Se ha comprobado como el predictor más potente de inadaptación infantil en casos de divorcio, el conflicto interparental. Se han descrito efectos incluso en la salud física.
  • Dificultades en la regulación emocional.
  • Los efectos negativos (por ejemplo, depresión) en los niños y niñas como consecuencia de haber estado expuestos a situaciones de hostilidad entre los padres se han observado hasta la edad adulta.

 

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS:

Arch Marin, Mila  (2010). Divorcio conflictivo y consecuencias en los hijos: implicaciones para las recomendaciones de guarda y custodia. Papeles del Psicólogo, 31(2), 183-190. [fecha de Consulta 5 de Julio de 2022]. ISSN: 0214-7823. Disponible en:   https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77813509004

Cámara, K. A. y Resnick, G. (1988). Interparental conflict and cooperation: factors on moderating children’s post-divorce adjustment. En E. M. Hetherington y J. D. Arasteh (Eds.), Impact of divorce stepparenting, sand stepparenting on children (pp. 169-195). Hillsdale: Erlbaum.

Gigy, L. y Kelly, J. B. (1992). Reasons for divorce: Perspectives of divorcing men and women. Journal of divorce, 18(1/2), 169-187.

INE: Instituto Nacional de Estadística (2020). Estadística de nulidades, separaciones y divorcios. [Entrada en una página web]. Recuperado de https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=estadistica_C&cid=1254736176798&menu=ultiDatos&idp=1254735573206

Laucirica, N., Villar, G. y Abal, M. (2001). Guía para padres y madres en situación de separación y/o divorcio: cómo actuar con los hijos e hijas. Vitoria-Gasteiz: Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz.


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La persona con ideación suicida.

Es importante entender que aquellas personas que recurren al suicidio, o han realizado un intento de ello, lo han visto como una posible solución radical para poder poner fin a un nivel de sufrimiento psicológico intolerable.

No obstante, se han encontrado dos tipos de pensamientos distorsionados (erróneos) que suelen poseer aquellas personas con ideación suicida:

1- Pensamientos relacionados con el sentimiento de desesperanza: Creen que van a seguir sufriendo igual indefinidamente y que no existe solución a su situación.

2- No atribuyen su perdida a un gran sufrimiento de sus seres queridos, algunos, incluso, piensan que su muerte puede llegar a ser un favor que les hace a los demás.

 

ALGUNAS SEÑALES A TENER EN CUENTA:

Existen algunos indicios que nos permiten advertir si una persona está pensando en el suicidio, estos son:

  1. Manifestaciones verbales. La persona ha expresado oralmente su deseo de quitarse la vida. Suele haber diferentes grados de expresarlo, yendo de más a menos explícito (sin un planteamiento de la acción, planteado pero sin un método determinado, con un método específico pero sin planearlo o con un plan suicida concreto).
  2. Manifestaciones no verbales. Otras veces, la persona no llega a comunicarlo de forma oral, pero si manifiesta otras señales determinadas que pueden ponernos alerta.

Se puede reflejar en comportamientos como:

  • identificándose (directa o indirectamente) con una persona conocida que se ha suicidado anteriormente o comparando su situación actual con la del/la fallecido/a,
  • tras un momento de agitación y angustia, cesa con una sensación de paz y tranquilidad interna, reflejando un conflicto ya resuelto entre los deseos de vivir y los deseos de morir, a favor de estos últimos,
  • tras preguntar directamente pueden emerger conductas no verbales que apuntan a esta ideación; el llanto sin pronunciar palabra alguna, estar cabizbajo/a mirando al suelo, un silencio repentino motivado por la propia pregunta, agitación o intranquilidad, etc.,
  • regalar sus posesiones más preciadas, correr riesgos innecesarios, cerrar asuntos, tener escondido el futuro método para llevar a cabo el suicidio, etc., son algunos indicios de la existencia de un plan suicida.

Además, las personas que se encuentran en esta tesitura suelen tener algunos pensamientos que también podemos considerar como señales de alerta, entre ellos:

Se sienten incapaces de:

  • Superar el dolor
  • Pensar claramente
  • Tomar decisiones
  • Ver alternativas
  • Dormir, comer o trabajar
  • Salir de la depresión
  • Escapar de la tristeza
  • Imaginar un futuro sin sufrimiento
  • Valorarse a sí mismas
  • Controlar la situación
  • Encontrar a alguien que les preste atención

Es importante observar estas señales dentro de un contexto, no alarmándonos por observarlas en algún momento determinado de nuestra vida  o en la de  otros. No obstante, en ciertos grupos de riesgo, o tras un tiempo prolongado, es conveniente atender a estas conductas verbales y/o no verbales. Ante la duda, es recomendable hablar con un profesional.

 

CÓMO PUEDO ACTUAR SI…

Tengo a alguien cercano con pensamientos suicidas:

  • Hable las cosas de forma clara y abierta acerca del suicidio.
  • Exprese su preocupación.
  • Actúe dispuesto/a a escuchar y deje a la persona expresarse libremente, sin juzgarle, sin dar sermones sobre el valor de la vida.
  • Muéstrese disponible y cercano/a, demostrando interés real y apoyo.
  • No le desafíe a cometerlo.
  • Tranquilice a esta persona.
  • No prometa confidencialidad, será conveniente buscar ayuda entre sus familiares y personas más allegadas.
  • Explíquele otras alternativas disponibles, pero sin caer en consejos fáciles.
  • Adopte medidas prácticas (controle o retire todos aquellos elementos que puedan suponer un riesgo).
  • Intente no dejar a esa persona sola, pero sin llegar a una situación de excesivo control.
  • Busque ayuda profesional e informe de si existe algún antecedente familiar de suicidio.

 

Soy yo quien tiene pensamientos suicidas:

  • No olvides que no estás solo/a. Busca ayuda a algún familiar, amigo/a y/o terapeuta y coméntale tus preocupaciones. No mantengas en secreto tus pensamientos sobre el suicidio. Ábrete a los demás, comunícate con personas en las que confía.
  • Aunque en este momento no lo parezca, los pensamientos suicidas suelen estar asociados con problemas que pueden resolverse. Que no veas ahora la solución no significa que esta no exista.
  • La crisis de suicidio suelen ser pasajeras. Todo es pasajero y esto también, a pesar de que ahora mismo lo sientas diferente.
  • No actúes de forma impulsiva.
  • Consulta con un profesional de la salud.
  • Conoce los servicios de urgencia 24h que puedan atenderle en momentos de crisis (se expondrán al final del texto)*.
  • Tome distancia de cualquier medio con el que pueda hacerse daño.
  • Evite el consumo de alcohol u otras drogas.
  • En momentos de crisis o muy bajo estado de ánimo, evite realizar aquellas actividades que no suelen salirle bien o encuentra difícil.
  • Planifique actividades diarias, relaciónese con otras personas.
  • Manténgase activo/a y ocupado/a.

 

En resumen, ante este tipo de situaciones, es conveniente:

  • Involucrar a otras personas significativas que puedan contribuir a superar esta situación.
  • Contar con el apoyo de un profesional experto, que les podrá guiar y ayudar en esta situación.

 

Ante una crisis, pueden contactar con los siguientes números de emergencias 24h:

  • Número de emergencia; 112
  • Teléfono de la esperanza; 717 003 717
  • Teléfono de la esperanza, provincia de Jaén; 953 260 931

Como propuesta futura, el gobierno ha lanzado un número gratuito contra el suicidio, el 024, no disponible en la fecha de esta publicación.

 

REFERENCIAS:

Asociación Internacional Teléfono de la Esperanza. (2019). Cómo prevenir y actuar ante el suicidio. Guía para afectados, familiares, docentes y supervivientes. https://www.telefonodelaesperanza.org/assets/Guia%20del%20suicidio.pdf

Comunidad de Madrid. (2016). ¡No estás solo! Enséñales a vivir. Guía para la prevención de la conducta suicida dirigida a docentes. http://www.madrid.org/bvirtual/BVCM017853.pdf

De la Torre Martí, M. (2013). Protocolo para la detección y manejo inicial de la ideación suicida. Guía desarrollada por el Centro de Psicología Aplicada de la Universidad de Madrid. https://psicologosemergenciasbaleares.files.wordpress.com/2018/01/protocolo_ideacion_suicida.pdf

Generalitat Valenciana. (2017). Vivir es la salida. Plan de prevención del suicidio y manejo de la conducta suicida de la Comunidad Valenciana. http://www.prevenciodelsuicidi.san.gva.es/documents/7217942/7267322/GU%C3%8DA+SUICIDIO+%C3%81MBITO+SANITARIO.pdf

INE – Instituto Nacional de Estadística. (2021a). Instituto Nacional de Estadística. (National Statistics Institute). https://www.ine.es/dynt3/inebase/index.htm?padre=8272&capsel=8272

INE – Instituto Nacional de Estadística. (2021b). Tasas estandarizadas de mortalidad por causa de muerte (causas más frecuentes de cada grupo de edad), sexo, nivel de estudio y edad. 25 y más años. INE. https://www.ine.es/jaxiT3/Tabla.htm?tpx=48308

Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses. Ministerio de Justicia. (2021). Epidemiología y toxicología de las muertes por suicidio en España. Memoria 2019. https://www.mjusticia.gob.es/es/AreaTematica/DocumentacionPublicaciones/InstListDownload/Memoria_Suicidios_INTCF_2019.pdf

Pérez Barrero, S. A. (2005). Los mitos sobre el suicidio. La importancia de conocerlos. Revista Colombiana de Psiquiatría, 3(34), 386–394.

Servicio Andaluz de Salud. Consejería de Salud. (2010). Guía sobre la prevención del suicidio para personas con ideación suicida y familiares. https://www.sspa.juntadeandalucia.es/servicioandaluzdesalud/sites/default/files/sincfiles/wsas-media-pdf_publicacion/2021/guia_prevencionsuicidio.pdf


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El Suicidio: prevalencia y mitos.

El suicidio, entendido como ese acto deliberado de quitarse la propia vida, un acto tan atroz que muchas veces se convierte en tabú, ignorándolo como si fuese un acontecimiento de baja probabilidad de ocurrencia o como si el mero hecho de hablarlo pudiera desembocar en ello, pero ¿qué dicen los datos? ¿Son casos aislados los casos de suicidio?

PREVALENCIA

Atendiendo al último estudio presentado en el año 2021 por el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF), se recogieron, en 2019, un total de 1.822 casos relacionados con el suicidio. Esto supone un 37,2% de todas las muertes violentas en España, recogidas por dicha institución.

Basándonos en los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el suicidio se ha convertido en  la primera causa de muerte en personas con edades comprendidas entre 25 y 44 años, seguido de los accidentes.

Así, el suicidio en España se convierte en la primera causa de muerte producida por factores externos, con una mayor prevalencia en hombres que en mujeres, una cifra que ha ido aumentando a lo largo de los años.

Además, centrándonos en datos más concretos y en la prevalencia según las distintas CC.AA. recogidas por el INTCF;  en el caso de Andalucía, se posiciona como la CC.AA. con mayor tasa de suicidios frente a otras (el 39% de los casos recibidos en 2019).

Su alta prevalencia refleja la necesidad de hablar de ello, conocer y desmontar sus mitos y saber cómo actuar ante determinadas situaciones que se pudieran dar.

 

MITOS RESPECTO AL SUICIDIO vs CRITERIO CIENTÍFICO

Son muchas las creencias populares que giran en torno al suicidio,  siendo muchas de ellas erróneas. Conocerlas y compararlas con información basada en datos reales nos puede ayudar a cambiar nuestra manera de actuar y pensar, darnos cuenta de señales y prevenir futuros intentos de suicidios. A continuación se exponen algunos mitos más populares encontrados en la literatura:

  • La persona que se quiere matar no lo dice y quien lo dice no lo hace.
    • Realmente, 9 de cada 10 personas que se suicidan manifestaron claramente sus intenciones o dejaron entreverla. Si bien, todo el que se suicida expresó lo que ocurriría con palabras, amenazas, gestos o cambios de conductas. Por esto, es importante conocer los signos de advertencia y tenerlos presente.
  • Las personas que intentan el suicidio solo quieren llamar la atención.
    • Las personas que han intentado el suicidio son aquellas a las cuales no les ha servido sus mecanismos de adaptación y afrontamientos a los problemas, por lo que no encuentran alternativas, excepto intentar ir contra su propia vida.
  • Si de verdad se hubiera querido matar, hubiera intentado otro método más mortal.
    • Toda persona que se suicida se encuentra en una ambivalencia entre morir o seguir viviendo. No obstante, el método elegido no refleja estos deseos de morir.
  • La persona que se repone de una crisis suicida no corre peligro de recaer.
    • Según los datos, casi la mitad de los que atravesaron por una crisis suicida y consumaron el suicidio, lo llevaron a cabo después de los tres primeros meses tras la crisis emocional, cuando todos creían que el peligro había pasado. Ocurre que cuando la persona mejora, sus movimientos se hacen más ágiles, está en condiciones de llevar a vías de hecho las ideas suicidas que aún persisten, y antes, debido a la inactividad e incapacidad de movimientos ágiles, no podía hacerlo.
  • La persona que intenta el suicidio estará en ese peligro toda la vida.
    • El mayor riesgo de suicidio suele ser a corto plazo y específico según la situación. Aunque los pensamientos suicidas pueden regresar, no son permanentes, y quien haya tenido pensamientos e intentos suicidas puede llevar después una larga vida.
  • Toda persona que se suicida está deprimida o es un enfermo mental.
    • El comportamiento suicida indica una infelicidad profunda, pero no necesariamente un trastorno mental. Muchas personas que viven con trastornos mentales no están afectadas por el comportamiento suicida y no todas las personas que se quitan la vida tiene un trastorno mental.
  • No se puede prevenir porque ocurre por impulso.
    • Antes de intentar suicidarse, toda persona evidencia varios síntomas consistentes en constricción de los sentimientos y el intelecto, inhibición de la agresividad (la cual ya no es dirigida hacia otras personas y se reserva para sí) y existencia de fantasías suicidas, todo lo cual se puede detectar a su debido tiempo, a fin de evitar que esta persona lleve a cabo sus propósitos.
  • Hablar sobre suicidio con una persona en riesgo puede incitar a que lo realice.
    • Está demostrado que hablar sobre el suicidio con una persona en tal riesgo, en vez de incitar, provocar o introducir en su cabeza esa idea, reduce el peligro de cometerlo y puede ser la única posibilidad que ofrezca el sujeto para el análisis de sus propósitos autodestructivos.
  • Una persona que se va a suicidar no emite señales de lo que va a hacer.
    • Todo el que se suicida expresó con palabras, amenazas, gestos o cambios de conducta lo que ocurriría.
  • El/la suicida realmente desea morir.
    • Como se mencionó anteriormente, quien se suicida está en una posición ambivalente, es decir, desea morir si su vida continúa de la misma manera y desea vivir si se produjeran pequeños cambios en ella. Con una buena prevención y detección a tiempo podría inclinarse la balanza hacia la vida.
  • Los/as niños/as no se suicidan.
    • El suicidio no es una cuestión de edad o etapa de la vida, aunque es cierto que existe mayor prevalencia en algunas edad que en otras. Sin embargo, después que un/a niño/a adquiere el concepto de muerte puede cometer el suicidio y, de hecho, ellos toman decisiones de este tipo a estas edades.
  • Si se reta a un suicida, este no lo intenta.
    • Retar al suicida es un acto irresponsable, pues se está frente a una persona
    • vulnerable, en situación de crisis, cuyos mecanismos de adaptación han fracasado, predominando precisamente los deseos de autodestruirse.

REFERENCIAS:

Asociación Internacional Teléfono de la Esperanza. (2019). Cómo prevenir y actuar ante el suicidio. Guía para afectados, familiares, docentes y supervivientes. https://www.telefonodelaesperanza.org/assets/Guia%20del%20suicidio.pdf

Comunidad de Madrid. (2016). ¡No estás solo! Enséñales a vivir. Guía para la prevención de la conducta suicida dirigida a docentes. http://www.madrid.org/bvirtual/BVCM017853.pdf

De la Torre Martí, M. (2013). Protocolo para la detección y manejo inicial de la ideación suicida. Guía desarrollada por el Centro de Psicología Aplicada de la Universidad de Madrid. https://psicologosemergenciasbaleares.files.wordpress.com/2018/01/protocolo_ideacion_suicida.pdf

Generalitat Valenciana. (2017). Vivir es la salida. Plan de prevención del suicidio y manejo de la conducta suicida de la Comunidad Valenciana. http://www.prevenciodelsuicidi.san.gva.es/documents/7217942/7267322/GU%C3%8DA+SUICIDIO+%C3%81MBITO+SANITARIO.pdf

INE – Instituto Nacional de Estadística. (2021a). Instituto Nacional de Estadística. (National Statistics Institute). https://www.ine.es/dynt3/inebase/index.htm?padre=8272&capsel=8272

INE – Instituto Nacional de Estadística. (2021b). Tasas estandarizadas de mortalidad por causa de muerte (causas más frecuentes de cada grupo de edad), sexo, nivel de estudio y edad. 25 y más años. INE. https://www.ine.es/jaxiT3/Tabla.htm?tpx=48308

Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses. Ministerio de Justicia. (2021). Epidemiología y toxicología de las muertes por suicidio en España. Memoria 2019. https://www.mjusticia.gob.es/es/AreaTematica/DocumentacionPublicaciones/InstListDownload/Memoria_Suicidios_INTCF_2019.pdf

Pérez Barrero, S. A. (2005). Los mitos sobre el suicidio. La importancia de conocerlos. Revista Colombiana de Psiquiatría, 3(34), 386–394.

Servicio Andaluz de Salud. Consejería de Salud. (2010). Guía sobre la prevención del suicidio para personas con ideación suicida y familiares. https://www.sspa.juntadeandalucia.es/servicioandaluzdesalud/sites/default/files/sincfiles/wsas-media-pdf_publicacion/2021/guia_prevencionsuicidio.pdf


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El estrés en niños es experimentado como un conjunto de reacciones psicológicas y biológicas que tienen lugar ante un suceso determinado y que produce un desequilibrio general en el individuo. Este estrés, al igual que en adultos, es adaptativo, de manera que ayuda a reaccionar ante una situación inusual o de peligro, pero cuando las demandas del ambiente superan las propias del individuo, es cuando el estrés se consideraría disfuncional (Vega y Saracini, 2018). Mientras esto último no suceda, la exposición a este estrés (siempre y cuando sea adecuadamente supervisado y apoyado) constituye una base para hacer frente a futuros factores de estrés más severos (Perry, 2014). Es recomendable la presencia de un cuidador que ayude a identificar esta emoción y le acompañe en el proceso de enfrentamiento (Vega y Saracini, 2018).

El trastorno relacionado con este estrés es el Trastorno de Estrés Postraumático, también conocido como TEPT y definido por la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (APA, 2014) como una exposición a un suceso traumático, tanto si este se percibe por el sujeto como una amenaza o como real. Este suceso puede estar relacionado con una lesión, violencia o incluso la muerte. El trastorno se experimenta cuando el individuo ha vivido de forma directa o indirecta el trauma, cuando tiene conocimientos de que este le ha sucedido a algún familiar o allegado o cuando se ha expuesto de forma frecuente a hechos traumáticos relacionados. Este trastorno no es diagnosticado hasta que transcurre mínimo un mes desde que el evento traumático ocurrió (Cohen, 2010).

En la población infantil en general, el TEPT es exteriorizado con síntomas intrusivos, alteraciones de la alerta del niño, cambios de reacción al tratar el hecho traumático (Vega y Saracini, 2018), pesadillas, alteraciones conductuales, cognitivas, físicas o afectivas (Cohen, 2010) y juego repetitivo (Bas, Fernández, Barbacil y Gutiérrez, 2006).

En cuanto al tratamiento para niños diagnosticados con TEPT, según diversos artículos (De La Barra, 2013; De Arellano et al., 2009 y Cohen, 2010), las terapias con más éxito serían las que ponen su foco de atención en el trauma en sí y no tratando solamente los síntomas presentes, sino trabajando con el objetivo de que el niño adquiera resiliencia y un mejor funcionamiento para el futuro. Dentro de estas terapias estaría englobada, por ejemplo, la Terapia Cognitivo Conductual (TCC) (De La Barra, 2013).

De esta misma forma, también es conveniente no solo trabajar con el niño como sujeto aislado, sino también con el ambiente que le rodea. Así, sería importante incluir a padres en la terapia y explorar las relaciones sociales del menor (De La Barra, 2013).

Dentro de la TCC se puede destacar 4 componentes: desarrollo de estrategias de afrontamiento, exposición al estímulo que causa la ansiedad, manejo de habilidades conductuales y psicoeducación. Se propone que estos componentes se trabajen tanto con el niño como con los padres (De Arellano et al., 2009).

Bibliografía

American Psychiatric Association (2014). Trastornos depresivos. En Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM5), 5ªEd (pp. 155-188). Madrid: Editorial Médica Panamericana.

Bas Sarmiento, P., Fernández Gutierrez, M., Barbacil Vicario, A., y Gutiérrez Vázquez, C. V. (2006). Perspectivas actuales en el tratamiento del trastorno de estrés postraumático en la población infantil: Análisis bibliométrico. Clínica y Salud, 17(1), 69-89.

Cohen, J. A., Issues, T. W. G. O. Q., y AACAP Work Group on Quality Issues. (2010). Practice parameter for the assessment and treatment of children and adolescents with posttraumatic stress disorder. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, 49(4), 414-430.

De Arellano, M., Bridges, A., Hernández, M., Kenneth, R., Vasquez, D., Acierno, R., y Danielson, C. (2009). Trastorno por estrés postraumático en niños: una revisión. Behavioral Psychology, 17(1), 11-39.

De la Barra Mac, F. (2013). Trastorno de estrés post traumático en niños y adolescentes. Revista chilena de pediatría, 84(1), 7-9.

Perry, B. (2014). Estrés, Trauma y Trastornos de Estrés Post-traumático en los niños. Recuperado de: https://childtrauma. org/wpcontent/uploads/2014/10/PTSD_Spanish_sm. pdf.

Vega-Arce, M., y Saracini, C. (2018). El juego como recurso en la psicoterapia infantil frente al estrés y trauma.


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El trastorno negativista desafiante suele ponerse de manifiesto antes de los 8 años de edad y en general no más tarde del inicio de la adolescencia. Los síntomas negativistas acostumbran a aflorar en el ambiente familiar, pero con el paso del tiempo pueden producirse en otros ambientes. Su inicio es típicamente gradual, y suelen mantenerse a lo largo de meses o años. En una proporción significativa de casos el trastorno negativista desafiante constituye un antecedente evolutivo del trastorno disocial.

Los factores implicados en el trastorno negativista desafiante se dividen en los siguientes tipos:

Factores biológicos

  • Temperamento (características innatas de la personalidad).
  • Carga genética (presencia de trastorno de conducta en alguno de los progenitores).

Factores psicológicos

  • Bajo CI.
  • Dificultades en el aprendizaje.
  • Bajo nivel de habilidades sociales.

Factores sociales

  • Ambiente familiar desestructurado o violento.
  • Divorcio de los padres.
  • Estilo educativo negligente.
  • Estilo educativo autoritario.
  • Grupo de pares con trastornos disruptivos.

Los criterios diagnósticos del DSM-5 para el trastorno negativista- desafiante.

  1. Un patrón de enfado/ irritabilidad, discusiones/actitud desafiante o vengativa que dura por lo menos seis meses, que se manifiesta por lo menos con cuatro síntomas de cualquiera de las categorías siguientes y que se exhibe durante la interacción por lo menos con un individuo que no sea un hermano.

Enfado/irritabilidad

  1. A menudo pierde la calma.
  2. A menudo está susceptible o se molesta con facilidad.
  3. A menudo está enfadado y resentido.

Discusiones/actitud desafiante

  1. Discute a menudo con la autoridad o con los adultos, en el caso de los niños y los adolescentes.
  2. A menudo desafía activamente o rechaza satisfacer la petición por parte de figuras de autoridad o normas.
  3. A menudo molesta a los demás deliberadamente.
  4. A menudo culpa a los demás por sus errores o su mal comportamiento.

Vengativo

  1. Ha sido rencoroso o vengativo por lo menos dos veces en los últimos seis meses.
  2. Este trastorno del comportamiento va asociado a un malestar en el individuo o en otras personas de su entorno social inmediato (es decir, familia, grupo de amigos, compañeros de trabajo) o tiene un impacto negativo en las áreas social, educativa, profesional u otras importantes.
  3. Los comportamientos no aparecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno psicótico, un trastorno por consumo de sustancias, un trastorno depresivo o uno bipolar. Además, no se cumplen los criterios de un trastorno de desregulación perturbador del estado de ánimo.

TRATAMIENTO

Desde Albanta Logopedia y psicología aplicamos un tratamiento multimodal, debido a que es necesaria la intervención mediante distintas modalidades terapéuticas. El tratamiento principal está basado en la psicoterapia cognitiva y conductual. Las estrategias conductuales han demostrado su efectividad en la reducción de las conductas-problema y en la mejora de los síntomas del comportamiento. Asimismo, es necesario el entrenamiento de padres, educadores y maestros en técnicas de modificación del comportamiento y resolución de conflictos. Es necesaria una adecuada coordinación entre todos los profesionales implicados. La utilización precoz de estas medidas mejora el pronóstico. La aplicación de las medidas psicológicas se realiza en todos los contextos del niño: escolar, familiar y social.

Es necesario tener en cuenta las siguientes consideraciones:

  • La psicoterapia se debe aplicar de manera continua. No se pueden establecer descansos (p. ej., los fines de semana), ya que suponen un retroceso en los logros.
  • Es necesario una minuciosa coordinación sobre las pautas utilizadas, para aplicarlas en todos los entornos (escolar, en casa, etc.).
  • Hay que evaluar los problemas del niño de manera individual, priorizando las actuaciones sobre aquellos problemas más importantes. Programas iguales aplicados sobre niños con síntomas similares pueden producir efectos contrarios, por lo que hay que reevaluar de manera periódica la efectividad de la intervención.
  • Hay que tener en cuenta que estamos realizando un aprendizaje, no un castigo. Siempre aclarar al niño que le damos disciplina y que no significa que no tengamos cariño por él.

La psicoterapia conductual se basa en una serie de estrategias encaminadas a favorecer los comportamientos positivos y a disminuir los comportamientos problemáticos.

Las principales técnicas conductuales son las siguientes:

Técnicas conductuales
Extinción Ignorar el comportamiento disruptivo. Se utiliza en situaciones en las que la atención del entorno ayuda a mantener la conducta problemática. Cuando se detecta el inicio de un episodio, se ignora la conducta problemática que desarrolla el niño desde su comienzo.
Corrección: Se basa en la interposición de una señal u orden en el momento en el que el niño realiza la conducta disruptiva. Se puede utilizar, por ejemplo, la palabra “no” en los niños más pequeños. Se debe decir de manera firme, con seriedad en el rostro y con mirada fija. Para que el “no” surta efecto, previamente tenemos que estimular un estilo comunicativo propositivo en el entorno del niño.
Economía de fichas Consiste en registrar las conductas positivas del niño y, cuando se consiga un número de registros pactado entre el registrador y el niño, asociar un reforzador positivo.
Contrato de contingencias: Es un documento que recoge los resultados de una negociación. Se establece por escrito después del periodo en el que el educador o familiar del niño o adolescente discuten sobre un tema sobre el que existen posturas distantes. Además debe recoger las consecuencias de que alguna de las dos partes rompa el contrato. Al final, las dos partes firman el documento.

La psicoterapia cognitiva son procedimientos encaminados a reestructurar los pensamientos del sujeto y así lograr cambios en su conducta. Comprende una serie de técnicas encaminadas a modificar los pensamientos, creencias o actitudes del paciente. Las más importantes son las técnicas de autoinstrucciones, que consisten en autoverbalizaciones que sirven de instrucciones que el niño se va diciendo en voz baja para mejorar su comportamiento. Otras son los programas de autocontrol o de control del diálogo interno.

 

REFERENCIAS

Rodríguez, PJ. (2017). Trastornos del comportamiento. Pediatra Integral. XXI (2): 73-81.

Quiroga, S., Paradiso, L., Cryan, G., Auguste, L y Zaga, D.( 2004). Abordaje terapéutico para adolescentes tempranos con conductas perturbadoras: Trastorno negativista desafiante y trastorno disocial. XI Jornadas de Investigación. Facultad de Psicología – Universidad de Buenos Aires.


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Para entender mejor este tipo de trastorno debemos saber que es el estrés y como nuestro cuerpo actúa cuando se encuentra en dicha situación:

El Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) hace referencia a dos aspectos: Una respuesta de estrés que de manera natural es patológica, y el trauma en sí.

El estrés es una respuesta inespecífica de nuestro organismo ante una demanda. Va a existir un estresor al cual el organismo responderá buscando el equilibrio y la adaptación de este (homeostasis). Dicho estresor puede ser tanto psicológico como físico y la respuesta resultará adaptativa o patológica. Cuando el organismo responde ante el estresor de manera patológica estaríamos hablando de TEPT.

En el TEPT lo más importante es el impacto emocional que provoca un determinado suceso, desencadenando una serie de manifestaciones físicas y psicológicas. La APA (Asociación Psiquiátrica Americana) define el acontecimiento traumático como aquella situación psicológicamente estresante que sobrepasa la lista de experiencias habituales de la vida  (duelo, enfermedad de algún familiar, ruptura sentimental, etc…) y que afectará a casia todas las personas produciendo un miedo intenso y desesperanza en la vida de la persona.

Criterios diagnósticos del DSM-5 ( Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales- 5): 

A: Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o amenaza, en una (o más) de las formas siguientes:

  1. Experiencia directa del suceso traumático.
  2. Presencia directa del suceso ocurrido a otros.
  3. Conocimiento de que el suceso traumático ha ocurrido a un familiar próximo o a un amigo íntimo. En los casos de amenaza o realidad de muerte de un familiar o amigo, el suceso ha de haber sido violento o accidental.
  4. Exposición repetida o extrema a detalles repulsivos del suceso traumático (p. ej., socorristas que recogen restos humanos; policías repetidamente expuestos a detalles del maltrato infantil). 

B: Presencia de uno (o más) de los síntomas de intrusión siguientes asociados al suceso traumático, que comienza después del suceso traumático:

  1. Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del suceso traumático.
  2. Sueños angustiosos recurrentes en los que el contenido y/o el afecto del sueño está relacionado con el suceso traumático.
  3. Reacciones disociativas (p. ej., escenas retrospectivas) en las que el sujeto siente o actúa como si se repitiera el suceso traumático. (Estas reacciones se pueden producir de forma continua, y la expresión más extrema es una pérdida completa de conciencia del entorno presente.)
  4. Malestar psicológico intenso o prolongado al exponerse a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso traumático.
  5. Reacciones fisiológicas intensas a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso traumático.

C: Evitación persistente de estímulos asociados al suceso traumático, que comienza tras el suceso traumático, como se pone de manifiesto por una o las dos características siguientes:

  1. Evitación o esfuerzos para evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso traumático.
  2. Evitación o esfuerzos para evitar recordatorios externos (personas, lugares, conversaciones, actividades, objetos, situaciones) que despiertan recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso traumático.

D: Alteraciones negativas cognitivas y del estado de ánimo asociadas al suceso traumático, que comienzan o empeoran después del suceso traumático, como se pone de manifiesto por dos (o más) de las características siguientes:

  1. Incapacidad de recordar un aspecto importante del suceso traumático (debido típicamente a amnesia disociativa y no a otros factores como una lesión cerebral, alcohol o drogas).
  2. Creencias o expectativas negativas persistentes y exageradas sobre uno mismo, los demás o el mundo (p. ej., “Estoy mal,” “No puedo confiar en nadie,” “El mundo es muy peligroso,” “Tengo los nervios destrozados”).
  3. Percepción distorsionada persistente de la causa o las consecuencias del suceso traumático que hace que el individuo se acuse a sí mismo o a los demás.
  4. Estado emocional negativo persistente (p. ej., miedo, terror, enfado, culpa o vergüenza).
  5. Disminución importante del interés o la participación en actividades significativas.
  6. Sentimiento de desapego o extrañamiento de los demás.
  7. Incapacidad persistente de experimentar emociones positivas (p. ej., felicidad, satisfacción o sentimientos amorosos).

E: Alteración importante de la alerta y reactividad asociada al suceso traumático, que comienza o empeorar después del suceso traumático, como se pone de manifiesto por dos (o más) de las características siguientes:

  1. Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o ninguna provocación) que se expresan típicamente como agresión verbal o física contra personas u objetos.
  2. Comportamiento imprudente o autodestructivo.
  3. Respuesta de sobresalto exagerada.
  4. Problemas de concentración.
  5. Alteración del sueño (p. ej., dificultad para conciliar o continuar el sueño, o sueño inquieto).

F: La duración de la alteración (Criterios B, C, D y E) es superior a un mes.

G: La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

H: La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., medicamento, alcohol) o a otra afección médica.

 

Tratamiento

Desde Albanta. Logopedia y Psicología, te podemos ayudar. Entre algunas de las opciones de tratamiento estarían las siguientes:

  • Terapia cognitivo-conductual:

Se va a dividir  en tres fases:

  1. Fase psicoeducativa: el paciente es informado de su patología, los síntomas de la misma, y la forma de trabajo terapéutico. También se le explica el concepto de ideas o cogniciones disfuncionales y su influencia negativa sobre la conducta, sobre las características y el fundamento de las exposiciones a las situaciones evitadas. En esta fase mayormente se trabaja con ejercicios, autorregistros de detección de ideas, situaciones, emociones y la generación de pensamientos alternos.
  2. Fase cognitiva: se trabaja directamente sobre las ideas disfuncionales que contribuyen al sostenimiento del Trastorno y también del malestar. Hablamos de ideas disfuncionales cuando existen pensamientos que se activan automáticamente durante el procesamiento mental y que tienen ciertos errores. Se trata de que los pacientes, con ayuda del terapeuta, revisen sus pensamientos que generan malestar y los cambien por otros pensamientos más adaptativos.
  3. Fase conductual: El paciente se expone a lo sucedido en presencia del terapeuta, quien lo guía activamente en el proceso haciendo de figura de modelado, adaptando la exposición al paciente. Así se consigue restablecer su nivel de funcionamiento anterior por medio de la exposición gradual, (llamando a esta técnica Desensibilización Sistemática) a las situaciones que comenzó a evitar por temor a enfrentarlas ya que han quedado condicionadas al suceso traumático. Se busca la “Habituación”, mediante el cual el paciente al exponerse reiteradas veces a las situaciones temidas, se “acostumbraría” (habituaría) a ellas, generándose entonces una disminución en los niveles de ansiedad, que se han disparado tras el trauma.
  • Terapia para el manejo de la ansiedad:

Las técnicas más utilizadas para reducir los síntomas de la ansiedad en el TEPT, tienen como objetivo la adquisición y aplicación de habilidades de afrontamiento, y son: la relajación muscular progresiva, control de la respiración, juego de roles, modelamiento, detención de pensamiento y entrenamiento en autoinstrucciones. Estas técnicas enseñan a las personas a relajarse, disminuir la activación fisiológica, soltar los músculos, respirar correctamente, imaginar, etc. Hay que practicarlas todos los días para una mayor eficacia.

  • Terapia farmacológica:

Se parte de que la terapia cognitiva-conductual puede estar o no acompañada de la terapia farmacológica en el tratamiento del TEPT  y si le acompaña, las decisiones referentes al momento de la aplicación, duración del tratamiento y sobre qué síntomas, resulta más eficaz, son aspectos a tener en cuenta por el profesional. Con los fármacos no se aprende a controlar la ansiedad, por lo que, si se utilizan solos, no suelen curar el trastorno. Son útiles en caso de reacciones intensas, no controlables pero la administración única y exclusiva de terapia farmacológica carece de sentido como tratamiento del TEPT.

 

Bibliografía:

American Psychiatric Association (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.).Washington, DC: APA.

Báguena Puigcerver, M. (2001). Tratamientos psicológicos eficaces para el estrés post-traumático. Psicothema13(3).

Carvajal, César. (2002). Trastorno por estrés postraumático: aspectos clínicos. Revista chilena de neuro-psiquiatría40(Supl. 2), 20-34. https://dx.doi.org/10.4067/S0717-92272002000600003


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El Trastorno Delirante es un trastorno psicótico que se caracteriza por la presencia de una o más ideas delirantes sin que haya presente otra patología significativa. Las ideas delirantes son creencias, demostrablemente falsas, que aparecen por una inferencia incorrecta, no compartida por otras personas y que se mantienen por la insuficiente información que vaya en contra de la creencia. Estas ideas delirantes, deben estar presentes como mínimo un mes o más, y pueden ser cosas que pueden ocurrir (creer que mi pareja me está engañando) o cosas improbables de que aparezcan (me persiguen extraterrestres). Un aspecto importante a destacar en este trastorno es la ausencia de Insight o conciencia, es decir, la persona no es consciente de que tiene un trastorno mental y esto se relaciona con un mal pronóstico/evolución de la enfermedad porque la persona no cumple con el tratamiento que le han recomendado.

Los criterios según el DSM-5 (American Psychiatric Association) son:

  1. La presencia de una o más ideas delirantes que persisten durante un mes o más.

NOTA: Si hay alucinaciones, no son prominentes y están relacionadas con el tema delirante (por ejemplo: la sensación de estar infectado por insectos asociado con un delirio de infestación).

  1. Nunca se ha cumplido con el criterio A para la esquizofrenia.
  2. Un comportamiento no obviamente extraño o extravagante a excepción de los que atañen al delirio o sus ramificaciones.
  3. Si ocurriesen episodios maníacos o depresivos, estos han sido de menor duración en relación con los períodos delirantes.
  4. La determinación de que el trastorno no es debido a un trastorno inducido por sustancias o secundario a una enfermedad y no se puede calificar como un trastorno dismorfofóbico u obsesivo compulsivo.

 

Este trastorno presenta varios subtipos:

  • Erotomaníaco: la idea delirante se refiere a un amor romántico y espiritual más que a la atracción sexual. La idea central del delirio es que otra persona, la cual suele tener un status más elevado que el de la persona que tiene el trastorno está enamorada de ella.
  • Grandiosidad: el eje central de la idea delirante es la convicción de tener un talento extraordinario (aun no reconocido) o la sensación de haber hecho algún descubrimiento importante. Estas ideas pueden ir asociadas con contenido religioso.
  • Celotípico: la idea delirante se basa en que el cónyuge o amante de la persona le es infiel. No hay ningún motivo en el que se base la creencia. La persona con la idea delirante, está continuamente discutiendo con la pareja y hace inferencias erróneas que usa como “pruebas” y que apoyan la idea delirante.
  • Persecutorio: la persona piensa que está siendo el protagonista de una conspiración, es engañado, espiado, perseguido, envenenado o drogado para que no pueda conseguir sus metas a largo plazo. A menudo, el centro de la idea delirante suele ser alguna injusticia que tiene que resolverse legalmente, por lo que hay intentos de acudir a los tribunales e instituciones gubernamentales.
  • Somático: la persona tiene creencias acerca de funciones o sensaciones corporales propias. Se pueden presentar de distintas formas como por ejemplo la persona piensa que emite un olor insoportable, que está infectado por insectos, que tiene parásitos, que su cuerpo tiene malformaciones, o que alguna parte de su cuerpo no funciona.
  • Mixto: cuando hay varias ideas delirantes, pero no hay ninguna que sobresalga.
  • No especificado: se aplica cuando la creencia delirante no está especificada con claridad o no pertenece a algún tipo específico de los mencionados anteriormente.

 

TRATAMIENTO DEL TRASTORNO DELIRANTE

Los tratamientos dirigidos a este tipo de trastorno tienen como objetivos aliviar sus síntomas, reduciéndolos y haciendo que la otra persona pueda pensar con más claridad. Un aspecto fundamental en el tratamiento es conseguir una buena relación terapéutica para que el paciente confíe y vaya avanzando progresivamente. Para ello, debemos aceptar aquello que la persona nos cuente, pero siendo conscientes de que son creencias.

El tratamiento se puede basar en las siguientes líneas de intervención:

  • Terapia Cognitiva Conductual. Con ella se trabaja la modificación de las creencias delirantes y sus consecuencias emocionales y conductuales.
  • Exposición en imaginación. Cuando las ideas delirantes van asociadas a una elevada ansiedad, la exposición a estos pensamientos de forma gradual hace que disminuya la ansiedad y el paciente sea capaz de enfrentarse de una forma más óptima a sus delirios.
  • Encadenamiento de inferencias. Con esta técnica se trabajan las creencias que tiene el paciente como si fuesen verdaderas y el terapeuta haría preguntas como “que pasaría”, “en que se traduciría”, “que supondría”… Las respuestas se van encadenando formando inferencias hasta que progresivamente, el paciente identifica algunas creencias disfuncionales básicas.
  • Tratamiento psicoeducativo para los familiares con el objetivo de reducir la culpabilidad, aumentar el conocimiento de la enfermedad y desarrollar procedimientos educativos para tener un mejor manejo del paciente.
  • Entrenamiento en habilidades sociales para conseguir la integración social y la adaptación adecuada al entorno.

 

REFERENCIAS

  • Cuevas, C., Perona, S. y Martínez, MJ. (2003). Tratamiento Cognitivo-Conductual de un Paciente con Diagnóstico de Trastorno Delirante. Psicothema, 1, 120-126.
  • Cuevas-Yust, C. (2006). Terapia Cognitivo Conductual para los Delirios y Alucinaciones Resistentes a la Medicación en Pacientes Psicóticos ambulatorios. Apuntes de Psicología, 24(1), 267-292.
  • González, NC. (2014). Trastorno Delirante: ¿Es Realmente Diferente de la Esquizofrenia? [Tesis Doctoral]. Universidad Autónoma de Barcelona, Departamento de Psiquiatría, España.

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Trastorno borderline: una historia al límite

“Lucía Fronteriza camina descalza por el filo de un cuchillo. Extiende los brazos en cruz y cierra los ojos, se concentra y busca un centro de gravedad que nunca encuentra. Avanza muy lentamente sabiendo que, en cualquier momento, volverá a caer. Una y otra vez.

Descender al infierno y volver a escapar. Intentar mantener el equilibrio. Ese es el reto. De hecho, en su blog está colgada la pintura de August Macke El equilibrista.

Lucía solo tiene 19 años y ya no le gusta la vida. Está de vuelta de todo. Y lo ha probado todo. Y de todo sale, sí, pero más delgada, más triste, más vacía…”

El trastorno límite de la personalidad (TLP) se caracteriza por un patrón persistente de inestabilidad que invade muchos, sino todos, los aspectos del funcionamiento del individuo, incluidos sus relaciones, su imagen personal, sus sentimientos y su conducta y la presencia de una notable impulsividad, así como el cambio frecuente y rápido de sus emociones.

Suelen tener sensaciones crónicas de vacío, conductas o gestos suicidas y comportamientos autolesivos, ira inapropiada e intensa o dificultades para controlarla, ideas paranoides transitorias o síntomas disociativos graves, y no soportan la soledad, realizando grandes esfuerzos para evitar el abandono real o imaginario (APA, 1994; Gunderson, Zanarini y Kisiel, 1991).

Actualmente, el diagnóstico del trastorno límite de personalidad (TLP) puede inducir a error, dado que presenta características comunes a otros trastornos, y en ocasiones pueden confundirse con anorexia, bulimia, depresión, toxicomanía…esto puede deberse a que estos sujetos no han sido capaces de formar un conjunto coherente e integrado de esquemas sobre sí mismos, apegándose a los demás para centrarse, es decir, al no tener una identidad bien definida y no encontrar la solución a lo que busca, se centran en buscar pistas en los demás. Por esto, cuando un paciente ingresa, suele ocurrir con frecuencia que tome como referencia al grupo de pacientes con los que se relaciona y empiece a copiar y a manifestar la sintomatología de éstos, llegando a creerla propia. Es importante realizar un diagnóstico precoz y adecuado para poder intervenir de la manera más exitosa posible y reducir en mayor medida los costes sanitarios que conlleva atender estas personas que acuden desesperadas a consulta.

Es recomendable, por lo eficaz que resulta, un tratamiento combinado de psicoterapia y fármacos para la intervención en el trastorno límite de personalidad (TLP). Respecto a la intervención farmacológica, algunos estudios han demostrado que los antidepresivos suelen pueden ser eficaces a la hora de reducir sentimientos depresivos (benzodiacepinas), y los neurolépticos (por ejemplo, haloperidol), para reducir la ansiedad, la ira, los problemas de impulsividad y los síntomas psicóticos. Por último, los anticonvulsionantes mejoran los síntomas de la depresión y el control sobre la agresión.

La intervención psicoterapéutica ha recibido numerosas aportaciones de las diversas investigaciones que han tenido como objetivo el conocer cuál resulta más adecuada para el tratamiento del trastorno límite de personalidad (TLP). Desde un enfoque cognitivo-conductual, destacaremos seguidamente algunas de ellas:

  1. La terapia cognitiva de Beck. Beck y Freeman (1990)plantean un plan de tratamiento que favorezca la alianza terapéutica, minimice la falta de adhesión al tratamiento, disminuya el pensamiento dicotómico, aborde las suposiciones básicas, aumente el control sobre las emociones, mejor el control de los impulsos y fortalezca la identidad del paciente.
  2. La terapia cognitiva centrada en los esquemas, de Young. Para Young los esquemas tempranos desadaptativos (ETDs) que caracterizan al TLP en la infancia son el temor al abandono y a la pérdida, la falta de amor, la dependencia, el no llegar a sentirse como sujeto individual, la desconfianza, la escasa autodisciplina, el temor a perder el control emocional, la culpa excesiva y la privación emocional. Desde esta terapia, estos son los esquemas que hay que identificar y cambiar.
  3. La terapia cognitivo-conductual dinámica, de Turner. La TCCD aborda el tratamiento del TLP centrándose en los componentes impulsivos-de ira del mismo. Este enfoque integra estrategias terapéuticas dinámicas para clarificar y modificar los esquemas del paciente. Enfatiza la importancia de las relaciones interpersonales en el funcionamiento humano, considerando la relación terapéutica como el principal medio para la aplicación del tratamiento. Utiliza estrategias cognitivas y conductuales para modificar las distorsiones cognitivas, clasificándolas en: estrategias que implican acción (por ejemplo uso de autorregistros), estrategias que utilizan la imaginación (exposición en imaginación) y estrategias de codificación y almacenamiento de la información (identificación y corrección de distorsiones cognitivas).
  4. La formulación clínica de caso, de Turkat. Para Turkat, los sujetos con TLP tiene un importante déficit en la solución de problemas, constituyendo su característica básica. Propone dos aspectos a considerar: tener en cuenta la naturaleza del déficit de solución de problema y que raramente el TLP permitirá al terapeuta llevar a cabo dicho tratamiento.
  5. La terapia dialéctica-conductual, de Linehan. Ha sido quizás la primera terapia cognitivo-conductual en ser evaluada empíricamente para el TLP (Linehan et al, 1991; Linehan, Heard y Armstrong, 1993) y es una de las más específicas y sistematizadas, aunque a veces pueda parecer excesivamente compleja y con demasiados procedimientos heterogéneos en la aplicación de la misma. El objetivo de la misma es reconocer y validar la vulnerabilidad emocional que presentan los pacientes y proporcionar las habilidades necesarias para la regulación de las emociones. Además, contempla el entrenamiento en habilidades para mejorar las relaciones interpersonales, el control de conductas impulsivas o que atenten contra la calidad de vida, la flexibilización de los patrones cognitivos y la mejora del sentido de la identidad personal.

Bibliografía:

Beck. A,  Freeman. A, y Davis. D et al. (1990-2004). Terapia cognitiva de los trastornos de personalidad. Ediciones Paidós Ibérica, S.A. 219-248.

Caballo. V. E. (1998). Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos. Formulación clínica, medicina conductual y trastornos de relación. Siglo XXI de España Editores, S.A. (2), 518-522.


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