Las rabietas y la importancia de una adecuada gestión de la situación.
Una rabieta se puede definir como una conducta explícita y explosiva, en la que se aprecian componentes de rabia e ira. Con este tipo de conducta el menor pretende demostrar malestar y/o desacuerdo ante alguna situación o circunstancia que no le es de su agrado.
Entre las principales causas de las rabietas están (Solter, 2002):
- Una necesidad básica que tiene el infante y no hemos podido satisfacer en el momento.
- Falta de información o información errónea de alguna situación.
- Necesidad de descargar y liberar tensiones, miedos o frustraciones.
Las rabietas son normales en los primeros años de desarrollo (normalmente de los dos o tres años), ya que se trata de algo típico del curso del aprendizaje del menor para enfrentarse a la frustración y conseguir el autocontrol. Sin embargo, este tipo de conductas agresivas y desafiantes deja de ser propia en etapas evolutivas posteriores. Un manejo inadecuado de ellas puede hacer que este tipo de comportamientos se consoliden y los problemas de conductas se agraven (Luengo, 2014).
Es por ello que se han de seguir una serie de pautas o consejos para garantizar un manejo exitoso de la situación (Trenchi, 2011). La mejor opción es prevenir la aparición de este tipo de comportamientos, para ello se han de seguir las siguientes indicaciones:
- Evitar situaciones que le frustren demasiado o le desborden, hasta que logren enfrentarlas de manera diferente.
- Darles la posibilidad de elegir en algunas decisiones como por ejemplo la hora del baño.
- Cambiar el foco de atención de la rabieta a otra cosa que sí que se pueda hacer.
- Ceder ante determinadas peticiones que no sean de mayor relevancia.
- Tratar el tema de las rabietas con cuentos infantiles tales como: ¡No me dejan hacer nada!; La cola de dragón; o Vaya rabieta.
En caso de que no se haya podido prevenir la aparición de la rabieta, la forma de actuar o gestionar la situación debe guiarse siguiendo una serie de consejos:
- Mantener la calma, ya que nuestra reacción es muy importante debido a que somos un modelo a seguir para nuestros menores y de esta forma estaremos enseñándoles una lección sobre cómo responder de forma adecuada cuando se presenta un conflicto.
- No acceder a complacer lo que quiere conseguir con su berrinche, a pesar de ser algo posible o razonable. El menor debe aprender que esa no es la forma más adecuada de obtener el objetivo que persigue.
- Siempre que sea posible, el mejor consejo es ignorar la rabieta. De este modo el comportamiento del menor se extinguirá.
- En caso de no poder ignorar la rabieta porque el menor corre algún tipo de riesgo, el consejo es cogerlo de manera firme pero no violenta y llevarlo a una zona más apropiada en la que poder practicar la técnica de extinción anteriormente descrita.
- No emplear técnicas disciplinarias basadas en el castigo físico.
- Una vez que la rabieta ha terminado, podemos expresar nuestra alegría de que haya recuperado el control y razonar junto a él o ella cuál habría sido la mejor manera de actuar o expresar lo que sentía.
- Y emplear una comunicación clara y no ambigua.
Finalmente, destacar que no debemos olvidar que ellos también se sienten mal y que nos necesitan. Para adquirir independencia se necesita seguridad y ésta se adquiere con un buen apego, así que mímalo y muéstrale tu amor y cariño todo lo que puedas.
Referencias
Luengo, M. A., (2014). Cómo intervenir en los problemas de conducta infantiles. Padres y maestros, 356, 37-43.
Solter, A. (2002). Llantos y rabietas: cómo afrontar el lloro persistente en bebés y niños pequeños. Barcelona: Medici.
Trenchi, N. (2011). ¿Mucho, poquito o nada? Guía sobre pautas de crianza para niños y niñas de 0 a 5 años de edad. Uruguay: Gráfica Mosca.