¿Y si hablamos sin palabras? La importancia de la comunicación no verbal
Vivimos en una época tan actualizada y nos hemos acostumbrado de tal manera a la tecnología, que la comunicación ha pasado de ser la interacción entre dos personas, a ser un mensaje con caracteres que en muchos casos son abreviados, llegando incluso el lenguaje visual a formar parte de nuestras vidas de una manera muy potente, recurriendo en los casos más extremos a ser reemplazado por los conocidos “memes” por ejemplo.
Pero nos hemos olvidado de que existe otro tipo de lenguaje, el no verbal; este tipo de comunicación permite transmitir los sentimientos y estados de ánimo de una persona. Una creencia muy extendida es que el lenguaje no verbal es un idioma universal, esto implica que un gesto que es realizado en Grecia tendría el mismo significado que si es realizado en cualquier otro lugar del mundo y viceversa. Esto nos lleva a pensar que, de ser así, no tendríamos muchos problemas a la hora de comunicarnos, debido a que, aunque no tengas conocimiento de un idioma, con gesticular o realizar algún tipo de expresión no verbal, la otra persona podría entender la idea que intentas trasmitir. Por ello, nos preguntamos, ¿qué tan veraz es esto?
Vamos a poner un ejemplo, aquí en España levantas la mano y le enseñas la palma de la mano a un desconocido, lo normal es que esta persona se detenga o te “choque los 5”, pero si nos trasladamos a Grecia y realizamos el mismo gesto, según lo antes mencionado, la persona debería detenerse o “chocar los 5” como en España. No obstante, la realidad es que este gesto en Grecia se conoce como “moutza”, y es tomado como una ofensa por estar relacionado con una antigua costumbre de arrojar excrementos o desechos a la cara de la persona.
Esto nos da una idea de que la universalidad del lenguaje no verbal es sólo una falsa suposición y que este tipo de lenguaje es muy similar al lenguaje verbalizado, cuya interpretación está intrínsecamente relacionada con el entorno social y cultural al que se ve expuesto el sujeto. Esto implica que la comunicación no verbal juega un factor clave en la socialización del individuo con sus semejantes, permitiendo definir su filiación y la capacidad de relacionarse con sus iguales, es un canal que permite transmitir las emociones y los sentimientos, de manera más veraz, permitiéndonos influir de otra manera en las personas de nuestro alrededor.
Pero, ¿son los gestos el único canal que tiene la comunicación no verbal para transmitir un mensaje?, ¿podemos modificar o aprender el lenguaje no verbal?, ¿la influencia cultural nos permite entender la comunicación no verbal, pero son todos los gestos igual de fáciles de interpretar?, ¿todos entendemos la comunicación no verbal del mismo modo?, ¿posee el lenguaje no verbal un componente genético en su interpretación?, todas estas preguntas nos suscitan bastante interés e intentaremos responderlas.
En primer lugar, los gestos no son el único canal que posee la comunicación no verbal; cuando una persona quiere transmitir un mensaje, en muchas ocasiones lo puede conseguir incluso de manera inconsciente por medio de los diferentes canales que posee el lenguaje no verbal, como pueden ser las expresiones fáciles, la postura, la apariencia, la háptica, la proxémica, el lenguaje corporal o kinésica, el paralenguaje y la cronémica. Todos estos canales se ven influenciados por el contexto social en el que se desarrolla el individuo.
Por ejemplo, en algunas culturas como la japonesa la háptica se ve limitada, debido a que el contacto físico está mal visto y por este motivo se evita, pero en culturas latinas el contacto físico es parte fundamental de la interacción interpersonal entre los individuos. En culturas como la alemana la proxémica juega un papel decisivo en su forma de interactuar con su entorno, el espacio y la distancia son temas de carácter riguroso, respetando tanto los horarios demarcados para realizar las cosas, ya sea por imposición externa o propia, así como la distancia que se mantiene con los individuos que conforman su ambiente. Sin embargo, en países como Malasia o Arabia Saudí el llegar tarde está normalizado y carece de importancia; siendo considerada como una falta de respeto el gesto de mirar el reloj al momento de iniciar una reunión o durante un encuentro.
Esto nos indica que la cultura y las vivencias de cada individuo moldean el lenguaje no verbal y su forma de transmitirlo al mundo, esto puede ser un indicativo de que el lenguaje no verbal se puede aprender y ampliar. Cuando un individuo se ve expuesto a múltiples culturas, su percepción y transmisión no verbal se habrá modificado, permitiendo adjudicar varios significados a un mismo gesto y poder emplearlo según la persona y el entorno en que quiera transmitirlo.
Aunque la cultura, el entorno y los individuos, son factores que determinan la buena o mala comprensión del mensaje transmitido de manera no verbal, existen posturas, gestos, expresiones, etc., que poseen mayor facilidad a la hora de interpretarlos y realizar un correcto entendimiento, como pueden ser las sonrisas, siendo indicadores de un estado de ánimo agradable. Por el contrario, existen gestos y entornos que dificultan su interpretación; un ejemplo de esto lo tenemos en el lenguaje no verbal que se utiliza en torno al amor, la seducción o el galanteo. Este tipo de gesticulación y lenguaje corporal en ocasiones lleva a interpretaciones erróneas, debido al interés particular de conseguir un fin, que en determinadas circunstancias pierden naturalidad.
Esta área del sistema de comunicación humana ha generado mucho interés en el ámbito científico. Un factor que ha llamado la atención es si existe un componente genético que facilite la transmisión e interpretación del lenguaje no verbal. Muchos investigadores sostienen que existe un determinante cromosómico, teniendo mayor facilidad en la interpretación y emisión, los individuos con cromosomas femeninos XX. Aunque no todos coinciden con estos supuestos, podría ser una explicación del porqué se dice que las mujeres poseen una mayor intuición que los hombres.
Ahora nos adentraremos en saber qué parte del cerebro se encarga de realizar toda esta interpretación. En la comunicación no verbal, el cerebro límbico, es decir, el cuerpo calloso, el tálamo, el hipotálamo, el hipocampo, la amígdala y el mesencéfalo; forman parte de las áreas más primitivas del cerebro del ser humano, que se encarga de dirigir las emociones y el comportamiento, permitiendo otorgarles emocionalidad a las acciones y regular la aparición de los instintos. Estas áreas permiten la interpretación de las diferentes partes que componen el lenguaje no verbal, identificado las señales que el emisor emite de manera corporal, creando de esta manera un ambiente de comodidad o de peligro, permitiendo de esta manera la supervivencia del individuo.
A las partes anteriormente mencionadas podemos agregar el Área de Wernicke y el Área de Broca, en estudios anteriormente realizados, se creía que estas áreas eran independientes, una se encargaba de la interpretación y otra de la producción del lenguaje, estando muy delimitadas sus funciones, pero estudios más recientes han arrojado resultados que demuestran que la conexión entre ellas se realiza por medio del fascículo uncinado y no por medio del fascículo arqueado como se creía. Así mismo, por medio de estudios de neuroimagen se ha observado que el Área de Broca, está más implicada en la compresión del lenguaje y no en la producción de esta, como se creía, y el Área de Wernicke, está más implicada en su producción, siendo ambas áreas una parte fundamental en las funciones intelectuales superiores.
Por este motivo, en trastornos como el autismo, donde la interpretación del lenguaje no verbal, se ve afectada debido a la poca integración de las reglas sociales, diversos estudios realizados a través de la técnica de Resonancia Magnética Funcional, han demostrado que la activación cerebral de estos individuos es atípica, presentando una menor activación de las áreas corticales, teniendo que recurrir en mayor medida al lenguaje visual, para poder comprender las diferentes partes del lenguaje no verbal. De igual manera, en cuanto a la prosodia, la ironía, etc., presentaban activación de las regiones temporales bilaterales y la circunvolución frontal inferior derecha, como acción compensatoria en la tarea de interpretación de señales no verbales socialmente aceptadas.
Esta información nos permite profundizar en cómo, no solo la información que queremos trasmitir es importante, sino en la disposición y forma que externamente le proporcionamos al mensaje. Podríamos considerar que somos la envoltura de nuestros pensamientos, y ésta cubierta se va moldeando gracias a las interacciones que tenemos y el medio social y cultural en el que nos encontramos.
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