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 Una relación se sustenta en 4 factores fundamentales e interdependientes:

  • Referido a la responsabilidad e interés derivados de querer estar con la otra persona y a la decisión activa de mantener una estabilidad con ella.
  • Entendida como el apoyo mutuo en el plano afectivo y comunicacional acompañado del sentimiento de seguridad y confianza en el otro y en la relación.
  • Pasión. Referida a las conductas que buscan generar en el otro atracción e interés. Esta puede dividirse en pasión romántica y pasión erótica.

Si algo tienen en común todas las relaciones de pareja, independientemente de los límites y acuerdos que se pacten, es que es una tarea complicada, a la vez que agradecida, pues exigen un esfuerzo diario por seguir la propia vida teniendo presente a la otra persona, funcionando como equipo y en un proyecto de vida común.

Las dificultades estarán presentes en todas las relaciones de pareja en algún momento. Sin embargo, el detonante del conflicto tendrá que ver con un pobre repertorio de recursos de afrontamiento y lo que lo mantendrá será la incapacidad de establecer una comunicación asertiva que favorezca la reconciliación.

Por otro lado, los factores que definirán el éxito de una relación serán:

  • Que cada miembro sienta satisfacción a nivel personal con la relación de pareja que mantiene.
  • Sensación de apoyo mutuo.
  • Sensación de autonomía y crecimiento personal de ambos.
  • Existencia de planes en común relacionados con ocio y placer.

Que una relación tienda sea más funcional o disfuncional va a depender de variables como las personalidades de cada uno, el contexto en el que viven, el tipo de dificultades que se presenten y la capacidad de afrontamiento que tomen cada uno y como pareja.

En síntesis, veamos qué características definirían, a rasgos generales, a una relación de pareja sana frente a una disfuncional:

  • En una relación de pareja sana…: La distribución de poder es clara y simétrica; se produce una expresión adecuada para ambos de los sentimientos positivos sin olvidar la expresión de los sentimientos negativos; la comunicación es asertiva y abierta, sin ambigüedades o indirectas, lo que lleva a la resolución de conflictos de una manera exitosa; hay apoyo y validación a lo que el otro siente y piensa.

 

  • En una relación de pareja disfuncional…: La distribución de poder no es simétrica, hay alguien cediendo constantemente por evitar conflictos; la expresión de sentimientos positivos es más bien escasa y la expresión de sentimientos negativos es más bien dañina y muy dolorosa; la comunicación no es abierta y clara, sino que priman las descalificaciones, indirectas, insinuaciones y hay frecuentemente incongruencias entre lo que se dice y cómo se dice, lo que lleva a un conflicto o profundo o inexistente; hay escaso apoyo y validación a los sentimientos y pensamientos del otro.

En Albanta podemos ayudarte si no te sientes tan feliz como quisieras en tu relación de pareja. Atendemos todo tipo de situaciones: problemas de comunicación, dificultades en la esfera sexual, acompañamiento durante la separación/divorcio, orientación en la educación de los hijos/as… Pide tu cita.

 

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS:

Cáceres, J. (1994). Reaprender a vivir en pareja. Valencia: Promolibro.

Feliu, M. H. y Gúel M. A. (1992). Las relaciones de pareja. Técnicas para la convivencia. Barcelona: Martínez Roca.

Navran, L. (1967). Communication and adjustment in marriage. Family process, 6, 173-184.

Yela, C. (1997). Curso temporal de los componentes básicos del amor a lo largo de la relación de pareja. Psicothema, 9(1), 1-15.

 


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Los problemas de comunicación en pareja son uno de los temas más habituales en terapia de pareja. A veces ocurre como resultado de una época de malestar derivada de otros problemas, en otras ocasiones es la base del conflicto y otras veces se desarrolla como un hábito ineficaz.

En general, lo que ocurre en los problemas de comunicación no es una ausencia de ésta, pues no es posible que no exista comunicación: la no comunicación ya transmite un mensaje. Más bien tiene que ver con que la forma de comunicarse no es la adecuada y, por mucho que se intenta, no sólo no mejora la situación, sino que probablemente empeora.

La base del tratamiento estará en atender no sólo al lenguaje verbal, sino también al lenguaje no verbal. Además, también son importantes el lenguaje interior de cada miembro de la pareja, las creencias y las ideas preconcebidas, pues son predecesoras del mensaje que se transmitirá al otro.

En este artículo veremos algunas pautas para mejorar la comunicación en pareja. Como básico, es importante conocer los 3 estilos relaciones que existen:

  • Estilo pasivo. Ocurre cuando la persona tiende a no defender sus derechos e intereses por miedo al rechazo, evitar el conflicto… Puede dar lugar a que los demás se intenten a provechar de uno, con el resentimiento que eso puede traer.
  • Estilo agresivo. Tiene lugar cuando la persona tiende, con su comportamiento y comunicación, a la amenaza y reproche, sin tener en cuenta los intereses y derechos del otro. Esto puede generar en los demás, entre otras cosas, resentimiento.
  • Estilo asertivo. Describe a personas que tratan de defender sus derechos e intereses sin imponer su criterio a los demás. Fomenta una mayor sensación de control y satisfacción sobre las relaciones.

 

Algunas pautas para tratar de desarrollar un estilo asertivo serían:

  • Encontrar el momento oportuno para hablar. No sólo importan nuestras ganas o desganas para hablar, también las del otro. No sería buena idea tratar de empezar conversaciones importantes cuando la otra persona está cansada, en una cena familiar o cuando va a empezar la película que tantas ganas tenía de ver.
  • Abordar los temas de uno en uno y respetar los turnos de palabra.
  • No acumular emociones negativas. Existe la creencia de que las emociones entendidas como negativas (tristeza, enfado, decepción) es mejor ocultarlas que comunicarlas a nuestra pareja. Nada más lejos de la realidad. Es importante no expresar las emociones en un momento de gran ira, pero expresarlas en su tiempo para evitar que más adelante aparezcan de una forma explosiva.
  • Evitar las insinuaciones. Utilizar un lenguaje claro y respetuoso permite que uno sienta liberación de las emociones que le generan malestar y el otro puede entender lo ocurrido y tener la oportunidad de cambio. Trata de expresar lo que no te ha gustado desde la fórmula “Yo he sentido…” “yo pienso…”, “a mí me gustaría que…”.
  • No olvidar decir también lo positivo. A veces la comunicación está tan viciada, que cuando el otro hace algo de nuestro agrado damos por hecho que es su “obligación”. Expresar abiertamente lo que nos ha gustado favorece un clima positivo en la pareja y aumenta la probabilidad de que el otro repita esa conducta.
  • Ofrecer alternativas. Tan importante es hablar de lo que ha fallado como explicar de qué forma nos podríamos sentir mejor. En este sentido, es positivo acentuar la posibilidad de lograr el cambio entre los dos y tener paciencia, pues la mayoría de cambios no pueden ser instantáneos.

 

¿Crees que tu relación de pareja necesitaría ayuda profesional? Aquí te dejo algunas preguntas que puedes hacerte para saberlo.

¿Hay libertad y respeto suficiente entre mi pareja y yo para expresar tanto los sentimientos positivos como los negativos? ¿Tendemos a ser asertivos? ¿Hay momentos de mal humor con demasiada frecuencia? ¿Conocemos técnicas para gestionar los momentos de conflicto?

 

En Albanta podemos ayudarte si crees que tú o tu relación de pareja lo necesita. Pide tu cita y prueba.

Nuestro objetivo ¡Tu bienestar!

 

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS:

Cáceres, J. (1994). Reaprender a vivir en pareja. Valencia: Promolibro.

Castanyer, O. (2014). Aplicaciones de la asertividad. Bilbao: Desclée de Brouwer.

Liberman, R. P., Wheeler, E. G., de Visser, L.A., Kuehnel, J. y Kuehnel, T. (1987). Manual de terapia de pareja (9ª ed.). Madrid: Desclee de Brouwer.

Santos-Iglesias, P. y Sierra, J. C. (2010). El papel de la asertividad sexual en la sexualidad humana: una revisión sistemática. International Journal of Clinical and Health Psychology, 10(3), 553-577.

Watzlawick, P., Bavelas, J. y Jackson, D. (2002). Teoría de la comunicación humana. Barcelona: Herder Editorial.

Watzlawick, P., Weakland, J. H. y Fisch, R. (1974). Change: Principles of Problem Formation and Problem Resolution. Nueva York: Norton.


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El divorcio tiene lugar cuando uno o ambos miembros deciden poner fin al vínculo emocional y al contrato legal que hasta ese momento les unía como pareja bajo un propósito de vida común. Por norma general, no ocurre como consecuencia de un solo hecho sino que suele ser multicausal. Durante este proceso se describen los estilos de afrontamiento de cada una de las partes para enfrentarse a la situación y resolver las complicaciones que surjan de manera adecuada.

Sin embargo, no suele ser un proceso fácil: los procesos de divorcio/separación suponen una de las mayores crisis a las que se enfrenta una persona. Al ser una etapa de cambios y decisiones importantes, afectará a todo el núcleo cercano a la pareja o matrimonio: amigos, familia extensa y, por supuesto, hijos.

A veces se encuentra entre las causas de la separación la falta de entendimiento, la comunicación improductiva y la dificultad para establecer acuerdos. Esto puede suponer también gran dificultad durante resolución de la relación y es posible que se precise de apoyo psicológico.

Tal y como describieron Wallerstein y Kelly (1980), de manera general existen 4 maneras en las que una pareja puede llegar a tomar la decisión de separarse:

  • Como una decisión tomada de manera impulsiva.
  • En respuesta a una situación altamente estresante de la que no se percibe control.
  • Entender la separación como la mejor opción para ambos y tomar la decisión mutuamente.
  • Acudiendo a terapia de pareja, ésta decide poner fin a la relación y continúan la terapia como acompañamiento durante el proceso.

Estos mismos autores describieron que en alguna de las dos primeras habría mayor probabilidad de encontrarnos ante una separación conflictiva.

Pese a que las rupturas suelan producirse tras la sucesión de múltiples causas, ¿existen en la literatura motivos por los que sea más común decidir divorciarse? La respuesta es sí:

  • Darse cuenta de que existen estilos de vida, principios y valores di diferentes y poco compatibles.
  • Sentimiento de haber perdido intimidad, relacionado con haber abandonado el tiempo en común a favor de otras obligaciones familiares, laborales o sociales.
  • Sensación de falta de expresión afectiva, donde el cariño recibido por el otro no es el esperado.
  • Aburrimiento, falta de ocio en común.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), se estima que solo en el año 2020 hubo 77.200 divorcios y que, por tanto, hubo muchos/as hijos/as que tuvieron que hacer frente a la ruptura de sus padres. Sin embargo, aún son muchos los matrimonios que muestran reticencia a separarse por la preocupación de cómo lo asumirán sus hijos/as. ¿Qué nos ofrece la literatura en relación a estos miedos de los padres y madres? Se ha comprobado que aquellos hijos e hijas cuyos padres seguían juntos pero con un nivel elevado de hostilidad eran menos felices y tenían más problemas de adaptación, que aquellos hijos e hijas cuyos padres habían decidido divorciarse de manera pacífica.

Lo que extraemos de aquí es que si la separación conyugal se hace de manera asertiva, respetuosa y tratando de sortear el conflicto hostil, no producirá dolor, o al menos no tanto, en los/as hijos/as. No es el hecho de vivir juntos o separados lo que puede llegar a provocar un dolor irremediable, sino el hecho de que haya sentimientos explícitamente negativos entre los padres, estar presenciando continuamente discusiones conyugales y percibir que la relación entre ambos esté muy deteriorada.

Llegados a este punto, ¿cómo comunicar a los/as hijos/as la decisión de separarse tratando de causar el menor daño posible? Estas son algunas pautas:

  • Independientemente de si la decisión se ha tomado de manera consensuada o de manera unilateral, es esencial recalcar la idea de que es una decisión tomada por ambos progenitores.
  • No debemos informar a los/as hijos/as de la decisión hasta que sea firme e irrevocable. Informarles también de esto les ayudará a no generar ilusiones con que pueda haber arrepentimiento: la decisión ha sido muy meditada y se ha tomado con el objetivo de mejorar el bienestar de toda la familia.
  • Es importante adecuar el mensaje a la edad de cada hijo e hija y darles sólo información que puedan entender.
  • Es normal que ellos/as precisen también de un tiempo para comprender la decisión y adaptarse al cambio. Debemos transmitirles comprensión y ofrecerles hacer las preguntas que necesiten y hablar de sus inquietudes y miedos todas las veces que lo deseen.
  • No hay que esconderles cómo van a ser sus vidas de ahora en adelante; es mejor aportarles información para reducir el nivel de incertidumbre y que no se sientan tan perdidos/as. Es importante aclararles con quién van a vivir, cómo será su relación con el progenitor que deja de vivir en el domicilio familiar… Explicarles que, al inicio, será un proceso difícil para toda la familia y que habrá que adaptarse poco a poco al cambio, pero que todo irá bien después.
  • No debemos hacer promesas que no se puedan (o no se esté seguro) de que se puedan llegar a cumplir.
  • Evitar reacciones emocionales intensas como gritar o llorar, así como buscar culpables o inocentes.
  • Tratando de que se sientan seguros/as y que perciban que es una situación que importa a ambos progenitores, es fundamental que en la comunicación de la noticia estén presentes ambos miembros y asegurarles que tanto un progenitor como el otro los sigue queriendo igual y que estarán presentes en todo lo que necesiten.
  • Respetar la rutina de los hijos. Mantener sin cambios la rutina habitual del niño: casa, amigos, actividades. etc.
  • Mantenerse en contacto por el bien de los hijos e hijas con el fin de compartir preocupaciones y coordinarse en las tareas, especialmente en temas de educación y salud.

¿Qué ocurriría si, por el contrario, no se consigue llegar a una separación armoniosa? ¿Cómo lo vivirían los/as hijos/as?

  • Encontramos que un alto nivel de hostilidad aumenta el riesgo de efectos negativos en los menores que, en función de la edad y las características de personalidad, manifestarán de forma internalizante (síntomas depresivos, por ejemplo) o externalizante (problemas de conducta, por ejemplo). Del mismo modo, en los adultos podrán surgir repercusiones asociadas, tales como depresión, ansiedad o problemas de autoestima.
  • Se ha comprobado como el predictor más potente de inadaptación infantil en casos de divorcio, el conflicto interparental. Se han descrito efectos incluso en la salud física.
  • Dificultades en la regulación emocional.
  • Los efectos negativos (por ejemplo, depresión) en los niños y niñas como consecuencia de haber estado expuestos a situaciones de hostilidad entre los padres se han observado hasta la edad adulta.

 

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS:

Arch Marin, Mila  (2010). Divorcio conflictivo y consecuencias en los hijos: implicaciones para las recomendaciones de guarda y custodia. Papeles del Psicólogo, 31(2), 183-190. [fecha de Consulta 5 de Julio de 2022]. ISSN: 0214-7823. Disponible en:   https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77813509004

Cámara, K. A. y Resnick, G. (1988). Interparental conflict and cooperation: factors on moderating children’s post-divorce adjustment. En E. M. Hetherington y J. D. Arasteh (Eds.), Impact of divorce stepparenting, sand stepparenting on children (pp. 169-195). Hillsdale: Erlbaum.

Gigy, L. y Kelly, J. B. (1992). Reasons for divorce: Perspectives of divorcing men and women. Journal of divorce, 18(1/2), 169-187.

INE: Instituto Nacional de Estadística (2020). Estadística de nulidades, separaciones y divorcios. [Entrada en una página web]. Recuperado de https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=estadistica_C&cid=1254736176798&menu=ultiDatos&idp=1254735573206

Laucirica, N., Villar, G. y Abal, M. (2001). Guía para padres y madres en situación de separación y/o divorcio: cómo actuar con los hijos e hijas. Vitoria-Gasteiz: Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz.


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Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG): Evaluación y Tratamiento

Para efectuar el diagnóstico de Trastorno de Ansiedad Generalizada, los especialistas se basan en los criterios diagnósticos del DSM-V o del CIE-10, dos clasificaciones de las enfermedades consensuadas por especialistas de diferentes nacionalidades y reconocido prestigio.

Según los Criterios del  DSM-V para el diagnóstico del Trastorno Ansiedad Generalizada se caracteriza por: (Fuente: American Psychiatric Association)

Ansiedad y preocupaciones excesivas (anticipación aprensiva), que se produce durante más días de los que ha estado ausente durante un mínimo de seis meses, en relación con diversos sucesos o actividades (como en la actividad laboral o escolar).

Al individuo le es difícil controlar la preocupación.

La ansiedad y la preocupación se asocian a tres (o más) de los seis síntomas siguientes (y al menos algunos síntomas han estado presentes durante más días de los que han estado ausentes durante los últimos seis meses (Nota: En los niños, solamente se requiere un ítem):

  • Inquietud o sensación de estar atrapado o con los nervios de punta.
  • Fácilmente fatigado.
  • Dificultad para concentrarse o quedarse con la mente en blanco
  • Irritabilidad.
  • Tensión muscular.
  • Problemas de sueño (dificultad para dormirse o para continuar durmiendo, o sueño inquieto e insatisfactorio).

La ansiedad, la preocupación o los síntomas físicos causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., una droga, un médicamente) ni a otra afectación médica (p. ej., hipertiroidismo).

La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental (p. ej., ansiedad o preocupación de tener ataques de pánico en el trastorno de pánico, valoración negativa en el trastorno de ansiedad social (fobia social), contaminación u otras obsesiones en el trastorno obsesivo-compulsivo, separación de las figuras de apego en el trastorno de ansiedad por separación, recuerdo de sucesos traumáticos en el trastorno de estrés postraumático, aumento de peso en la anorexia nerviosa, dolencias físicas en el trastorno de síntomas somáticos, percepción de imperfecciones en el trastorno dismórfico corporal, tener una enfermedad grave en el trastorno de ansiedad por enfermedad, o el contenido de creencias delirantes en la esquizofrenia o el trastorno delirante.

 

De otro lado, según los Criterios CIE-10 para el diagnóstico del Trastorno de Ansiedad Generalizada se caracteriza por:  (Fuente: Organización Mundial de la Salud)

La característica esencial de este trastorno es una ansiedad generalizada y persistente, que no está limitada y ni siquiera predomina en ninguna circunstancia ambiental en particular (es decir, se trata de una “angustia libre flotante”). Como en el caso de otros trastornos de ansiedad los síntomas predominantes son muy variables, pero lo más frecuente son quejas de sentirse constantemente nervioso, con temblores, tensión muscular, sudo-ración, mareos, palpitaciones, vértigos y molestias epigástricas. A menudo se ponen de manifiesto temores a que uno mismo o Un familiar vaya a caer enfermo o a tener un accidente, junto con otras preocupaciones y presentimientos muy diversos. Este trastorno es más frecuente en mujeres y está a menudo relacionado con estrés ambiental crónico. Su curso es variable, pero tiende á ser fluctuante y crónico.

Pautas para el diagnóstico

El afectado debe tener síntomas de ansiedad la mayor parte de los días durante al menos varias semanas seguidas. Entre ellos deben estar presentes rasgos de:

Aprensión (preocupaciones acerca de calamidades venideras, sentirse “al límite”, dificultades de concentración, etc.).

Tensión muscular (agitación e inquietud psicomotrices, cefaleas de tensión, temblores, incapacidad de relajarse).

Hiperactividad vegetativa (mareos, sudoración, taquicardia o taquipnea, molestias epigástricas, vértigo, sequedad de boca, etc.).

En los niños suelen ser llamativas la necesidad constante de seguridad y las quejas somáticas recurrentes.

La presencia transitoria (durante pocos días seguidos) de otros síntomas, en particular de depresión, no descarta un diagnóstico principal de trastorno de ansiedad generalizada, pero no deben satisfacerse las pautas de episodio depresivo, trastorno de ansiedad fóbica, trastorno de pánico o trastorno obsesivo-compulsivo.

 

Tratamiento ansiedad generalizada

Este tipo de trastorno de ansiedad no se asocia a un estímulo concreto, la ansiedad se manifiesta generalizadamente y de forma persistente.

Se trata de una sensación aprensiva ante las pequeñas situaciones de la vida cotidiana.

Es el trastorno de ansiedad más prevalente pero no es el trastorno por el que más ayuda buscan las personas afectadas (25 %) y los que lo realizan lo hacen unos 10-15 años después de comenzar con la sintomatología (Echeburúa, 1993). La persona se encuentra con una tensión motora habitualmente, con una hiperactivación a nivel vegetativo y con un estado de alerta excesivo constante.

Programa de tratamiento cognitivo conductual:

  • Psicoeducación sobre respuestas de miedo y su función y explicación a nivel biológico. Esta estrategia fomenta el autocontrol y conocimiento de las formas habituales de responder el organismo y el motivo filogenético por el que lo realiza. Útil para que la persona entienda la reacción de su cuerpo y modifique las expectativas que puede tener sobre la evolución que pueden tener esas sensaciones y respuestas, con lo que favorecemos que no se asusten y anticipen cambios que no pueden producirse.
  • Exposición in vivo. Se basa en la idea de evitar el escape o la evitación de las situaciones que provocan el miedo o la ansiedad. La evitación provoca que la persona al salir de la situación no pueda comprobar o experimentar sensaciones diferentes al miedo/ansiedad y modificarlas a través de la habituación, la extinción y recondicionamiento. Al permanecer en la situación y a través de la práctica se puede modificar el pensamiento y las expectativas de lo que la persona cree que ocurrirá si permanece en esa situación.

Para ello, se pide al paciente que realice junto al terapeuta un listado de aquellos estímulos que le generan miedo, señalando el grado de ansiedad que le provoca a través de Unidades Subjetivas de Ansiedad (USA): unidades de ansiedad. Se recomienda pautar exposiciones a partir de unidades intermedias.

  • Autoexposición sobre base a una educación previa. Se trata de una técnica de exposición en la que se comienza enseñando al paciente para que ejecute de forma independiente y correcta la técnica.
  • Reestructuración cognitiva. Se valoran las distorsiones cognitivas que tienen influencia en su estado de ánimo y se trabajan alternativas que le generen otro tipo de estado de ánimo y que son más realistas. Por ejemplo, discutir pensamientos negativos (búsqueda de alternativas).
  • Práctica programada. Con esta técnica se programan en consulta una serie de aproximaciones a la conducta/objeto, etc., que el paciente evita.
  • Desensibilización sistemática en imaginación. Se trata de una técnica desarrollada por Wolpe en la década de los 50, se utiliza mediante la inhibición recíproca, es decir, dos respuestas que se inhiban recíprocamente, de forma que se busque la producción de respuestas incompatibles a la ansiedad frente a estímulos sugestivos de la misma, de manera que se impida la evitación y el escape.

Esta técnica se compone de relajación y una presentación gradual de estímulos que provocan la respuesta de ansiedad. Por tanto, está compuesta por los siguientes elementos:

  • Implantación respuestas antagónicas de la ansiedad (relajación).
  • Jerarquización de estímulos que producen miedo y su presentación gradual, siendo fundamental dedicar un tiempo adecuado a esta presentación.
  • Generalización.
  • Relajación/respiración diafragmática.

Puede utilizarse de forma complementaria para que el paciente tenga estrategias de afrontamiento y autocontrol, de forma que pueda rebajar la ansiedad y de esta forma las respuestas vegetativas. Hay que tener precaución para que no se utilice como una forma de evitación cognitiva activa.

  • Relajación/respiración diafragmática.

 

Bibliografía.

  • Echeburúa, E. (1993). Evaluación y tratamiento del trastorno por ansiedad generalizada. Psicología conductual, 1(2), 233-254.

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El sueño es una parte fundamental de la vida y está íntimamente relacionado con el bienestar de las personas. Actualmente, el insomnio es un problema de salud que afecta a un alto porcentaje de la población, unido a la dificultad para su diagnóstico por parte de los médicos de familia, bien por falta de tiempo o de formación. Se estima que más de un 50% de los pacientes que acuden a Atención Primaria hacen referencia al insomnio si se les pregunta, siendo el 30% los que lo mencionan por iniciativa propia.

  • Entre un 10 y un 15% de la población general padece insomnio crónico.
  • Los médicos y estudiantes de medicina refieren altos niveles de insomnio, entre un 45 y un 47%, seguidos de conductores de autobuses, trabajadores de la limpieza y profesores, un 18% cada uno de ellos.
  • Un 70% de los estudiantes universitarios sufre trastornos del sueño.

El sueño correcto y reparador es indicador de salud, y se relaciona la mala calidad del sueño con obesidad, consumo de tabaco y enfermedades crónicas. El insomnio es factor de riesgo para la aparición de trastornos del estado de ánimo como ansiedad, depresión o consumo de sustancias. Las consecuencias de la falta de sueño se manifiestan en varias esferas de la vida de las personas:

  • Descenso del rendimiento laboral y/o académico.
  • Mayor predisposición a las enfermedades.
  • Incremento del riesgo de accidentes.
  • Asociación a condiciones médicas tales como artritis, reflujo gastro-esofágico, insuficiencia cardiaca congestiva, enfermedad obstructiva pulmonar, diabetes, problemas de próstata, alteraciones musculo-esqueléticas, etc.

El tratamiento del insomnio puede ser farmacológico o no farmacológico, este último, psicológico. Desde el punto de vista psicológico, la terapia cognitivo-conductual es la elección para el tratamiento del insomnio, eficaz para promover la eficiencia y la continuidad del sueño. La terapia se combina con la higiene del sueño, consistente en una serie de recomendaciones sobre prácticas y factores ambientales que podrían afectar a la calidad del sueño. Algunas de estas indicaciones serían:

  • Evitar productos que contienen cafeína al menos 4 horas antes de acostarse.
  • Evitar la nicotina al menos 1 hora antes de acostarse o si se despierta a media noche.
  • Evitar el alcohol en las horas próximas a irse a dormir.
  • Evitar comidas copiosas inmediatamente antes de irse a la cama. También evitar acostarse con hambre.
  • Evitar practicar ejercicio intenso en las 2 horas previas a irse a la cama.
  • Mantener el dormitorio tranquilo y ordenado, intentando que la cama sea lo más cómoda posible.
  • Evitar temperaturas extremas en el dormitorio. Evitar en la medida de lo posible ruidos y luces durante toda la noche.
  • Evitar utilizar la cama para otras tareas que no sea dormir. Mantener unos horarios regulares de vigilia-sueño.

Otras medidas fundamentales de higiene del sueño centradas en el insomnio son las siguientes:

  1. Irse a la cama sólo cuando se tenga sueño.
  2. Levantarse todos los días, incluidos los fines de semana, a la misma hora.
  3. Evitar quedarse en la cama despierto más tiempo del necesario.
  4. Evitar las siestas durante el día.
  5. Reducir o evitar el consumo del alcohol, cafeína, hipnóticos.
  6. Evitar comidas copiosas antes de acostarse.
  7. Mantener condiciones ambientales adecuadas para dormir (temperatura, ventilación, ruidos, luz).
  8. Evitar actividades estresantes en las horas previas de acostarse.
  9. Realizar un ejercicio físico moderado al final de la tarde.
  10. Practicar ejercicios de relajación antes de acostarse.
  11. Tomar baños de agua a temperatura corporal por su efecto relajante.

Es necesario incidir en la importancia del tratamiento psicológico como alternativa a los fármacos. Para obtener efectividad es necesario utilizar dichas pautas de higiene del sueño como complemento a la terapia, y nunca en sustitución a la misma.

García-López, S. J. y Navarro-Bravo, B. (2017). Higiene del sueño en estudiantes universitarios: conocimientos y hábitos. Revisión de la bibliografía. Revista Clínica de Medicina de Familia, 10 (3).


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Duelo: Fases y Recomendaciones.

Si de algo no hay duda, es que la muerte es un hecho inexorable, y que,  antes o después, viviremos cada uno de nosotros. La reacción emocional y comportamental que se manifiesta ante una pérdida, generalmente en forma de sufrimiento, es lo que conocemos como duelo. La palabra “duelo” proviene del latín “dolus” y significa “dolor”. Éste dolor emana de forma habitual de una pérdida referida a un ser querido, pero también alude a pérdidas referidas a recursos económicos o pérdidas simbólicas como sueños o ideales. En definitiva, aquellas situaciones en las que un vínculo emocional se rompe.

Klüber-Ross distinguió cinco fases o etapas que ocurren en la persona que está próxima a la muerte, pero que pueden ser experimentadas ante cualquier tipo de pérdida significativa.

  • Negación. “No puede ser”, “no es justo”… La persona es incapaz de aceptar y reconocer lo sucedido, atribuyendo el hecho a errores o equivocaciones médicas.
  • Ira. En este momento, la persona se enfrenta a emociones como rabia, resentimiento o conductas hostiles que pueden ir dirigidas hacía sí mismo y/ o hacia su entorno por la situación de pérdida o deficiencia de salud.
  • Pacto/ Negociación. La persona cambia su reacción de ira hacía sí mismo o hacia su entorno por acuerdos (reales o imaginados) para la recuperación del paciente.
  • Depresión. La persona se encuentra en un estado de profundo abatimiento y tristeza ante la inminente situación de enfermedad y pérdida.
  • Aceptación. La persona es capaz de identificar la situación de dolor y enfermedad. Ya no busca culpables, sino que se muestra competente para adaptarse a la enfermedad y afrontar la muerte.

Estas fases no tienen una duración determinada, ni un orden establecido, ya que la expresión del duelo afectará de una forma diferente y concreta en cada uno de nosotros.

Si estás atravesando un proceso de duelo o conoces a alguien que se encuentra en esta situación es recomendable prestar atención a una serie de síntomas que cuando avanzan en intensidad y se prolongan a lo largo del tiempo pueden interferir negativamente en el funcionamiento diario de la persona que lo padece, produciendo alteraciones significativas y dando lugar a un proceso de duelo anormal o patológico, con el que sería aconsejable buscar ayuda.

Algunos de estos síntomas son los siguientes:

  • Sentimientos: tristeza, enfado, culpa y autorreproche, ansiedad, soledad, fatiga, impotencia, shock,anhelo, emancipación, alivio, insensibilidad.
  • Sensaciones físicas: vacío en el estómago, opresión en el pecho y en la garganta, hipersensibilidad al ruido, sensibilización de despersonalización, falta de aire, debilidad muscular, falta de energía, sequedad de boca.
  • Cogniciones: incredulidad, confusión, preocupación, sentido de presencia, alucinaciones.
  • Conductas: Trastornos del sueño o de la alimentación, conducta distraída, aislamiento social, soñar con el fallecido, evitar recordatorios del fallecido, buscar y llamar en voz alta, suspirar, llorar constantemente, visitar lugares o llevar consigo objetos que recuerdan al fallecido, acumular objetos que pertenecían al fallecido.

 

¿QUÉ NO DEBO HACER SI MI FAMILIAR ESTÁ ATRAVESANDO UN PROCESO DE DUELO? ALGUNAS RECOMENDACIONES…

En muchas ocasiones y con nuestra mejor intención para ayudar a un familiar o amigo que está atravesando un período de duelo, tendemos a realizar una serie de conductas que lejos de ayudar pueden provocar rechazo o sentimientos de soledad en la persona que lo experimenta. A continuación, encontramos algunos ejemplos de situaciones que probablemente no favorezcan a la resolución del duelo de nuestro conocido:

  • Decirle a la persona que ha sufrido la pérdida qué tiene que hacer. En lugar de esto, es preferible simplemente escuchar a la persona, sus preocupaciones, sus reflexiones y sus formas de afrontamiento mostrando así interés y tiempo en escucharla.
  • Decir “llámame si necesitas algo”. Ofrecer nuestra ayuda de una forma concreta en su día a día o tomar la iniciativa para realizar actividades con nuestro familiar, será más útil que esperar a que la persona se ponga en contacto con nosotros. Además, la persona puede tomar esta frase como símbolo de que mostramos algún reparo en ofrecer nuestra ayuda de forma sincera, al tratarse de un tema tan delicado.
  • El tiempo lo cura todo. Las heridas de pérdida no se curan nunca por completo, por ello, es más realista esperar momentos difíciles durante los meses siguientes a la pérdida, que esperar que pase el tiempo y conspire el silencio de que todo ha pasado.
  • Decir: “Sé cómo te sientes”. No existe una única forma de vivir el dolor, por ello, invitar a la persona a compartir sus sentimientos aportará más valor a la relación que dar por hecho que los conocemos.
  • Intentar que la persona supere el dolor de una forma rápida y fugaz. El trabajo de duelo requiere tiempo y paciencia, no puede hacerse en un plazo fijo de tiempo.

 

ALGUNAS TÉCNICAS QUE PUEDEN AYUDARNOS A ACEPTAR LA PÉRDIDA.

  • Escribir una carta de despedida, de reconciliación o de recuerdos vividos con la persona fallecida para expresar emociones y dar sentido a la experiencia de la pérdida.
  • La utilización de autoinstrucciones positivas y autorrefuerzos pueden ser útiles para la obtención de habilidades de afrontamiento de esta situación complicada.
  • El uso de la lectura puede ser muy beneficioso para la persona doliente.
  • Técnicas de relajación, para ayudar a disminuir los niveles de ansiedad.
  • Realización de actividades placenteras y entrenamiento en habilidades sociales de forma que la persona vuelva poco a poco a entablar relaciones sociales y retome sus rutinas.
  • Reestructuración cognitiva: Modificación de pensamientos irracionales por otros más adaptativos.

Con cualquier técnica es esencial elegir el momento oportuno y tener en cuenta las particularidades de cada persona.

Si necesitas ayuda, consúltanos, estaremos encantados de ayudarte. en Albanta Logopedia y Psicología contamos con un equipo dispuesto a ayudarte.

BIBLIOGRAFÍA.

  • Bellver, A., Gil-juliá, B., & Ballester, R. (2008). Duelo: evaluación, diagnóstico y tratamiento. Psicooncología, 5(1), 103-116.
  • Battista, A. (2011). El problema del duelo. Desde el jardín de Freud, (11), 17-30.
  • Neimeyer, R. A., & Ramírez, Y. G. (2002). Aprender de la pérdida: una guía para afrontar el duelo. Barcelona: Paidós.
  • Dávalos, E. G. M., García, S., Gómez, A. T., Castillo, L., Suárez, S. S., & Silva, B. M. (2008). El proceso del duelo. Un mecanismo humano para el manejo de las pérdidas emocionales. Revista de Especialidades Médico-Quirúrgicas, 13(1), 28-31.
  • Ávila, M. M., & de la Rubia, J. M. (2013). El significado psicológico de las cinco fases del duelo propuestas por Kübler-Ross mediante las redes semánticas naturales. Psicooncología, 10(1), 109.
  • Flórez, S. D. (2002). Duelo. In Anales del sistema sanitario de Navarra (Vol. 25, pp. 77-85).

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La persona con ideación suicida.

Es importante entender que aquellas personas que recurren al suicidio, o han realizado un intento de ello, lo han visto como una posible solución radical para poder poner fin a un nivel de sufrimiento psicológico intolerable.

No obstante, se han encontrado dos tipos de pensamientos distorsionados (erróneos) que suelen poseer aquellas personas con ideación suicida:

1- Pensamientos relacionados con el sentimiento de desesperanza: Creen que van a seguir sufriendo igual indefinidamente y que no existe solución a su situación.

2- No atribuyen su perdida a un gran sufrimiento de sus seres queridos, algunos, incluso, piensan que su muerte puede llegar a ser un favor que les hace a los demás.

 

ALGUNAS SEÑALES A TENER EN CUENTA:

Existen algunos indicios que nos permiten advertir si una persona está pensando en el suicidio, estos son:

  1. Manifestaciones verbales. La persona ha expresado oralmente su deseo de quitarse la vida. Suele haber diferentes grados de expresarlo, yendo de más a menos explícito (sin un planteamiento de la acción, planteado pero sin un método determinado, con un método específico pero sin planearlo o con un plan suicida concreto).
  2. Manifestaciones no verbales. Otras veces, la persona no llega a comunicarlo de forma oral, pero si manifiesta otras señales determinadas que pueden ponernos alerta.

Se puede reflejar en comportamientos como:

  • identificándose (directa o indirectamente) con una persona conocida que se ha suicidado anteriormente o comparando su situación actual con la del/la fallecido/a,
  • tras un momento de agitación y angustia, cesa con una sensación de paz y tranquilidad interna, reflejando un conflicto ya resuelto entre los deseos de vivir y los deseos de morir, a favor de estos últimos,
  • tras preguntar directamente pueden emerger conductas no verbales que apuntan a esta ideación; el llanto sin pronunciar palabra alguna, estar cabizbajo/a mirando al suelo, un silencio repentino motivado por la propia pregunta, agitación o intranquilidad, etc.,
  • regalar sus posesiones más preciadas, correr riesgos innecesarios, cerrar asuntos, tener escondido el futuro método para llevar a cabo el suicidio, etc., son algunos indicios de la existencia de un plan suicida.

Además, las personas que se encuentran en esta tesitura suelen tener algunos pensamientos que también podemos considerar como señales de alerta, entre ellos:

Se sienten incapaces de:

  • Superar el dolor
  • Pensar claramente
  • Tomar decisiones
  • Ver alternativas
  • Dormir, comer o trabajar
  • Salir de la depresión
  • Escapar de la tristeza
  • Imaginar un futuro sin sufrimiento
  • Valorarse a sí mismas
  • Controlar la situación
  • Encontrar a alguien que les preste atención

Es importante observar estas señales dentro de un contexto, no alarmándonos por observarlas en algún momento determinado de nuestra vida  o en la de  otros. No obstante, en ciertos grupos de riesgo, o tras un tiempo prolongado, es conveniente atender a estas conductas verbales y/o no verbales. Ante la duda, es recomendable hablar con un profesional.

 

CÓMO PUEDO ACTUAR SI…

Tengo a alguien cercano con pensamientos suicidas:

  • Hable las cosas de forma clara y abierta acerca del suicidio.
  • Exprese su preocupación.
  • Actúe dispuesto/a a escuchar y deje a la persona expresarse libremente, sin juzgarle, sin dar sermones sobre el valor de la vida.
  • Muéstrese disponible y cercano/a, demostrando interés real y apoyo.
  • No le desafíe a cometerlo.
  • Tranquilice a esta persona.
  • No prometa confidencialidad, será conveniente buscar ayuda entre sus familiares y personas más allegadas.
  • Explíquele otras alternativas disponibles, pero sin caer en consejos fáciles.
  • Adopte medidas prácticas (controle o retire todos aquellos elementos que puedan suponer un riesgo).
  • Intente no dejar a esa persona sola, pero sin llegar a una situación de excesivo control.
  • Busque ayuda profesional e informe de si existe algún antecedente familiar de suicidio.

 

Soy yo quien tiene pensamientos suicidas:

  • No olvides que no estás solo/a. Busca ayuda a algún familiar, amigo/a y/o terapeuta y coméntale tus preocupaciones. No mantengas en secreto tus pensamientos sobre el suicidio. Ábrete a los demás, comunícate con personas en las que confía.
  • Aunque en este momento no lo parezca, los pensamientos suicidas suelen estar asociados con problemas que pueden resolverse. Que no veas ahora la solución no significa que esta no exista.
  • La crisis de suicidio suelen ser pasajeras. Todo es pasajero y esto también, a pesar de que ahora mismo lo sientas diferente.
  • No actúes de forma impulsiva.
  • Consulta con un profesional de la salud.
  • Conoce los servicios de urgencia 24h que puedan atenderle en momentos de crisis (se expondrán al final del texto)*.
  • Tome distancia de cualquier medio con el que pueda hacerse daño.
  • Evite el consumo de alcohol u otras drogas.
  • En momentos de crisis o muy bajo estado de ánimo, evite realizar aquellas actividades que no suelen salirle bien o encuentra difícil.
  • Planifique actividades diarias, relaciónese con otras personas.
  • Manténgase activo/a y ocupado/a.

 

En resumen, ante este tipo de situaciones, es conveniente:

  • Involucrar a otras personas significativas que puedan contribuir a superar esta situación.
  • Contar con el apoyo de un profesional experto, que les podrá guiar y ayudar en esta situación.

 

Ante una crisis, pueden contactar con los siguientes números de emergencias 24h:

  • Número de emergencia; 112
  • Teléfono de la esperanza; 717 003 717
  • Teléfono de la esperanza, provincia de Jaén; 953 260 931

Como propuesta futura, el gobierno ha lanzado un número gratuito contra el suicidio, el 024, no disponible en la fecha de esta publicación.

 

REFERENCIAS:

Asociación Internacional Teléfono de la Esperanza. (2019). Cómo prevenir y actuar ante el suicidio. Guía para afectados, familiares, docentes y supervivientes. https://www.telefonodelaesperanza.org/assets/Guia%20del%20suicidio.pdf

Comunidad de Madrid. (2016). ¡No estás solo! Enséñales a vivir. Guía para la prevención de la conducta suicida dirigida a docentes. http://www.madrid.org/bvirtual/BVCM017853.pdf

De la Torre Martí, M. (2013). Protocolo para la detección y manejo inicial de la ideación suicida. Guía desarrollada por el Centro de Psicología Aplicada de la Universidad de Madrid. https://psicologosemergenciasbaleares.files.wordpress.com/2018/01/protocolo_ideacion_suicida.pdf

Generalitat Valenciana. (2017). Vivir es la salida. Plan de prevención del suicidio y manejo de la conducta suicida de la Comunidad Valenciana. http://www.prevenciodelsuicidi.san.gva.es/documents/7217942/7267322/GU%C3%8DA+SUICIDIO+%C3%81MBITO+SANITARIO.pdf

INE – Instituto Nacional de Estadística. (2021a). Instituto Nacional de Estadística. (National Statistics Institute). https://www.ine.es/dynt3/inebase/index.htm?padre=8272&capsel=8272

INE – Instituto Nacional de Estadística. (2021b). Tasas estandarizadas de mortalidad por causa de muerte (causas más frecuentes de cada grupo de edad), sexo, nivel de estudio y edad. 25 y más años. INE. https://www.ine.es/jaxiT3/Tabla.htm?tpx=48308

Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses. Ministerio de Justicia. (2021). Epidemiología y toxicología de las muertes por suicidio en España. Memoria 2019. https://www.mjusticia.gob.es/es/AreaTematica/DocumentacionPublicaciones/InstListDownload/Memoria_Suicidios_INTCF_2019.pdf

Pérez Barrero, S. A. (2005). Los mitos sobre el suicidio. La importancia de conocerlos. Revista Colombiana de Psiquiatría, 3(34), 386–394.

Servicio Andaluz de Salud. Consejería de Salud. (2010). Guía sobre la prevención del suicidio para personas con ideación suicida y familiares. https://www.sspa.juntadeandalucia.es/servicioandaluzdesalud/sites/default/files/sincfiles/wsas-media-pdf_publicacion/2021/guia_prevencionsuicidio.pdf


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El Suicidio: prevalencia y mitos.

El suicidio, entendido como ese acto deliberado de quitarse la propia vida, un acto tan atroz que muchas veces se convierte en tabú, ignorándolo como si fuese un acontecimiento de baja probabilidad de ocurrencia o como si el mero hecho de hablarlo pudiera desembocar en ello, pero ¿qué dicen los datos? ¿Son casos aislados los casos de suicidio?

PREVALENCIA

Atendiendo al último estudio presentado en el año 2021 por el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF), se recogieron, en 2019, un total de 1.822 casos relacionados con el suicidio. Esto supone un 37,2% de todas las muertes violentas en España, recogidas por dicha institución.

Basándonos en los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el suicidio se ha convertido en  la primera causa de muerte en personas con edades comprendidas entre 25 y 44 años, seguido de los accidentes.

Así, el suicidio en España se convierte en la primera causa de muerte producida por factores externos, con una mayor prevalencia en hombres que en mujeres, una cifra que ha ido aumentando a lo largo de los años.

Además, centrándonos en datos más concretos y en la prevalencia según las distintas CC.AA. recogidas por el INTCF;  en el caso de Andalucía, se posiciona como la CC.AA. con mayor tasa de suicidios frente a otras (el 39% de los casos recibidos en 2019).

Su alta prevalencia refleja la necesidad de hablar de ello, conocer y desmontar sus mitos y saber cómo actuar ante determinadas situaciones que se pudieran dar.

 

MITOS RESPECTO AL SUICIDIO vs CRITERIO CIENTÍFICO

Son muchas las creencias populares que giran en torno al suicidio,  siendo muchas de ellas erróneas. Conocerlas y compararlas con información basada en datos reales nos puede ayudar a cambiar nuestra manera de actuar y pensar, darnos cuenta de señales y prevenir futuros intentos de suicidios. A continuación se exponen algunos mitos más populares encontrados en la literatura:

  • La persona que se quiere matar no lo dice y quien lo dice no lo hace.
    • Realmente, 9 de cada 10 personas que se suicidan manifestaron claramente sus intenciones o dejaron entreverla. Si bien, todo el que se suicida expresó lo que ocurriría con palabras, amenazas, gestos o cambios de conductas. Por esto, es importante conocer los signos de advertencia y tenerlos presente.
  • Las personas que intentan el suicidio solo quieren llamar la atención.
    • Las personas que han intentado el suicidio son aquellas a las cuales no les ha servido sus mecanismos de adaptación y afrontamientos a los problemas, por lo que no encuentran alternativas, excepto intentar ir contra su propia vida.
  • Si de verdad se hubiera querido matar, hubiera intentado otro método más mortal.
    • Toda persona que se suicida se encuentra en una ambivalencia entre morir o seguir viviendo. No obstante, el método elegido no refleja estos deseos de morir.
  • La persona que se repone de una crisis suicida no corre peligro de recaer.
    • Según los datos, casi la mitad de los que atravesaron por una crisis suicida y consumaron el suicidio, lo llevaron a cabo después de los tres primeros meses tras la crisis emocional, cuando todos creían que el peligro había pasado. Ocurre que cuando la persona mejora, sus movimientos se hacen más ágiles, está en condiciones de llevar a vías de hecho las ideas suicidas que aún persisten, y antes, debido a la inactividad e incapacidad de movimientos ágiles, no podía hacerlo.
  • La persona que intenta el suicidio estará en ese peligro toda la vida.
    • El mayor riesgo de suicidio suele ser a corto plazo y específico según la situación. Aunque los pensamientos suicidas pueden regresar, no son permanentes, y quien haya tenido pensamientos e intentos suicidas puede llevar después una larga vida.
  • Toda persona que se suicida está deprimida o es un enfermo mental.
    • El comportamiento suicida indica una infelicidad profunda, pero no necesariamente un trastorno mental. Muchas personas que viven con trastornos mentales no están afectadas por el comportamiento suicida y no todas las personas que se quitan la vida tiene un trastorno mental.
  • No se puede prevenir porque ocurre por impulso.
    • Antes de intentar suicidarse, toda persona evidencia varios síntomas consistentes en constricción de los sentimientos y el intelecto, inhibición de la agresividad (la cual ya no es dirigida hacia otras personas y se reserva para sí) y existencia de fantasías suicidas, todo lo cual se puede detectar a su debido tiempo, a fin de evitar que esta persona lleve a cabo sus propósitos.
  • Hablar sobre suicidio con una persona en riesgo puede incitar a que lo realice.
    • Está demostrado que hablar sobre el suicidio con una persona en tal riesgo, en vez de incitar, provocar o introducir en su cabeza esa idea, reduce el peligro de cometerlo y puede ser la única posibilidad que ofrezca el sujeto para el análisis de sus propósitos autodestructivos.
  • Una persona que se va a suicidar no emite señales de lo que va a hacer.
    • Todo el que se suicida expresó con palabras, amenazas, gestos o cambios de conducta lo que ocurriría.
  • El/la suicida realmente desea morir.
    • Como se mencionó anteriormente, quien se suicida está en una posición ambivalente, es decir, desea morir si su vida continúa de la misma manera y desea vivir si se produjeran pequeños cambios en ella. Con una buena prevención y detección a tiempo podría inclinarse la balanza hacia la vida.
  • Los/as niños/as no se suicidan.
    • El suicidio no es una cuestión de edad o etapa de la vida, aunque es cierto que existe mayor prevalencia en algunas edad que en otras. Sin embargo, después que un/a niño/a adquiere el concepto de muerte puede cometer el suicidio y, de hecho, ellos toman decisiones de este tipo a estas edades.
  • Si se reta a un suicida, este no lo intenta.
    • Retar al suicida es un acto irresponsable, pues se está frente a una persona
    • vulnerable, en situación de crisis, cuyos mecanismos de adaptación han fracasado, predominando precisamente los deseos de autodestruirse.

REFERENCIAS:

Asociación Internacional Teléfono de la Esperanza. (2019). Cómo prevenir y actuar ante el suicidio. Guía para afectados, familiares, docentes y supervivientes. https://www.telefonodelaesperanza.org/assets/Guia%20del%20suicidio.pdf

Comunidad de Madrid. (2016). ¡No estás solo! Enséñales a vivir. Guía para la prevención de la conducta suicida dirigida a docentes. http://www.madrid.org/bvirtual/BVCM017853.pdf

De la Torre Martí, M. (2013). Protocolo para la detección y manejo inicial de la ideación suicida. Guía desarrollada por el Centro de Psicología Aplicada de la Universidad de Madrid. https://psicologosemergenciasbaleares.files.wordpress.com/2018/01/protocolo_ideacion_suicida.pdf

Generalitat Valenciana. (2017). Vivir es la salida. Plan de prevención del suicidio y manejo de la conducta suicida de la Comunidad Valenciana. http://www.prevenciodelsuicidi.san.gva.es/documents/7217942/7267322/GU%C3%8DA+SUICIDIO+%C3%81MBITO+SANITARIO.pdf

INE – Instituto Nacional de Estadística. (2021a). Instituto Nacional de Estadística. (National Statistics Institute). https://www.ine.es/dynt3/inebase/index.htm?padre=8272&capsel=8272

INE – Instituto Nacional de Estadística. (2021b). Tasas estandarizadas de mortalidad por causa de muerte (causas más frecuentes de cada grupo de edad), sexo, nivel de estudio y edad. 25 y más años. INE. https://www.ine.es/jaxiT3/Tabla.htm?tpx=48308

Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses. Ministerio de Justicia. (2021). Epidemiología y toxicología de las muertes por suicidio en España. Memoria 2019. https://www.mjusticia.gob.es/es/AreaTematica/DocumentacionPublicaciones/InstListDownload/Memoria_Suicidios_INTCF_2019.pdf

Pérez Barrero, S. A. (2005). Los mitos sobre el suicidio. La importancia de conocerlos. Revista Colombiana de Psiquiatría, 3(34), 386–394.

Servicio Andaluz de Salud. Consejería de Salud. (2010). Guía sobre la prevención del suicidio para personas con ideación suicida y familiares. https://www.sspa.juntadeandalucia.es/servicioandaluzdesalud/sites/default/files/sincfiles/wsas-media-pdf_publicacion/2021/guia_prevencionsuicidio.pdf


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Lo primero, ¿Qué es la autoestima? ¿En qué se diferencia del autoconcepto?

El autoconcepto se refiere a la percepción e imagen que se tiene de uno mismo. Tiene una dimensión cognitiva, y está muy ligado a la autoestima, por lo que en muchas ocasiones pueden llegar a confundirse. El autoconcepto puede tener diversas formas, según las distintas áreas de la vida de una persona:

  • Autoconcepto físico: Percepción que tenemos de nosotros mismos, de nuestro físico y apariencia, así como de nuestras habilidades y competencias.
  • Autoconcepto académico o laboral: Imagen que una persona tiene de sí misma en relación a sus estudios o a su trabajo, consecuencia de sus éxitos y fracasos en el ámbito académico o laboral.
  • Autoconcepto social: Percepción de nuestras relaciones sociales, calidad de las mismas, asertividad y adaptación al medio.
  • Autoconcepto personal: Percepción de la propia identidad, autocontrol, autonomía e independencia.
  • Autoconcepto emocional: Sentimientos en relación a uno mismo, equilibrio emocional y confianza.

Por otro lado, la autoestima se puede definir como la actitud que tenemos hacia nosotros mismos. Tiene una dimensión valorativa y afectiva, consiste en nuestra manera habitual de pensar, sentir y actuar con nuestro propio ‘’yo’’, y es consecuencia de todas las experiencias, acciones que nos van sucediendo a lo largo de nuestra vida y los sentimientos que éstas nos generan. La autoestima tiene una naturaleza dinámica, es decir, que puede reforzarse o puede debilitarse, y de ella dependerán nuestro desarrollo vital, nuestra salud psicológica y nuestras relaciones interpersonales.

La autoestima tiene 3 componentes: cognitivo, afectivo y conductual.

  • El cognitivo, que está está formado por los conocimientos que tenemos de nosotros mismos; ideas, opiniones, creencias y percepciones.
  • El afectivo, que se refiere a la valoración y los sentimientos que nos atribuimos (admiración o afecto, rechazo o desprecio, etc.) y al grado de aceptación que tenemos de nosotros mismos. Esto último es lo que se conoce como autoestima positiva o autoestima negativa.
  • El conductual, ya que nuestras acciones vienen muy determinadas por la opinión que tengamos de nosotros mismos y del esfuerzo que estemos dispuestos a realizar para conseguir el reconocimiento, tanto propio como ajeno.

Una autoestima sana implica una valoración objetiva y realista de uno mismo, aceptándonos tal y como somos y desarrollando sentimientos positivos y agradables hacia uno mismo. Esto no implica que tengamos que vernos como personas maravillosas o perfectas, sino que, aún sabiendo que tenemos luces y sombras, nos aceptamos tal y como somos, nos queremos, nos valoramos y nos respetamos.

Una vez definidos estos conceptos… ¿Se puede mejorar la autoestima? ¿Cómo hacerlo?

La autoestima puede reforzarse y mejorarse, pero no es fácil. Las personas que tienen una autoestima negativa suelen presentar sintomatología adicional (puede ser de bajo estado de ánimo, de ansiedad, etc.) que es necesaria trabajar con un profesional. Aunque la mejor opción sea acudir a un psicólogo y abordar el problema, existen pautas para poner en práctica en el día a día que, según algunos autores, funcionarían para tratar de mejorar la autoestima y hacernos conscientes de la importancia de valorarnos a nosotros mismos. Dichas pautas son:

  • Vivir conscientemente: Consiste en ser reflexivos con nosotros mismos, con nuestras aptitudes y limitaciones, conocernos profundamente y tratar de afrontar los problemas y dificultades que nos puedan ir surgiendo en el día a día. No seremos capaces de resolver problemas si no conocemos ni somos conscientes de nuestras propias capacidades. Una buena idea, puede ser escribir nuestras fortalezas en un papel y tenerlo siempre a mano.
  • Aceptarse a uno mismo: Aceptarnos de manera completa, con virtudes y defectos, sin sabotearnos, sin fingir ser otra persona. Solo así nos reconciliaremos con nosotros mismos y con nuestros errores del pasado. Nadie es perfecto, pero eso no significa que no nos merezcamos amor y respeto.
  • Ser autorresponsables: Comprender y hacernos cargo de nuestros actos y decisiones, cogiendo las riendas de nuestra propia vida, sabiendo que éstos, además, tienen consecuencias en los demás. Esto aumentará nuestra sensación de control y evitaremos el malestar que genera sentir que son otros los que deciden por uno mismo.
  • Vivir con propósitos: Ponernos metas realistas a corto plazo y realizar actividades placenteras, que nos produzcan felicidad. Esto nos generará sensaciones de logro y una retroalimentación positiva.

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Reserva

Bibliografía

Branden, N. (1993). El poder de la Autoestima. Paidos Iberica, Ediciones S. A.

Zenteno Durán, M. E. (2020). La autoestima y como mejorarla. Ventana Científica8(13), 43-46.

Roa García, A. (2017). La educación emocional, el autoconcepto, la autoestima y su importancia en la infancia. Edetania. Estudios Y Propuestas Socioeducativos., (44), 241-257.


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El estrés en niños es experimentado como un conjunto de reacciones psicológicas y biológicas que tienen lugar ante un suceso determinado y que produce un desequilibrio general en el individuo. Este estrés, al igual que en adultos, es adaptativo, de manera que ayuda a reaccionar ante una situación inusual o de peligro, pero cuando las demandas del ambiente superan las propias del individuo, es cuando el estrés se consideraría disfuncional (Vega y Saracini, 2018). Mientras esto último no suceda, la exposición a este estrés (siempre y cuando sea adecuadamente supervisado y apoyado) constituye una base para hacer frente a futuros factores de estrés más severos (Perry, 2014). Es recomendable la presencia de un cuidador que ayude a identificar esta emoción y le acompañe en el proceso de enfrentamiento (Vega y Saracini, 2018).

El trastorno relacionado con este estrés es el Trastorno de Estrés Postraumático, también conocido como TEPT y definido por la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (APA, 2014) como una exposición a un suceso traumático, tanto si este se percibe por el sujeto como una amenaza o como real. Este suceso puede estar relacionado con una lesión, violencia o incluso la muerte. El trastorno se experimenta cuando el individuo ha vivido de forma directa o indirecta el trauma, cuando tiene conocimientos de que este le ha sucedido a algún familiar o allegado o cuando se ha expuesto de forma frecuente a hechos traumáticos relacionados. Este trastorno no es diagnosticado hasta que transcurre mínimo un mes desde que el evento traumático ocurrió (Cohen, 2010).

En la población infantil en general, el TEPT es exteriorizado con síntomas intrusivos, alteraciones de la alerta del niño, cambios de reacción al tratar el hecho traumático (Vega y Saracini, 2018), pesadillas, alteraciones conductuales, cognitivas, físicas o afectivas (Cohen, 2010) y juego repetitivo (Bas, Fernández, Barbacil y Gutiérrez, 2006).

En cuanto al tratamiento para niños diagnosticados con TEPT, según diversos artículos (De La Barra, 2013; De Arellano et al., 2009 y Cohen, 2010), las terapias con más éxito serían las que ponen su foco de atención en el trauma en sí y no tratando solamente los síntomas presentes, sino trabajando con el objetivo de que el niño adquiera resiliencia y un mejor funcionamiento para el futuro. Dentro de estas terapias estaría englobada, por ejemplo, la Terapia Cognitivo Conductual (TCC) (De La Barra, 2013).

De esta misma forma, también es conveniente no solo trabajar con el niño como sujeto aislado, sino también con el ambiente que le rodea. Así, sería importante incluir a padres en la terapia y explorar las relaciones sociales del menor (De La Barra, 2013).

Dentro de la TCC se puede destacar 4 componentes: desarrollo de estrategias de afrontamiento, exposición al estímulo que causa la ansiedad, manejo de habilidades conductuales y psicoeducación. Se propone que estos componentes se trabajen tanto con el niño como con los padres (De Arellano et al., 2009).

Bibliografía

American Psychiatric Association (2014). Trastornos depresivos. En Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM5), 5ªEd (pp. 155-188). Madrid: Editorial Médica Panamericana.

Bas Sarmiento, P., Fernández Gutierrez, M., Barbacil Vicario, A., y Gutiérrez Vázquez, C. V. (2006). Perspectivas actuales en el tratamiento del trastorno de estrés postraumático en la población infantil: Análisis bibliométrico. Clínica y Salud, 17(1), 69-89.

Cohen, J. A., Issues, T. W. G. O. Q., y AACAP Work Group on Quality Issues. (2010). Practice parameter for the assessment and treatment of children and adolescents with posttraumatic stress disorder. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, 49(4), 414-430.

De Arellano, M., Bridges, A., Hernández, M., Kenneth, R., Vasquez, D., Acierno, R., y Danielson, C. (2009). Trastorno por estrés postraumático en niños: una revisión. Behavioral Psychology, 17(1), 11-39.

De la Barra Mac, F. (2013). Trastorno de estrés post traumático en niños y adolescentes. Revista chilena de pediatría, 84(1), 7-9.

Perry, B. (2014). Estrés, Trauma y Trastornos de Estrés Post-traumático en los niños. Recuperado de: https://childtrauma. org/wpcontent/uploads/2014/10/PTSD_Spanish_sm. pdf.

Vega-Arce, M., y Saracini, C. (2018). El juego como recurso en la psicoterapia infantil frente al estrés y trauma.


EN LINARES
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Lunes a Viernes de 16:00-21:00

Centro sanitario autorizado por la Consejería de Salud con NICA 25978 en Linares y NICA 24909 en Jaén

NICOLÁS GARRIDO MARTINEZ ha recibido una ayuda de la Unión Europea con cargo al Programa Operativo FEDER de Andalucía 2014-2020, financiada como parte de la respuesta de la Unión a la pandemia de COVID-19 (REACT-UE), para compensar el sobrecoste energético de gas natural y/o electricidad a pymes y autónomos especialmente afectados por el incremento de los precios del gas natural y la electricidad provocados por el impacto de la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania.

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